Lun 03.01.2005

EL MUNDO  › MUEREN 28 SOLDADOS IRAQUIES EN OTRO ATENTADO

Bombas contra las elecciones

Por Borzou Daragahi *

Al menos 25 miembros de la Guardia Nacional iraquí murieron en un atentado suicida afuera de una base militar norteamericana, cerca de la ciudad de Balad, ubicada en el “Triángulo Sunita”. Unas horas después, grupos rebeldes mataron a tiros a tres policías iraquíes y a un líder político cerca de Samarra, otra ciudad árabe sunita. Las matanzas, parte de un torrente de ataques sobre las fuerzas de seguridad iraquíes, plantean serias dudas sobre la capacidad del gobierno interino de proteger a los votantes durante las elecciones.
“No es una buena situación,” dijo el teniente coronel Haydar Rasool, un comandante de batallón de la Guardia Nacional iraquí (GNI) en Bagdad. “Si alguien no quiere participar de las elecciones iraquíes no debería participar. ¿Pero por qué matarnos?” Las agencias de noticias informaron que dos hombres en un vehículo cargado con explosivos chocaron contra un micro que llevaba soldados iraquíes. La explosión también mató por lo menos a un civil. Se trata del ataque más mortífero sobre las fuerzas de seguridad desde que en septiembre explotó un coche bomba en una comisaría de Bagdad donde se reclutaban policías.
Los ataques son cada vez más frecuentes. El sábado, asesinaron a un mayor de la policía de Bagdad en la puerta de su casa. Durante el fin de semana apareció en Internet un video en el que hombres encapuchados, que decían estar vinculados con Al Qaida, fusilaban a cinco miembros de la seguridad iraquí a plena luz del día en una calle de la ciudad sunita de Ramadi. “A las familias de las fuerzas de defensa civiles, a la Guardia Nacional y a la policía: les decimos que den su último adiós a sus hijos antes de enviárnoslos”, decía un militante enmascarado en el video. “Nuestra recompensa a sus hijos es la matanza.” Los bombardeos y las ejecuciones tienen como blanco a las mismas fuerzas que deberán proteger a los votantes en 27 días durante las elecciones parlamentarias.
Estas elecciones podrían rediseñar la topografía política del país. Los árabes sunitas dominaron Irak bajo el régimen de Saddam Hussein y también durante la monarquía instalada por los británicos en los años ’20 y durante el imperio otomano. La mayoría chiíta y los poderosos kurdos podrían por primera vez tomar el control del gobierno.
Por eso grupos provenientes de la minoría árabe sunita, ex miembros del aparato de seguridad de Hussein e intransigentes religiosos de otras partes del mundo árabe, se han lanzado a sabotear las elecciones.
Los norteamericanos y los funcionarios del gobierno interino han jurado que las elecciones del 30 de enero igual se llevarán a cabo. Pero los votantes iraquíes no parecen tener demasiada fe en las habilidades de las fuerzas de seguridad, que no pueden ni protegerse a ellas mismas. Las calles están prácticamente vacías en los últimos días, ya que los iraquíes temen una escalada de violencia antes de las elecciones.
Algunos iraquíes tienen cierto desdén hacia la Guardia Nacional, creada por los Estados Unidos para proveer seguridad doméstica y protección para sus propios soldados. En árabe se la denomina “haras al watani”, pero los iraquíes han comenzado a llamarla despectivamente “haras al wathani,” que significa “guardianes de los paganos”. Hasta el propio presidente norteamericano George W. Bush admitió hace poco que las fuerzas de seguridad iraquíes no estaban pudiendo manejar la seguridad.
Un comandante iraquí de la Guardia Nacional, quien hace seis meses orgullosamente organizó un tour por su base para periodistas occidentales, reconoció que estaba perdiendo la fe en sus propios hombres. “Todos ellos vienen a trabajar sólo para recibir su salario”, dijo el ayer el comandante que agregó: “La mitad está trabajando con la resistencia”.
Un informe fechado el 23 de diciembre del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales, un think tank en Washington, culpó a losnorteamericanos por las fallas de las fuerzas de seguridad. Los reclutas iraquíes, dice el informe, “tienen un “limitado incentivo para luchar o tomar riesgos, y esto es casi inevitable cuando no existen liderazgo, facilidades, equipamiento, entrenamiento ni capacidades de refuerzo adecuados”. La respuesta del gobierno interino a las crecientes preocupaciones en torno las fuerzas de seguridad han sido en su mayoría superficiales. El ministro de Defensa iraquí, Hazam al Shaalan, recientemente anunció planes para fusionar a la Guardia Nacional de 40.000 miembros al ejército iraquí a partir del 6 de enero.

* De The Independent de Gran Bretaña, especial para Página/12.
Traducción: Ximena Federman.

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