Sáb 26.06.2004

EL MUNDO

Los enemigos de mis enemigos son mis amigos, dicen ahora en Bagdad

Los chiítas de la milicia del Ejército de Mahdi de Moqtada al-Sadr ofrecieron colaboración a la nueva policía iraquí contra los que se presume que son terroristas extranjeros en la masacre que diezmó 100 vidas el jueves. EE.UU. atacó un presunto bastión de Al Qaida.

Por Angeles Espinosa *
Desde Bagdad

Iyad Allawi, quien el miércoles asumirá como primer ministro de Irak, se comprometió ayer a aplastar al terrorismo y el ministro del Interior Falah al-Naquib acusó a países extranjeros que no nombró de estar detrás de los atentados que el jueves causaron 103 muertos y tres centenares de heridos en seis ciudades de Irak, incluida la capital. Al-Naquib, que compareció ante la prensa acompañado del titular de Defensa, Hazem Shaalán, aseguró que en los próximos días ofrecerá pruebas de su acusación. Sin embargo, Estados Unidos no ha esperado. El viernes mismo lanzó un nuevo bombardeo contra un presunto escondite en Faluja de Abu Musab al-Zarqawi, el hombre cuyo grupo se responsabilizó de los ataques. La operación dejó entre 20 y 25 muertos, según fuentes militares. Y el nuevo gobierno recibió el crucial apoyo de la milicia del Ejército de Mahdi del clérigo chiíta Moqtada al-Sadr, quien exhortó a sus fuerzas a cooperar con la nueva policía iraquí contra un extremismo extranjero al que se presume ligado a la red Al Qaida de Osama bin Laden y, por lo tanto, de filiación sunnita, los rivales tradicionales de los chiítas en Irak.
Irak era ayer un país conmocionado, cuya población evitó en gran parte salir de casa. A la festividad del viernes y las altas temperaturas que ya superan los 40º C, se unía el temor a que tal como había presagiado el primer ministro Iyad Allawi la noche anterior, la oleada de ataques pudiera continuar o incluso intensificarse. Aunque las fuerzas iraquíes y estadounidenses habían recuperado el control, el aumento de la presencia militar y los puestos policiales daban la impresión de estar esperando un nuevo asalto, en especial en Bagdad. Se teme que Abu Musab al-Zarqawi intente plantar una serie de coches bomba en la capital antes de que se produzca el traspaso de soberanía el próximo miércoles. Allawi, a todo esto, se ha mostrado muy enérgico contra las acciones terroristas. “Vamos a aplastar a los responsables”, aseguró el jueves por la noche. Estados Unidos confía en que la estrategia de Allawi erosione el apoyo popular a la insurgencia. Pero los iraquíes, que llevan un año oyendo promesas de que sus vidas van a mejorar, no se conforman con declaraciones y esperan ver avances concretos en el control de la violencia. De momento, la sensación que tienen es que las autoridades sólo se protegen a sí mismas. Ayer varios blindados norteamericanos impedían el acceso a toda la calle en la que se encuentran las viviendas de los miembros del gobierno y obligaban a dar un rodeo.
El ministro del Interior reconoció que sus hombres no tienen gran poder de fuego y están mal equipados para hacer frente a ataques como los que sufrieron el jueves. En la mayoría de las ciudades (Baba, Ramadi, Faluja y Bagdad) se produjeron asaltos a las comisarías por parte de individuos armados con lanzagranadas y morteros. “Hemos iniciado un nuevo programa para dotar de nuevas armas a todos los policías, incluidos los agentes de tránsito”, anunció tratando de enviar un mensaje de tranquilidad.
En Mosul, donde el jueves hicieron explosión siete coches bomba, fuentes policiales manifestaban que la investigación estaba resultando muy difícil. Al menos la noche transcurrió tranquila y la población respetó el toque de queda, según un portavoz. Durante el día, la mayoría de los habitantes evitaron las calles por temor a nuevos ataques. En la petrolera Kirkuk, a 175 kilómetros al este de Mosul, el jefe de la policía, general Turhan Yusef, declaró el estado de máxima alerta. “Tenemos información sobre posibles atentados terroristas mañana por la mañana (por hoy sábado) contra comisarías o responsables locales”, justificó al anunciar que había sacado a 5000 agentes a la calle.
El ataque aéreo norteamericano en Faluja, el tercero en una semana, tuvo como objetivo una vivienda del barrio de Shuhada, al sudoeste de ese feudosunní situado a 50 kilómetros de Bagdad. Dos misiles destruyeron un presunto escondite del grupo terrorista de Al-Zarqawi. “Donde sea y cuando sea que sepamos que hay elementos de esa red, los atacaremos”, aseguró en un comunicado el general norteamericano Mark Kimmitt, jefe adjunto de operaciones de las fuerzas de la coalición. Los dos primeros ataques, el sábado y el martes pasados, también causaron una veintena de muertos cada uno. Faluja vivió ayer un segundo día de enfrentamientos. Durante la noche y por la mañana se oyeron explosiones y fuego de armas automáticas. Los carros de combate y los blindados de los marines estadounidenses realizaban maniobras en la autopista que bordea la ciudad, mientras que desde el este hombres armados les respondían con fuego esporádico. Fuentes hospitalarias dijeron que se habían producido dos muertos y siete heridos en estas escaramuzas.

* De El País de Madrid. Especial para Página/12.

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