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› LOS SOBRES DIRIGIDOS A LOS EURODIPUTADOS ESTALLARON SIN OCASIONAR VICTIMAS
El cartero llamó tres veces a la UE
La campaña de las cartas-bomba de supuestos anarquistas italianos contra el nuevo orden europeo tuvo su pico ayer, cuando explotaron los envíos al alemán Hans-Gert Poettering, el español José Ignacio Salafranca y el británico Gary Titley.
Por Carlos Yarnoz *
Desde Bruselas
El regreso de las vacaciones navideñas a las sedes de las instituciones europeas puso ayer de manifiesto que la campaña de cartas-bomba dirigida por supuestos grupos anarquistas italianos contra dirigentes de la Unión Europea (UE) es más amplia que lo previsto inicialmente. Van siete. A lo largo de la jornada de ayer, dos cartas con material explosivo estallaron en los despachos del Parlamento Europeo del alemán Hans-Gert Poettering, líder del Grupo del Partido Popular Europeo (PPE), y del español José Ignacio Salafranca, uno de los seis vicepresidentes del grupo. Una tercera estalló en Manchester, en el despacho del eurodiputado laborista Gary Titley. No hubo víctimas ni daños personales.
El susto que el presidente de la Comisión Europea, Romano Prodi, se llevó el pasado día 27 en su casa de Bolonia fue el comienzo de la serie. Al abrir un diminuto paquete que con el libro Il Piacere, de D’Annunzio, se produjo una pequeña explosión con llamaradas que dañaron levemente el mobiliario de la estancia sin que Prodi sufriera daño alguno. Dos días después, la escena se repetía en la sede del Banco Central Europeo (BCE) tras abrir una carta dirigida a su presidente, Jean-Claude Trichet. El mismo día, estallaba otra carta-bomba en la sede de Europol, en La Haya, y, al día siguiente, en las oficinas de Eurojust, en la misma ciudad holandesa.
Ayer, el turno llegó a Bruselas. La sede del Parlamento Europeo en la capital comunitaria vivió una jornada de psicosis. A media mañana, una asistente de Hans-Gert Poettering abrió un sobre del tamaño de una cinta de video y se produjo la pequeña explosión seguida de llamaradas. “Un paquete incendiario”, lo definieron en la Eurocámara. El remitente era de Bolonia, la ciudad italiana de donde procede Prodi, y estaba fechado el 22 de diciembre. A pocos metros, en el despacho del español Salafranca se detectaba otro sobre similar, también procedente Bolonia con la misma fecha. Los artificieros belgas lo hicieron estallar allí mismo. Contenía el libro Il Cosmo Inteligente, de Paul Davis.
El secretario general de la Eurocámara, Julian Priestley, envió entonces un correo electrónico a todas las dependencias de la Cámara para que todos los funcionarios pusieran especial cuidado al analizar las montañas de correspondencia acumuladas durante las dos últimas semanas de vacaciones. En muchas dependencias, los funcionarios optaron por no tocar ningún envío hasta que los servicios de seguridad no comprobaran su contenido.
A primera hora de la tarde, otro paquete sospechoso, en este caso enviado al británico Jonathan Evans, también del PPE, el grupo más numeroso del Parlamento (233 de un total de 626 escaños), resultó una falsa alarma. Para entonces, ya se sabía que el eurodiputado británico Gary Titley, jefe de los laboristas en la Eurocámara, había recibido otro paquete similar que había estallado en manos de su secretaria en el despacho que el político tiene en Manchester.
Era el séptimo envío de las mismas características dentro de la campaña emprendida por grupos anarquistas que dicen actuar ahora “contra políticos y burócratas representantes del nuevo orden europeo”. El 1 de enero el diario Corriere della Sera aseguró que los primeros cuatro atentados fueron ejecutados por anarquistas italianos y españoles. Estas acciones han sido "demostrativas" para tratar de lograr la "máxima visibilidad", apuntó el diario, pues "la muerte del elegido nunca ha sido el verdadero objetivo". Pero los servicios de seguridad del Parlamento Europeo y la policía belga sospechan que no serán los últimos porque aún queda mucha correspondencia pendiente de analizar de “las decenas de miles de paquetes” recibidos estos días en la institución.
Lo ocurrido ayer en Bruselas pone de relieve los deficientes sistemas de seguridad del Parlamento Europeo. Los dos artefactos que estallaron en la Eurocámara llegaron a los despachos de sus destinatarios pese a que, según fuentes oficiales de la institución, toda la correspondencia había sido pasada por unos nuevos detectores adquiridos a raíz de los atentados del 11 de septiembre en Estados Unidos. El gabinete del presidente, el irlandés Pat Cox, anunció que se abrirá una investigación para mejorar los sistemas de seguridad. “Estamos seguros, sin bajar la guardia, de que la situación volverá a la normalidad tan pronto como sea posible”, agregó.
* De El País de Madrid. Especial para Página/12.
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