Lun 19.01.2004

EL MUNDO  › UN ATENTADO CON 25 MUERTOS RELANZO LA VIOLENCIA EN LA CRISIS IRAQUI

Ataque a las puertas del virrey de George W.

La sede de la Autoridad Provisional encabezada por Paul Bremer fue ayer blanco de un atentado con camioneta-bomba que mató a 25 personas –la mayoría iraquíes– e hirió a otras 100. El nuevo atentado se produce en momentos de tensión entre EE.UU. y la mayoría chiíta de Irak, y en vísperas del inicio de la temporada electoral norteamericana.

Por Patrick Cockburn *

Un atacante suicida en una camioneta pick-up blanca hizo estallar 500 kilogramos de explosivos a la entrada de la fuertemente custodiada sede de la Autoridad Provisional liderada por la fuerza angloamericana, matando al menos a 25 personas –la mayoría civiles iraquíes– e hiriendo a otras 100. El ataque evidenció lo poco que la captura de Saddam Hussein el mes pasado ha influido en el nivel de violencia en Irak, y envió un claro mensaje a Kofi Annan, el secretario general de Naciones Unidas, de que ese país no es un lugar a salvo al que la ONU pueda retornar. Annan se está viendo hoy con Paul Bremer, el administrador civil para Irak, junto al Consejo de Gobierno iraquí elegido por Washington para discutir el futuro rol de la ONU en Irak; los atacantes habrían buscado mostrarle a aquél y a la comunidad internacional que el suelo iraquí aún es peligroso.
Por primera vez el cliché periodístico “Una explosión sacudió el centro de Bagdad” resultó verdadero. Hubo un sordo estruendo luego de la detonación que resonó alrededor de las 8 de la mañana local. Las bisagras de la oficina de este diario, que se encuentra a 1,6 kilómetros de distancia, se estremecieron. El ataque fue muy similar a los de la mayoría de los últimos meses. La mayor parte de los muertos y heridos fueron jardineros y empleados de mantenimiento y de la construcción envueltos por la explosión mientras hacían fila para los chequeos de seguridad de las tropas norteamericanas enfrente del otrora palacio de Saddam Hussein. Un vocero militar informó que dos de las víctimas eran estadounidenses que trabajaban para el Departamento de Defensa de Estados Unidos. Según informó la cadena CNN, tres soldados norteamericanos estaban entre los heridos.
De acuerdo con un informe, el atacante utilizó de camuflaje a trabajadores iraquíes en la parte de atrás del vehículo para acercarse a la “zona verde” de seguridad reforzada. Los testigos dijeron que una gran bola de fuego envolvió a varios autos de la cola al ser dañados los tanques de combustibles de los mismos. La ciudad rápidamente entró en caos, mientras las tropas norteamericanas cerraban varios puentes sobre el río Tigris y las ambulancias con sus sirenas se apresuraban a llevar los heridos a los hospitales.
Munir Bashir, que iba a su trabajo de remoción de escombros en el interior del palacio, dijo que “estaba haciendo cola para ingresar al palacio republicano cuando vi un vehículo que de repente avanzaba en esa dirección conducido por un hombre que vestía un kafiyah rojo y entonces hublo una terrible explosión”. Aunque estaba cerca de la bomba pudo escapar con sólo una herida en la mano.
Otros no fueron tan afortunados. Fadhel Ali Hamel, recostado en el hospital cercano de Yarmuk con un vendaje alrededor de su cabeza, se lamentaba: “¿Por qué me tuvieron que hacer esto?. Soy sólo un trabajador que gana 1 dólar con cincuenta por día. ¡Míreme ahora!”. Fadhel se retiró la manta para mostrar sus jeans manchados de sangre marrón de heridas que todavía no habían visto los médicos.
Hamal Hamid encontró a su hijo Ryad, de 24 años, que tenía un trabajo en el complejo, en la cama de un hospital con su semblante todavía en shock y una herida ensangrentada en su costado izquierdo. “Hay metralla dentro de él”, dijo Hamid. Agregó que “su estado es todavía inestable”. En un rincón de la sala en el Yarmuk estaba recostada Raghad Elias Ibrahim, vestida con ropas occidentales y con una herida en el cuello por debajo de su pelo negro. “Estoy okey”, dijo la mujer en inglés, y luego comenzó a llorar de dolor y espasmo.
Anoche al menos 13 personas resultaron heridas por la explosión de una bomba en la ciudad santa chiíta de Kerbala, en el centro iraquí. Fue cerca del mausoleo del imán Abbas, un lugar destinado a la peregrinación.
El ataque suicida de la mañana fue típico de los que ocurren en los últimos seis meses. Fue dirigido principalmente a los empleados iraquíes que trabajan para los norteamericanos –en este caso mano de obra de salario miserable– y no era probable que matara a muchos soldados estadounidenses, protegidos por chaquetas blindadas y resguardados detrás de bolsas de arena.
Este ha sido el patrón desde la explosión del coche-bomba contra la embajada de Jordania el 7 de agosto, que mató a 19 personas incluyendo dos niños. Los blancos han diferido ampliamente, pero el propósito de quien sea que envía a los atacantes en sus misiones es claramente aislar a Estados Unidos y sus socios dentro y fuera de Irak. El 19 de agosto, un camión estalló –no quedó claro si el conductor estaba aún adentro– en la entrada a las oficinas de Naciones Unidas en el hotel Canal, matando a Sergio Vieira de Mello, enviado de la ONU, y a 22 personas. Unos días después el clérigo chiíta y líder Mohammed Baqr al-Hakim y 84 personas fueron muertos por una bomba en Najaf. Las estaciones de policía han sido frecuentemente blancos así como la Cruz Roja y los italianos. No todas los atentados se ocurrieron en Bagdad.
Los iraquíes usualmente dicen que los atacantes suicidas deben ser extranjeros porque la inmolación de ese tipo no es de la tradición iraquí. Lo cual no es del todo cierto, pues la presencia de militantes fundamentalistas islámicos está creciendo en Irak. Es posible que muchos de los suicidas provengan del exterior, pero la infraestructura que los soporta parece ser iraquí. Irak no se está calmando. La situación militar no mejora y tampoco la política, que se está deteriorando.

* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
Traducción: M.L.S.M.

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