EL MUNDO › OPINION
› Por Emir Sader
Nunca hubo en Brasil tantas manifestaciones tan grandes, tan diversas, plurales, activas, musicales, alegres, combativas, confiantes, como las que hubo en estas semanas. El que mire hacia lo que ocurre en la sociedad brasileña dirá que, sin ninguna duda, Brasil entero está en contra del golpe. De universidades a movimientos hip hop, de iglesias a sindicatos, de intelectuales a artistas, de juristas a movimientos de mujeres, de movimientos negros a movimientos de jóvenes, de trabajadores rurales a periodistas, de medios alternativas a profesores –basta mirar lo que ocurre en Brasil hoy para conocer su diversidad social, etaria, étnica, cultural, musical, artística, intelectual, de todo tipo–. Un Brasil vibrante, que despertó cuando se dio cuenta de que la democracia está en peligro y de que todo lo que se ha conquistado lo fue por la democracia y en la democracia. Que incluso el derecho de protestar en contra de todo solo es posible en democracia.
Así como que un gobierno que naciera de un arreglo espurio entre los políticos más corruptos de Brasil, sin acusaciones que lo justificaran, no tendría ninguna legitimidad y no sería aceptado por el pueblo. Que no puede haber ningún gobierno en el país que no sea elegido democráticamente por el voto popular. Que Brasil no acepta que sea echada una presidenta elegida por la mayoría de la población, que no ha cometido ningún crimen que justificara el impeachment, para ser sustituida por un político reo de procesos por corrupción, que asumiría no por la voluntad popular, sino en contra de ella.
Nunca en Brasil un movimiento censurado por los medios, que trata de esconder que el pueblo está en las calles en contra del golpe, apoyado por las más notables personalidades brasileñas –Chico Buarque, Antonio Candido, Luis Fernando Verissimo, Leonardo Boff, entre otras centenas de miles más–, tiene tanta repercusión, tanto apoyo popular. Incluso artistas de la misma Globo se manifiestan en contra del golpe y del rol de la empresa de comunicación.
Un movimiento que más que cualquier otro integra a jóvenes, a conjuntos musicales, a artistas del hip hop y de otras manifestaciones de música popular de las comunidades de periferia, de músicas de la vieja guardia y de las generaciones más jóvenes. Es la movilización que más integra a todas las generaciones, a las jóvenes y a todas las demás. Un movimiento que más incorpora a mujeres, que saben cómo las fuerzas conservadoras que quieren dar el golpe son las mismas que atentan en contra de sus derechos.
Nunca los trabajadores, por medio de sus sindicatos y de sus centrales, han estado tan unidos y tan combativos, porque saben que los que quieren dar el golpe son los mismos que amenazan sus derechos, diciendo que una hora es demasiado para el almuerzo de los trabajadores. Nunca las universidades brasileñas, los juristas brasileños, se han manifestado de forma tan amplia por un movimiento como este en contra del golpe y por la continuidad de la democracia.
La solidaridad internacional, a su vez, con la lucha actual en Brasil solo es comparable con la que hemos recibido en la lucha en contra de la dictadura. Gobiernos, entidades internacionales, presidentes y ex presidentes se pronuncian alertando en contra del golpe y las consecuencias que tendría, tanto para Brasil cuanto para la situación del país en el plano internacional.
En resumen, el país salió a las calles, se manifiesta todos los días, a todas las horas del día, en centenares de manifestaciones, con millones de personas, en contra del golpe y de los golpistas. Caso el Congreso permanezca sordo a la voz de las calles, confirma que es un Congreso que representa a las minorías ricas que los han elegido, lejos de los intereses de la gente y del país. Será execrado eternamente y punido duramente por los ciudadanos. Pero las movilizaciones espectaculares como estas no pueden ser derrotadas. Es un verdadero “Viva el pueblo brasileño”, que no se va a detener, gane el golpe o no. O para volver absolutamente inviable un gobierno nacido de un golpe, que expropia el derecho del pueblo de decidir quiénes son sus gobernantes, será para construir un nuevo gobierno, ahora coordinado por Lula, que responda realmente a los intereses de la mayoría, que grita que quiere democracia, que quiere un Brasil democrático, para todos los brasileños.
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