EL MUNDO › EL LíDER DEL PT CRITICó LAS PRIVATIZACIONES Y LOS RECORTES QUE IMPULSA EL GOBIERNO INTERINO
Como una forma de revivir la caravana de la democracia, Lula está de gira por los lugares más pobres del nordeste, de donde es oriundo, para expresar su apoyo a Dilma y criticar el juicio político al que quieren someterla y las medidas económicas del presidente interino.
Luiz Inácio Lula da Silva acusó ayer al mandatario interino, Michel Temer, de desmontar los programas sociales impulsados por el Partido de los Trabajadores. El ex presidente de Brasil advirtió incluso que analiza postularse para volver al poder en 2018. “El PT tiene personas muy buenas y no hace falta que yo vuelva. Pero si el gobierno que está no sabe gobernar (por el gobierno interino de Temer) y necesita vender el patrimonio público, yo digo: ‘Si ustedes no saben, yo sí que sé gobernar’,” afirmó el ex mandatario en un acto con movimientos sociales en la localidad de Juazeiro, en el estado de Bahía. El ex jefe de Estado reapareció en un acto después de dos semanas de estar alejado de la vida pública y consideró incluso que es posible salvar a la presidenta Dilma Rousseff porque su destino depende del voto de apenas seis senadores.
En sus declaraciones, Lula apuntó contra Temer y su ministro de Economía, Henrique Meirelles, quienes sugirieron al diario Folha de Sao Paulo y al diario O Estado de Sao Paulo que en el horizonte del gobierno interino, en caso de que en agosto Rousseff sea destituida, anidaba una política de privatizaciones. El presidente interino, que sustituyó a la presidenta Dilma Rousseff después de que fuera suspendida para el inicio del juicio político, afirmó que considera la privatización de Santos Dumont, en Río de Janeiro, y Congonhas, en San Pablo, dos de los aeropuertos con mayor movimiento de Brasil.
“Ellos intentan crear condiciones para que sean vendidos Petrobras, el Banco do Brasil y la Caixa Económica Federal”, sostuvo el ex presidente. La petrolera estatal es protagonista de un gigantesco escándalo de corrupción. Como una manera de revivir la caravana de la democracia que encabezó en la década del 90, Lula realiza esta semana una gira de tres días por los lugares más pobres del nordeste, región del país donde nació y que recibió fuertes inversiones en concepto de programas sociales e incentivos productivos durante su gobierno, algo que contribuyó a detener la emergencia por el hambre en una zona marcada históricamente por la sequía y la falta de infraestructura.
El ex presidente aseguró además que confia en que la presidenta suspendida logre sortear el juicio político que, según su opinión, ocurrió por una venganza del ex presidente de la Cámara de Diputados, Eduardo Cunha, aliado del vicepresidente rebelde Michel Temer, ambos del Partido del Movimiento de la Democracia Brasileña (PMDB). “Cunha usó su cargo para impedirle la gobernabilidad a Dilma en 2015”, analizó Lula.
“Lo que está ocurriendo en Brasil es una falta de respeto al voto popular y es un golpe patrocinado por los grandes medios que quieren criminalizar el Partido de los Trabajadores”, afirmó en referencia a la Operación Lava Jato, que investiga la corrupción en Petrobras. Lula dijo que los opositores buscan dar un golpe. “Temer es un hombre que estudió, es un abogado. El sabe que el impeachment no es algo correcto de la forma como está ocurriendo. Solamente el pueblo, con su voto, puede sacar a Dilma”, dijo.
Lula, fundador del Partido de los Trabajadores y presidente de Brasil de 2003 a 2010, se manifestó optimista en cuanto al desenlace del proceso contra Rousseff, liderado por el actual presidente interino y antes vicepresidente Michel Temer. “Hoy derrotar al impeachment es más fácil que antes –opinó–. Porque antes la Cámara (de Diputados) estaba prácticamente controlada, después ocurrió la admisibilidad (del proceso de impeachment en el Senado) y ahora Dilma está dependiendo de seis votos”, dijo el ex mandatario en una entrevista concedida a Radio Jornal, del norteño estado de Pernambuco. Lula insistió en que son seis los senadores que “pueden cambiar el destino del país, devolviéndole a Dilma el mandato popular que el pueblo le dio”.
Para separar a Rousseff de su cargo se necesitan los votos de 54 de 81 senadores en una sesión final que se celebrará entre el 25 y el 27 de agosto, poco después de que finalicen los Juegos Olímpicos que se celebrarán en Rio de Janeiro del 5 al 21 de ese mes. Si Rousseff fuera finalmente destituida, Temer gobernará hasta el 31 de diciembre de 2018, cuando los brasileños deberán elegir nuevo presidente. El líder del PT insistió en que la salida de Rousseff supone un “golpe de Estado” y reiteró que si lo provocan volverá a ser candidato, a pesar de que, según dijo, piensa en su jubilación. Lula es uno de los mejor posicionados para las próximas elecciones de 2018 a la presidencia.
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