EL MUNDO
› KERRY CONTRAATACA ENTRE ENCUESTAS DESFAVORABLES
Ofensiva con gusto a miedo
Los sondeos siguen dándole mal al demócrata John Kerry, que ha salido a golpear a George W. Bush en todos los flancos.
Por Rupert Cornwell *
Desde Washington
A apenas seis semanas del día de la elección, un John Kerry en problemas finalmente se ha quitado los guantes, acusando al presidente George W. Bush de engañar a las tropas estadounidenses en Irak y lanzando una nueva ofensiva contra los vínculos del vicepresidente Dick Cheney con el grupo empresario de servicios petroleros Halliburton. Esta estrategia constituye un riesgo calculado, especialmente la andanada contra George Bush en su momento de encarnación más popular como comandante en jefe y el líder más apto para enfrentar la amenaza terrorista. Pero un desempeño mediocre en las encuestas y en la ruta de campaña ha dejado pocas opciones a Kerry.
El viernes, el demócrata acusó lisa y llanamente al presidente de simular que todo estaba bien en Irak mientras está preparando una masiva convocatoria a reservistas. Minutos después de su discurso, el veterano congresista demócrata John Murtha, un especialista en defensa y ex marine, sostuvo que funcionarios del Pentágono le habían dicho que la convocatoria tendría lugar en cuestión de días tras las elecciones del 2 de noviembre. Al mismo tiempo, la campaña de Kerry está desencadenando un doble ataque televisivo. Una serie de avisos acusa al vicepresidente de conflicto de intereses al recibir un pago de separación de Halliburton, de la que Cheney fue presidente entre 1995 y 2000, mientras Halliburton ha ganado masivos contratos de reconstrucción en Irak. La otra serie de avisos presenta a la Casa Blanca haciéndoles el caldo gordo a los intereses petroleros de Arabia Saudita. Este nuevo tono áspero sigue a un reajuste de la campaña de Kerry, degradando el rol del asesor en jefe Bob Shrum, que había urgido al candidato a presentar una imagen por encima de la competencia, con resultados mixtos.
Mientras tanto, varios veteranos curtidos en batalla de las campañas de Bill Clinton, incluyendo a Mike McCurry y Joe Lockhart, ex secretarios de prensa de la Casa Blanca, se han sumado al esfuerzo electoral. Pero el estado de ánimo en el partido está dominado por la frustración y la impotencia, lo que está ejemplificado en Ed Rendell, el gobernador demócrata de Pennsylvania, que se ha quejado de que Kerry presta poca atención a líderes locales como él.
La preocupación de Rendell nace de las encuestas. Dependiendo de la encuestadora, el senador de Massachusetts está o bien en una paridad con Bush o, si el sondeo de Gallup del viernes es correcto, 13 puntos por detrás, lo que podría augurar una derrota aplastante. Las encuestas estado por estado muestran un panorama más sombrío. En estados marginalmente republicanos como Missouri y Ohio, Bush tiene una ventaja sólida. En varias fortalezas demócratas –incluso New Jersey, que Al Gore ganó por 16 puntos en 2000– Kerry se está viendo obligado a defender lo que debería ser un territorio confiablemente demócrata. Y en una nueva encuesta CBSNew York Times divulgada ayer, un 50 por ciento dice que Bush ha expresado claramente qué se propone hacer en los cuatro años de su eventual segundo mandato, mientras un 57 por ciento opina que Kerry no ha logrado establecer ante la gente para qué quiere ser presidente.
El problema de Kerry es simple. Los temas de seguridad están superando a los problemas tradicionales, como los servicios médicos, que normalmente favorecen a los demócratas. Un signo preocupante está dado por la penetración que este presidente republicano estilo macho está haciendo en el voto femenino. Las “mamás del fútbol” –votantes demócratas de la era de Clinton han sido transformadas por la guerra antiterrorista en “mamás de la seguridad” con inclinaciones republicanas.
Tampoco está ayudando a Kerry la extraña falta de impacto de su compañero de fórmula, John Edwards. Considerado uno de los mejores políticos de campaña de su era, Edwards habla muy poco en estos días.
* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
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