EL MUNDO
› EL INFORME DE UN IMPORTANTE THINK TANK DE WASHINGTON ACUSA A BUSH
Sobre las armas de distracción masiva
Por Rupert Cornwell *
Desde Washington
Un importante think tank norteamericano acusó ayer a la administración Bush por “distorsionar sistemáticamente” el peligro atribuido a las armas de destrucción masiva de Irak y exigió que, aunque sea a esta altura de los acontecimientos, las Naciones Unidas colaboren en la investigación. El informe del Carnegie Endowment for International Peace es el último golpe para la Casa Blanca, entre los continuos fracasos en encontrar en Irak pruebas de desarrollo de programas de armas de destrucción masiva, para no hablar de las armas en sí.
En una nueva admisión de las desfallecientes esperanzas de encontrar las armas, trascendió que Washington ha retirado 400 investigadores en la materia del Iraq Survey Group (grupo de supervisión de Irak). David Kay, el ex inspector de desarme que encabeza el ISG, probablemente también se vaya pronto. Por separado, el diario The Washington Post –un fuerte partidario de la guerra contra Saddam– desenterró un documento que sugiere que Irak destruyó sus armas biológicas poco después de la primera Guerra del Golfo y que los “programas” siguientes no fueron más que papeles.
Las conclusiones del Carnegie, por largo tiempo un crítico de la guerra, constituyen una acusación general a la administración Bush. Irak, dice el informe, empalidecía como una amenaza de proliferación junto a Estados como Pakistán y Corea del Norte, para no mencionar “arsenales mal custodiados en Rusia y otros ex Estados soviéticos de los cuales terroristas podrían ganar acceso a materiales de armamentos nucleares”. Ridiculizando el lenguaje escalofriante usado por funcionarios de primera línea de Bush antes de la guerra, y la Estimación Nacional de Inteligencia (ENI) de octubre de 2002 que ayudó a convencer al Congreso de dar al presidente autoridad para ir a la guerra, el texto describe como “cuestionable” y “sin examinar” la tesis de que Irak u otro Estado paria podrían entregar armas de destrucción masiva a terroristas. De acuerdo con los expertos, la versión desclasificada de la ENI sobre Irak (una destilación del saber colectivo de las agencias de inteligencia estadounidenses) contenía 40 afirmaciones condicionales o precauciones que “usualmente eran omitidas por los funcionarios” en sus declaraciones públicas.
El informe llevó seis meses de recolección de datos. Concluye que no hay “ninguna evidencia de programa nuclear iraquí alguno”, contrariamente a la afirmación del vicepresidente Dick Cheney, en los días previos a la invasión, de que Irak había “reconstituido” sus armas nucleares.
A todo esto, el Carnegie califica de altísimamente improbable que la vigilancia electrónica estadounidense pueda haber fracasado en detectar el movimiento de cientos de toneladas de armas de destrucción masiva si –como algunos aún afirman– las armas fueron trasladadas de Irak a Siria o a otra parte antes de la guerra para mantenerlas a salvo.
* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.