EL MUNDO
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ASI LO VEN
Choque por el gas:
El domingo pasado el presidente Carlos Mesa renunciaba de modo no irrevocable y luego era ratificado en su cargo por el Congreso. Bolivia se encamina a una cumbre político-social (ver página/17) y la discusión de la ley de hidrocarburos.
La Razón:
La renuncia no irrevocable del presidente Carlos Mesa fue una decisión arriesgada, pero acertada; era la última carta que podía jugar. Si bien su renuncia tuvo resultados positivos y salió fortalecido, no es lo ideal porque la renuncia de un jefe de Estado crea incertidumbre y desestabiliza al ya frágil sistema democrático. Bolivia estuvo huérfana de liderazgo durante 48 horas. Por primera vez vemos a Mesa actuar como un político: negociando, llegando a acuerdos y buscando consensos con la clase política, algo que no se dio antes.
(Verónica Ormachea Gutiérrez)
El Deber:
Para bien de nuestro país, la inmensa mayoría de los bolivianos quiere vivir en paz y tener la oportunidad de ganarse el sustento dignamente. Son nueve millones de habitantes que luchan día a día velando por el bienestar de sus familias y en silencio cuando grupos de abusivos se lo impiden, por medio de bloqueos, de amenazas, del chantaje, de la violencia. Es hora de exigir que se respete el derecho de una mayoría que sólo quiere trabajar y vivir en paz.
(Editorial)
La Prensa:
Superada la crisis política luego del rechazo del Congreso a la renuncia del presidente Mesa, parece haberse allanado el camino para la ejecución de un proyecto nacional que combina las agendas “de octubre” y “de enero”, referidas a la elaboración de una nueva ley de hidrocarburos que garantice la seguridad jurídica para las inversiones y asegure la soberanía estatal sobre estos recursos no renovables y el correcto beneficio de su explotación y comercio; la convocatoria a una Asamblea Constituyente; la elección de prefectos departamentales y la realización de un referéndum nacional sobre autonomías. Sin embargo, persiste la crisis estructural.
(Editorial)
A un año del trauma 11-M:
Madrid se paralizó el viernes 11 de marzo para recordar en silencio a las víctimas del peor atentado sufrido en España. Hace un año, 192 personas morían y más de 1900 resultaban heridas por los ataques terroristas de Al Qaida.
El País:
Los españoles dejaron de lado sus diferencias para convertir su silencio en un homenaje nacional a las víctimas del atentado del 11 de marzo de 2004, el más grave de nuestra historia. Millones de personas salieron a las calles al medio día para expresar su solidaridad y repudio al terrorismo, sea islamista o de cualquier otro cuño. Todos los rincones de la geografía española fueron escenarios de un emocionante y sobrio acto de luto, reflexión y rabia contenida.
(Editorial)
ABC:
El primer aniversario de la jornada más trágica en la historia reciente de España ofrece una buena oportunidad para la reflexión colectiva. Muchos piensan que las instancias políticas no han estado a la altura de las circunstancias: el aire irrespirable del partidismo planea sobre las actuaciones de la desafortunada comisión parlamentaria de investigación y sobre algunos gestos que pueden ya calificarse de notorio fracaso, como la creación de la figura del Alto Comisionado. Las conclusiones apresuradas e incompletas de la comisión que el gobierno parece dispuesto a asumir sobre la marcha son la mejor prueba de un enfoque que da prioridad al beneficio particular sobre el interés público.
(Editorial)
The Times:
España conmemoró el primer atentado de la masacre de Madrid. Actualmente hay un fuerte debate de cómo enfrentase con el peligro. En Madrid recientemente terminó una importante conferencia internacional sobre este tema. La verdad mundana es que Al Qaida no será quebrado mediante conferencias, tratados ni comités. Los mejores medios para este fin involucran mejorar las agencias de inteligencia nacional y asegurar una adecuada conversación entre ellas.
(Editorial)
El giro de Siria:
Ante una fuerte presión internacional –teledirigida por Washington–, Bachar al Assad, presidente sirio, se comprometió este fin de semana a retirar a todos sus soldados (14 mil), más los agentes de inteligencia del Líbano.
Washington Times:
Bush correctamente descartó la promesa del mandatario sirio de una retirada parcial en marzo y una retirada total en mayo, calificando la proposición como una “una táctica dilatoria y una medida parcial.” El presidente también pidió que Siria implemente la Resolución 1559 del Consejo de Seguridad de la ONU, que hace un llamamiento al retiro de todas las fuerzas extranjeras del Líbano. De alguna manera, el discurso endurecido de Bush en torno a Líbano recuerda lo que dijo de Irak en 2002 y 2003, cuando demandó que Saddam Hussein se desarmara o se enfrentaría a serias consecuencias.
(Editorial)
New York Times:
Como respuesta al pedido de Siria, Hezbolá en Líbano organizó una enorme manifestación en Beirut, como contrapartida de las protestas antisirias. A pesar de los números, y de que el partido dice que la manifestación no estaba dirigida en contra de la oposición libanesa, Hezbolá se arrepentirá de este momento, que ha puesto al partido en oposición a gran parte de la sociedad libanesa en la cuestión de la hegemonía siria. Aunque Hezbolá tema que la ONU podría tenerlo como blanco una vez que Siria se retire, no gana nada con ensuciar su credibilidad por sus prioridades prosirias.
(Michael Young)
The Guardian:
Desde hace semanas, un coro occidental celebra un nuevo amanecer de la libertad en Medio Oriente, supuestamente gatillada por la guerra en Irak. Primero los palestinos y luego los iraquíes pudieron elegir a sus líderes, supuestamente gracias a la intervención occidental, mientras que las dictaduras en Egipto y Arabia Saudita se están democratizando bajo presión norteamericana. Y después en Líbano, el asesinato del ex primer ministro gatilló manifestaciones contra la presencia militar siria que derrocaron al gobierno prosirio.
(Editorial)