Sáb 10.04.2004

EL MUNDO  › ITALIANOS Y NORTEAMERICANOS SON LAS NUEVAS VICTIMAS TRAS LOS JAPONESES

Tiempo de secuestrar, la nueva arma iraquí

Después de la toma de rehenes japoneses, quienes mañana serían quemados vivos si Tokio no retira sus fuerzas del país, la táctica parece estar generalizándose. Cuatro italianos y dos norteamericanos son las nuevas víctimas, en medio de los combates más feroces desde el fin de la invasión hace un año.

Por Patrick Cockburn *
Desde Bagdad

Guerrilleros iraquíes tomaron como rehenes a cuatro italianos y dos norteamericanos ayer mientras Estados Unidos veía cómo el aniversario del derrocamiento de Saddam Hussein quedaba marcado por las luchas más sangrientas desde el final de la guerra. Los rebeldes dijeron que habían tomado a los rehenes en Abu Ghraib, una ciudad al oeste de Bagdad donde ayer hubo continuos enfrentamientos. Dijeron que los italianos estaban en una cuatro x cuatro y que tenían armas. Los norteamericanos fueron capturados en otro ataque. Todos los rehenes están en una mezquita vigilada por 40 rebeldes con lanzagranadas misilísticas y rifles de asalto.
El secuestro de rehenes extranjeros imita la táctica utilizada por guerrillas chiítas en el Líbano durante la década del ’80 que de repente se ha convertido en un factor importante en Irak. Un grupo ha jurado quemar vivos a tres rehenes japoneses, que fueron mostrados aterrorizados en un video, a menos que Japón retire sus 530 tropas del país en dos días. Los marines norteamericanos ayer detuvieron brevemente su asedio sobre la ciudad de Faluja, donde al menos 280 personas han muerto y 400 fueron heridas, para que pudieran llevarse a cabo negociaciones. Pero el ataque continuó inmediatamente después. Las provisiones enviadas por simpatizantes en Bagdad fueron devueltas por los marines, aunque dijeron que los vehículos con ancianos podían irse.
Estados Unidos está pagando un alto precio político por el asedio de Faluja, visto por la mayoría de los iraquíes como un castigo colectivo, cruel e injustificado a la ciudad. El ministro de Derechos Humanos, Abdul Basit Turki, designado por Estados Unidos, renunció ayer en protesta por las prácticas norteamericanas.
Adnan Pachachi, el ex canciller iraquí y uno de los miembros más respetados del Consejo Gobernante designado por Estados Unidos, le dijo a la televisión árabe: “Estas operaciones fueron un castigo masivo para la gente de Faluja. Consideramos que estas operaciones de los norteamericanos son inaceptables e ilegales”.
La incertidumbre sobre el sitio de Faluja, que les está dando a los insurgentes antinorteamericanos una popularidad que antes no tenían, podría reflejar divisiones internas en el liderazgo norteamericano en Irak. En el país, el enojo popular ha llevado a que más distritos del oeste de Bagdad caigan bajo el control de los insurgentes.
La única buena noticia para la Coalición ayer fue que Kut, una ciudad chiíta empobrecida y polvorienta sobre el Tigris al sur de Bagdad, había sido recuperada. De repente había caído en manos de los partidarios de Muqtada al Sadr, el clérigo militante que Estados Unidos ha prometido arrestar, a principios de esta semana cuando tropas ucranianas se retiraron después de batallas con armas de fuego.
El ejército Mehdi de Al Sadr todavía está en control de casi toda la sagrada ciudad de Najaf y de Kufa, más al sur. Sus números no son altos, posiblemente con 200 a 400 hombres en Najaf y 3000 hombres en total, pero su veloz éxito militar durante el fin de semana pasado demuestra que la Coalición no tiene ni aliados locales ni que las tropas extranjeras tienen la capacidad de detener a Al Sadr.
Al Sadr no es demasiado popular ni es muy respetado entre la masa de chiítas, quienes buscan dirección en sus líderes religiosos, en todos los escolásticos venerables y, sobre todo, en el Gran Ayatolá Ali Sistani. Al Sadr es visto como una figura rebelde aunque tiene un núcleo duro de simpatizantes bien organizados. Pero, a pesar de los persistentes esfuerzos de Estados Unidos por enfrentar a Sistani con Al Sadr, el anciano líder ha dicho que Estados Unidos y Al Sadr son igualmente culpables por lo que ha ocurrido. Supuestamente, Estados Unidos está amenazando con sitiar a Najaf en tres días cuando el actual festival chiíta finalice como parte de una operación llamada Espada Resuelta, diseñada para aplastar para siempre a Al Sadr.
El temprano éxito de Al Sadr ha demostrado la vulnerabilidad de la Coalición al depender de tropas de países como Ucrania y El Salvador, que el año pasado buscaron congraciarse con Estados Unidos al venir a Irak, pero no esperaban involucrarse en combates serios. Ahora encuentran que son señalados como blancos fáciles.
Los combates esta semana también han demostrado que Estados Unidos no puede depender de las fuerzas paramilitares iraquíes, a las que ha entrenado rápidamente para tomar el lugar de las tropas norteamericanas y apoyar el gobierno iraquí. En muchas áreas, la policía se ha mantenido neutral o se ha unido a los rebeldes. En Kut, el ejército de Mehdi simplemente marchó a las comisarías, expulsó a la policía y tomó las reservas de armas.
En Faluja, el Cuerpo de Defensa Civil Iraquí (CDCI) paramilitar, entrenado por Estados Unidos, supuestamente indujo a los cuatro norteamericanos que fueron asesinados y mutilados el mes pasado a su muerte, según su empleador de la empresa de seguridad Blackwater USA. El CDCI supuestamente había prometido a los cuatro hombres que los conduciría por la ciudad y los protegería, para luego cortar la calle y dejar que el vehículo sea atacado con una lanzagranadas misilística.
El comandante en jefe norteamericano para la guerra en Irak, el general John Abizaid, posiblemente deberá mantener más tropas en Irak, dada la insuficiencia de aliados locales y extranjeros. La totalidad o partes de la Primera División Blindada, que debería entregar la responsabilidad del área de Bagdad a la Primera División de Caballería, probablemente se quedará.
Los nervios de los militares norteamericanos y los líderes civiles en Bagdad eran muy visibles ayer en el aniversario del día, hace un año, en que la estatua de Saddam Hussein fue derribada en la Plaza Firdaws. En vez de celebrar, las fuerzas armadas norteamericanas habían cerrado la plaza con alambre de púa. Un vehículo blindado con un altavoz circulaba anunciando que cualquer manifestación estaba prohibida y que cualquiera que viniera a la plaza con un arma sería derribado.
El vehículo, como para asegurarse de que ningún iraquí continuara sin ser insultado, después pasó música rock por sus altoparlantes afuera de una gran mezquita. Casi no había iraquíes cerca de la plaza, ni siquiera los prestadores de plata, que tradicionalmente tienen sus tiendas allí. Los pocos iraquíes que pasaron por ahí dijeron que pensaban que Estados Unidos tenía miedo de una manifestación a favor de Al Sadr. Dentro de la mezquita se hacían pedidos para donar sangre a los heridos en Faluja.

* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.

Traducción: Ximena Federman.

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