Mié 29.12.2004

EL MUNDO  › LOS MUERTOS EN ASIA YA SUMAN 55 MIL
Y SE ESPECULA QUE PUEDEN LLEGAR AL DOBLE

Un horror que no encuentra límite

A los 55.000 muertos se agregan 30 mil desaparecidos, aunque las cifras crecen constantemente. La Organización Mundial de la Salud advirtió que las epidemias que se desaten pueden matar a otro tanto. Fallecieron cientos de turistas occidentales y miles huyen de la zona. La ONU puso en marcha el mayor operativo de ayuda de la historia. Desaparecieron ciudades enteras.

A tres días del tsunami en el océano Indico, las olas depositan con mansedumbre algunos cuerpos en la playa, donde esperan los buitres. Las últimas cifras hablan de 55 mil muertos y 30 mil desaparecidos, y queda sobreentendido que hoy el más alto de estos números crecerá. La ONU alerta que la zona de desastre empeorará con la llegada de enfermedades que pueden causar más muertes que las ya provocadas por el terremoto. Para evitarlo, la ayuda internacional apura los envíos de lo que puedan necesitar quienes perdieron todo.
Decir que el mundo está trastornado por el suceso es para nada exagerado, de acuerdo con las mediciones científicas que muestran una modesta nueva configuración de la Tierra, eje gravitatorio incluido (ver aparte). Los hindúes tuvieron que dejar de lado sus ritos funerarios que prescriben la incineración de los cuerpos. Las excavadoras, cuando no las manos de los deudos, echan tierra sobre las fosas comunitarias. Las caras de por sí talladas por la pobreza no logran salir del estupor que imprimieron las olas en once países del sudeste asiático.
En Indonesia, murieron 27.174 personas. En Sri Lanka, 17.800. Estos países recibieron el mayor impacto del maremoto de 9 grados en la escala de Richter. En India fallecieron 10.500, en Tailandia son 1500 muertos, aunque se prevé que el número llegará a 5000. En Myanmar (ex Birmania) son 90, en las islas Maldivas 55, en Malasia 65, en Somalia –a 4800 kilómetros del epicentro del desastre– son 40 los muertos y 60 los desaparecidos. En Tanzania, el agua mató a 10 personas, en Bangladesh a 2 y en Kenia a 1. Si bien ésta es la realidad del día, se teme que en Sri Lanka, por ejemplo, los decesos lleguen a 25 mil. En este país hay un millón de personas evacuadas.
El carácter paradisíaco de la zona hizo que el drama tocara a la mayor parte de los países del hemisferio norte, pródigos en turistas. Hasta ahora, sólo en Tailandia, 786 de los muertos son occidentales, mientras hay miles de desaparecidos. Se sabe que 22 de ellos son franceses, 16 de Gran Bretaña, 13 de Italia y el mismo número de Noruega. La mayor preocupación reina entre los alemanes y los suecos.
El ministro alemán de Relaciones Exteriores, Joschka Fischer, barajaba una cifra de muertos y heridos “sumamente grave”. Serían por lo menos 100 sobre un total de 4 mil turistas alemanes que se encontraban en la región. En Suecia, la Cancillería anunció que no tenía noticias de por lo menos 1500 ciudadanos de ese país que vacacionaban por la zona, y expresó abiertamente su temor de que gran parte de ellos hayan muerto.
Sustenta esta impresión el caso del hotel Sofitel de Jao Lak, en Phuket, Tailandia. Se desconoce la situación de 229 personas, entre clientes y empleados. Al revisar lo que quedó del lujoso hospedaje, que había estado ocupado por 450 personas en total, se hallaron 35 cadáveres. Otras decenas había tirados en las calles, colgando de árboles o flotando en piscinas. En varias zonas, la policía impuso un toque de queda para evitar saqueos.
Mientras se intenta conocer la situación de los argentinos que estaban en la región, hay siete turistas chilenos y dos brasileños muertos.
Entre tanta muerte, reconfortó la noticia de la bebé de 20 días que sobrevivió flotando en un colchón sobre el mar junto a su hermana mayor. En el instante del cataclismo, la recién nacida dormía en una habitación del restaurante de su padre, con quien ya se reencontró.
No obstante, el panorama desalentador es una constante. En Sri Lanka, donde los tsunami abrazaron el 75 por ciento de sus costas, “ciudades enteras de pescadores fueron arrasadas y no hay sobrevivientes para decir cuántas personas vivían allí”, afirmó un policía de la provincia sureña de Galle. Allí, como en otros lugares, las morgues de los hospitales están llenas y los cuerpos se alinean al aire libre. En la costa noroeste de Sumatra, frente a la que se produjo el epicentro del maremoto, los poblados desaparecieron: “No hay ningún signo de vida a lo largo de los 240 km de costa”, contó un periodista que sobrevoló la zona. El techo de un auto aflora entre las aguas que se instalaron en el lobby de un hotel. Es una imagen compartida con todo lo que se puede romper y acostar al lado de un cuerpo que alguien busca incansablemente.
“Es la peor catástrofe que enfrentamos en décadas y aún no hemos comprobado toda su amplitud”, indicó el secretario general de la Federación Internacional de la Cruz Roja, Markku Niskala. Según la Organización Mundial de la Salud, las cifras de víctimas pueden duplicarse a causa de las epidemias de cólera, tifus, hepatitis y leptopirosis listas para desatarse a causa de la contaminación del agua potable provocada por la destrucción de los sistemas de desagüe y la suciedad de los pozos.
“Los cadáveres están por todas partes y apestan terriblemente. La gente los está llevando a los templos budistas de la zona que se convirtieron ya en grandes depósitos de cadáveres, completamente repletos”, evidenció Joseph Pradhan, obispo de Surat-Thani, Tailandia.
Se calcula que el costo de los daños es de 13.500 millones de dólares. La ONU, por su parte, avisó que pedirá a los países donantes que aporten una suma que superaría los 1600 millones de dólares para realizar “la mayor operación” de ayuda humanitaria de su historia, contó el responsable de asuntos humanitarios de la ONU, Jan Egeland.
Según el Instituto de Ciencias Geológicas y Nucleares en Wellington, Nueva Zelanda, el tsunami alcanzó ese país, situado a más de 8 mil kilómetros del epicentro. Allí el nivel del mar subió 20 centímetros, señaló Warwick Smith, del instituto. “En términos prácticos, es muy pequeño”, dijo. “No causó ningún daño, y la mayoría de la gente no pensaría sobre ello como un tsunami. Pero, técnicamente, eso fue.”

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