EL MUNDO
› LA VIOLENCIA NO CESA EN LA NACION OCUPADA POR ESTADOS UNIDOS
Santa Claus ataca y recibe cohetes
Navidad (y su víspera) representó una batalla en Bagdad.
Estuvo signada por la operación “Martillo de Hierro” de los ocupantes y las acciones coordinadas de la resistencia.
Por Robert Fisk*
Desde Bagdad
Cómo tronaba la artillería. Cómo rugían los aviones. Cómo vibraban las ametralladoras durante la noche. Si los estadounidenses ayer estaban presentando a Santa Claus para los niños en las calles de Bagdad, más verosímil suena que estaban representando la operación “Martillo de Hierro”. “No podemos comentar sobre las operaciones militares que se están llevando a cabo”, dijo una vocera del ejército de Estados Unidos. Hasta la operación seguía cambiando de nombre, de “Mano de Hierro” a “Justicia de Hierro” a “Martillo de Hierro”. Los insurgentes estaban siendo atacados en el sur de Bagdad, nos dijeron, y durante toda la víspera de Navidad podíamos oír el rumor de la batalla afuera de Bagdad. O por lo menos, así creíamos. Pero los insurgentes a su vez lanzaron una serie de ataques coordinados en el centro de la capital iraquí.
Primero lanzaron cohetes hacia el palacio desde donde el procónsul de Estados Unidos, Paul Bremer, y sus funcionarios gobiernan a Irak. Explotaron ruidosamente en los setos de rosas, las palmeras y el césped imperial haciendo sonar los usuales gemidos de “alerta” de las sirenas por el vasto complejo. Los hombres armados lanzaron morteros al Hotel Sheraton, el prestigioso edificio construido por los baatistasa, donde a los hombres de negocios estadounidenses, periodistas y autoridades de la ocupación les gusta dormir. El primero se incrustó en una pared en la parte alta del hotel, justo debajo de la “T” de “Sheraton”, y el segundo, lanzado desde la calle Saadoun, se incrustó en un piso alto, rompiendo las ventanas y arrancando a las cortinas de sus rieles. “Un intento de lograr los titulares de las agencias de noticias”, observó acertadamente un funcionario estadounidense, bien consciente por supuesto de que varias agencias tienen sus oficinas en el bunker Sheraton y en el vecino hotel Palestine. Los guardias iraquíes habían abierto fuego sobre los hombres armados y los habían hecho huir, no sin que antes hubieran logrado repartir folletos en la calle urgiendo al personal del hotel a que dejara sus empleos. Otro obús de mortero cayó en una casa situada a pocos metros de la embajada de Alemania, causando daños en una oficina de importaciones y exportaciones.
En las 23 horas hasta el mediodía del día de Navidad, otros cuatro soldados estadounidenses habían muerto, tres por una bomba en el camino cerca de Samarra, que las fuerzas de Estados Unidos habían esperado que se hubieran pacificado después de una serie de agresivos ataques la semana pasada, y otro por una bomba en Bagdad. Cuatro iraquíes, incluyendo una niña de 13 años, murieron cuando un terrorista suicida detonó explosivos en su automóvil en la acera de una oficina kurda en Erbil, mientras otros dos civiles murieron en Bagdad a causa de una bomba que aparentemente iba dirigida a una patrulla estadounidense.
En la morgue de la ciudad de Bagdad, el médico director, Dr. Faik Bakr, dijo que en el día de Navidad a la mañana se habían recibido hasta 20 muertos, todos ellos iraquíes y la mayoría de ellos víctimas de la violencia. Las potencias ocupantes aquí sólo llevan la cuenta de los occidentales que resultan muertos. Sorprendentemente, ninguno de los cuerpos llevados a la morgue de Bagdad ayer vino del área de Khor Rajab, los Pantanos de Rajab, que supuestamente eran el centro de los ataques antiguerrilleros estadounidenses de la noche; y una recorrida por los barrios bajos y los sucios campos a lo largo de la ruta 8 al sur de la ciudad me explicó por qué.
La ruta 8 de Bagdad a Hilla es una ruta peligrosa, la escena del asesinato de los funcionarios de inteligencia españoles, personal de la Cruz Roja y otros occidentales. También fue el lugar de varios ataques a las bases de Estados Unidos al sur de la capital. Pero ayer a la tarde había poco para ver de la batalla de la noche anterior, salvo unos campos chamuscados y una fortaleza donde las tropas estadounidenses habían estado lanzando granadas desde piezas de artillería pesada. “Los estadounidenses fueron atacados dos veces desde los campos”, informó a este diario un vendedor de té en su choza al lado de la ruta. “Le dispararon al lugar después pero no mataron ni a un alma. Los hombres con morteros se habían ido hacía rato.”
Desde una base estadounidense al oeste de la ruta llegaban rumores de una serie de explosiones de artillería, pero no había sonido de granadas explotando y un grupo de soldados del nuevo ejército iraquí, caminando de vuelta a través de los campos de Khor Rajab, confirmó que las fuerzas de Estados Unidos estaban disparando cartuchos vacíos para mantener la artillería. “Suena bien, ¿no?”, dijo uno. Eso, por lo visto, fue operación “Mano/Justicia/Martillo de Hierro”. Anoche se podía escuchar a los jets sobre Bagdad nuevamente, seguidos por una sacudida de explosiones.
Los fantasmas de anteriores combatientes militares pueden haber estado presentes en la antigua iglesia de la guarnición británica de San Jorge durante la tarde mientras miembros de la pequeña comunidad cristiana de Irak, que, como mucho llegan al 5 por ciento, se reunían al atardecer para cantar canciones navideñas. Un niño iraquí con alas gigantes de ángel cantaba Llega Navidad y los adultos, incluyendo tres altos y calvos estadounidenses, el guardia de la iglesia y el cocinero de mi hotel conducían a la congregación en árabe. Pero la guerra nunca está lejos de Bagdad y sobre la pared de la nave de la iglesia todavía había una placa conmemorativa que decía “a la Gloria de Dios y a la Memoria del Millón de Muertos del Imperio Británico que cayeron en la Gran Guerra 1914-1918. Murieron en cada cuarto de la tierra y...” Esta lápida estaba cubierta con pintura y yeso. El ejército británico ocupó Bagdad en 1917 pero un reciente ataque a la capital había lanzado fragmentos de granada contra la vieja placa. Debajo se podían leer apenas las palabras “en honor para siempre”.
* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
Traducción: Celita Doyhambéhère.