EL MUNDO › OPINION
› Por Emir Sader
El ministro de economia de Argentina, Alfonso Prat-Gay, ha declarado que los cambios políticos en Brasil son “una buena oportunidad para refundar el Mercosur”. La coincidencia de gobiernos que plantean el restablecimiento del modelo neoliberal, con su política de apertura de los mercados y reacercamiento con los países del Norte, especialmente con los EE.UU., posibilitarían promover el desmonte de los procesos de integración regional.
Esos procesos han tenido un momento decisivo cuando EE.UU. y Basil estaban listos para concluir el proyecto del ALCA, que transformaría al continente en una inmensa área de libre comercio comandada por la economia norteamericana. Hubiera sido la extensión hacia toda la región de lo que se estaba poniendo en práctica en México. (El balance de los 20 años del Tratado entre EE.UU., Canadá y México han sido altamente negativos para este ultimo. Era lo que nos aguardaba.)
La victoria de Lula en 2002 permitió que Brasil rompiera con ese proyecto, bajo la direccion de Celso Amorim en la poltiica externa brasilena, y abriera el camino hacia el fortalecimiento de los procesos de integración existentes y hacia la construcción de otros espacios de integración. Fue así que del fortalecimiento del Mercosur se avanzó hacia la fundacion de Unasur, con su Consejo Sudamericano de Defensa, el Banco del Sur, entre otros organismos, y que desembocara en la Celac, que terminaba definitivamente con la vigencia de la Doctrina Monroe, para que America Latina y el Caribe tuvieran finalmente un organismo propio de integración, separado de la OEA, donde la presencia de EE.UU. y Canadá descaracterizaban esa integración.
Nunca EE.UU. habían estado tan aislados en el continente como han estado hasta aquí en este siglo. Al mismo tiempo, America Latina había cambiado su inserción internacional, especialmente los países que han empezado a salir del modelo neoliberal. La prioridad de esos países pasó a ser la integración regional y el intercambio Sur-Sur y no los Tratados de Libre Comercio con los EEUU.
Esa nueva inserción ha permitido una integración más grande entre nuestras economías, a la vez que nos permitió resistir en mejores condiciones los impactos de la prolongada y profunda crisis recesiva internacional.
El intercambio regional, la intensificación del comercio con China y la extensión y profundización del mercado interno de consumo popular fueron claves en esa resistencia a la recesión internacional, que en otras condiciones nos habría llevado a la peor recesión de la historia de nuestros países.
El cambio de gobierno en Argentina y ahora en Brasil es la oportunidad tan aguardada por los EE.UU. para salir de su aislamiento en América Latina. El viaje de Obama a Argentina y su identificación con el proyecto neoliberal del gobierno Macri revela los objetivos centrales de EE.UU. en la región. El silencio complice de Obama respecto al golpe en Brasil confirma el regocijo de Washington con esa posibilidad.
La declaración del ministro de economía de Argentina concide con las posiciones del nuevo ministro de relaciones exteriores de Brasil, conocido por sus citicas a la politica exterior brasileña. Su obsesión con la entrega del petróleo brasileño a las grandes empresas petrolíferas internacionales ha llevado a Jose Serra, candidato a la presidencia de Brasil en el 2010, a realizar una reunion que debiera haber sido clandestina, con representantes de las más grandes empresas internacionales de petróleo, en Foz do Iguacu, donde prometió entregarles el proyecto del Pre-sal.
¿Qué significaría “refundar el Mercosur”? La derecha siempre ha querido, sin terminar con el Mercosur, abrir espacios para acuerdos bilaterales de libre comercio con los EE.UU. Este es el objetivo central de esa “refundación”. Por ahora, se anuncia la rebaja del perfil del Mercosur, con la agilizacion de los acuerdos con la Union Europea y de intercambios con la Alianza del Pacífico. Pero la firma de acuerdos bilaterales con EEUU es el objetivo mayor de esa llamada refundación.
Sería el comienzo del desmonte de los procesos de integracion regional, debilitando al Mercosur, a Unasur y a Celac. La estrecha alianza entre los gobiernos de Brasil y de Argentina, establecida por Lula y por Néstor Kirchner, y continuada por Dilma y por Cristina, fue el eje a partir del cual esos procesos de integracion se han desarrollado. Ahora se trataría de, a partir del cambio de gobierno de esos países, revertir ese proceso, promoviendo un nuevo proceso de norteamericanizanición de la región, con un cerco todavía mas grande a países como Venezuela, Bolivia y Ecuador.
Esa reversión conservadora depende de la fuerza que pueda tener el gobierno golpista brasileño. Por el momento, parece no disponer fuerza suficiente para gobernar un período largo y realizar grandes trasformaciones. De ahi la importancia todavía mas grande de la lucha de resistencia de los brasileños para conquistar nuevas elecciones, que deslegitimem definitivamente al gobierno de Temer y permitan al pueblo brasileño volver a definir su destino democraticamente, incluída la inserción internacional de Brasil, entre la integracion regional y el intercambio Sur-Sur o el viejo destino de “patio trasero” del Imperio.
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