Vie 21.05.2004

EL MUNDO  › SURGEN MAS TESTIMONIOS DE QUE LA TORTURA ERA SISTEMATICA POR PARTE DE EE.UU.

¿Quién dijo que éste fue un caso aislado?

El mismo día en el que la prensa norteamericana publicó nuevas fotos de abusos a iraquíes –en este caso dos soldados alzan los pulgares junto a un prisionero muerto que había llegado a la prisión en buen estado de salud– trascendió la declaración jurada de un soldado que afirma que los maltratos a los detenidos eran sistemáticos.

Por Andrew Buncombe*
Desde Washington

Un soldado estadounidense ha detallado cómo presenció a tropas practicando falsas ejecuciones de prisioneros iraquíes e impidiéndoles dormir por órdenes de sus interrogadores, meses antes de que ocurrieran los notorios abusos en la prisión de Abu Ghraib. La novedad se conoció mientras la prensa norteamericana publicaba nuevas fotos de la soldado Sabrina Harman y del soldado Charles Graner con los pulgares en alto junto al cadáver de un prisionero iraquí, que se ha informado que llegó a la prisión en buenas condiciones de salud. Después del catastrófico ataque de anteayer por fuerzas norteamericanas en el oeste del país, en el que murieron 41 personas que estaban festejando una boda, estos hechos se suman a los de semanas cada vez más negras para los ocupantes a medida que se aproxima la fecha de transferencia del poder formal a los iraquíes el 30 de junio y las elecciones presidenciales estadounidenses del 2 de noviembre.
El soldado que ahora sale de testigo dijo que le ordenaron abiertamente a él y sus colegas no referirse al centro de detención en el que estaban trabajando en la Base Aérea Al Assad como a un campo de prisioneros de guerra, ya que violaba reglas de conducta estipuladas en las Convenciones de Ginebra. Se asumía generalmente que la mayoría de los prisioneros eran civiles arrestados por las fuerzas estadounidenses. La declaración jurada provista por el sargento Camilo Mejía entrega evidencia adicional de que los abusos en Abu Ghraib, revelados inicialmente por fotografías que shockearon a Estados Unidos y enfurecieron al mundo árabe, no fueron el incidente aislado que mencionan altos oficiales militares norteamericanos. Los incidentes a los que él se refiere ocurrieron a comienzos de mayo de 2003, muchos meses antes de los abusos en la prisión de Abu Ghraib en el oeste de Bagdad.
Su testimonio también pone de manifiesto el papel de los oficiales de la Inteligencia Militar (IM) en ordenar el “ablande” de prisioneros. Mejía alude a los interrogadores sólo por sus sobrenombres: “Scooter”, “Rabbit” y “Arty”. “Tres misteriosos interrogadores... instruían a los soldados de guardia a mantener a ciertos detenidos bajo privación de sueño. Esto se hacía para romper la voluntad de los detenidos de quedarse callados cuando se les hacía preguntas sensibles”, dice Mejía. “Mantener a esos detenidos despiertos... requería de algunas medidas bastante duras. La manera más fácil de hacerlo era gritar constantemente a los detenidos, hacerles mover sus brazos hacia arriba y hacia abajo, hacerlos sentarse y pararse por varios minutos. Cuando esas técnicas fallaban golpeábamos la pared con una maza enorme –ustedes podrán imaginarse el eco aterrador– o se cargaba una pistola de 9 milímetros junto a sus cabezas.” Y agrega: “La forma en que tratábamos a esos hombres era dura para los soldados, especialmente luego de darse cuenta de que muchos de esos combatientes no eran más que pastores de ovejas”.
Mejía, de 28 años, un infante de la Guardia Nacional de Florida, está actualmente siendo procesado por un tribunal militar en Fort Stewart, Georgia, donde se lo juzga por deserción luego de no haberse reincorporado a su unidad en Irak después de unas vacaciones de dos semanas. En una declaración jurada obtenida por este diario, Mejía ha solicitado ser considerado un objetor de conciencia. Alega que la guerra “se libra por el petróleo” y que se opone al maltrato de civiles iraquíes.
Anteayer, el primer día del tribunal militar, los abogados de Mejía pasaron gran parte de su tiempo buscando permiso del juez militar, el coronel Gary Smith, para permitir el testimonio de testigos que pudieran apoyar la afirmación del infante de que su unidad recibió órdenes de maltratar a los prisioneros. Ramsey Clark, que fue secretario de Justicia bajo el presidente Lyndon Johnson, sostuvo: “Estados Unidos está buscando someter a soldados a tribunales militares (en Irak) por abusos indignantes, al mismo tiempo que persigue a un soldado por medio mundo porque hizo lo que tenía el deber de hacer bajo la ley internacional”. Mejía afronta un año en prisión y una expulsión por mala conducta si se lo condena como desertor. La ley militar define una deserción como abandonar las fuerzas armadas sin intención de regresar o para “evitar responsabilidades peligrosas o esquivar deberes importantes”.
El capitán Al Balbo, el fiscal del ejército, argumentó que incluso si Mejía había visto a prisioneros siendo torturados, eso no justificaba escapar del ejército por cinco meses. “Esto es por un soldado que desertó, que se escapó –sostuvo–. Mientras permaneció escondido nunca planteó estos temas. En lugar de eso, los enterró en su bolso de objetor de conciencia.” Mejía dijo a los periodistas: “Sólo puedo decir que, cualquier cosa que haya hecho, la hice porque sentí que tenía una obligación, moral y en algunos casos legal”.
* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.

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