Jue 06.01.2005

EL MUNDO

Otras voces

Aníbal Fernández, ministro del Interior:
“No es que el Presidente se borró. Cada uno que piense lo que quiera. Pero la calificación pareciera ser que lo importante del tema no son los 185 muertos, sino que el Presidente diga un discurso de ocasión. Es un análisis político berreta. Yo, por lo menos, lo siento de esa manera, porque creo que el silencio debe interpretarse como respeto, ya que nunca se vio algo de estas características en la Argentina. El Presidente entendió que no tenía que hacer expresiones más que ejecutar lo más rápido posible el accionar para resolver diferentes problemáticas. Y después hablábamos, recién en el momento en que todo el mundo hubiera salido de este pésimo momento. Si no era una falta de respeto, era una canallada esto de prestarse para hacer cualquier tipo de declaración de ocasión”.

Rodolfo Terragno, senador radical:
“En general, los políticos son demasiado dependientes de los medios de comunicación. Y deben entender que los medios interpretan la realidad de maneras diferentes, con criterios y puntos de vista diferentes. Para ejercer la política no se puede tener piel de bebé. La mayoría de los políticos se irritan ante las críticas. Hay que saber que si uno es una personalidad pública está en la vidriera y, le guste o no, se expone a cuestionamientos, a veces de mala fe o con un sesgo ideológico. Esto, que es común a todos los políticos, es más grave cuando se da en el jefe de Estado, que es el líder de la Nación. Y el líder de la Nación no puede estar leyendo los diarios para ver qué dicen de él, si hablan bien o mal. El diario, por definición, se ocupa de lo cotidiano. El Presidente no puede desatender lo cotidiano, pero tiene la obligación de ir más allá. La actitud de Kirchner me parece, entonces, lamentable”.

Elsa “Tata” Quiroz, secretaria general del ARI:
“Kirchner está muy enojado y se desquita con los medios, pero se equivoca: los que criticaron su ausencia no fueron sólo los medios sino todos los argentinos, porque un Presidente no puede no hacerse cargo de una situación de dolor nacional. Negar la realidad siempre es peligroso, aísla a la persona de la situación real, la ubica en un lugar que no corresponde y la inhibe de formular propuestas superadoras. Kirchner no acepta los cuestionamientos, vengan de donde vengan, y entonces se encierra y se aísla. Y eso nunca es algo positivo”.

Gustavo Martínez Pandiani, experto en comunicación política:
“La estrategia del silencio fue una buena estrategia, pero no se combinó con un buen timing. No tenía sentido exponerse porque la responsabilidad era de la Ciudad y no de la Nación. El error fue el timing y ciertos manejos de comunicación. Se decía que no había motivos para que el Presidente viniera a Buenos Aires y al mismo tiempo estaba viniendo. Pero fue un error menor. Lo que sí creo que no tiene sentido es la respuesta que dio a los medios, por más que algunos comentarios hayan sido realmente sorprendentes. La nota del diario El País, por ejemplo, no fue un análisis sino una crítica a la distancia, poco después del incendio. Me pareció a destiempo. De todos modos, creo que el Presidente se equivoca cuando sale tan fuerte, porque se potencia el clima de descontento”.

Enrique Zuleta Puceiro, consultor:
“Kirchner ha sido mucho más inteligente que Ibarra. El Presidente ha sido prudente y mucho más inteligente a pesar de las críticas que recibió en su país y en la prensa
internacional. Ibarra le echó la culpa a otros. Echarle la culpa a los bomberos, al chico de cinco años que pudo haber tirado la bengala o al empresario (Omar) Chabán no va a funcionar. Hay un absoluto default del Estado. Hoy hay un terremoto, un maremoto o cualquier otra cosa y la situación es exactamente la misma. Es un Estado que no existe, un Estado en ruinas, y lo mejor en estos momentos es callar, no hablar, traer soluciones y que la gente advierta que realmente se está trabajando para ella”.

Analía del Franco, titular de Analogías:
“Kirchner es muy celoso del vínculo que construyó con la gente y da la sensación de que le gustaría evitar la intermediación. En este caso, él optó por algo que no es habitual en él, que es el silencio. Esto descolocó a la gente y exacerbó a algunos medios. Hubo interpretaciones diferentes sobre este silencio y Kirchner, al ser tan cuidadoso de este lazo con la opinión pública, se irritó porque se hicieron lecturas que difieren de la suya. En cuanto a la confrontación, a las declaraciones contra los medios, me parece que todavía le sirven como estrategia. Los medios son vulnerables y, con la presencia y la popularidad que todavía conserva, quizás le convenga decir que hicieron una interpretación errónea. Todavía la gente le va a creer a él”.

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