EL MUNDO
El ex presidente de WorldCom, culpable de usar guantes blancos
Bernard Ebbers fue declarado responsable de los nueve cargos de fraude del otrora gigante de la telefonía norteamericana.
Esta vez el delito de “guantes blancos” no eludió la condena. En un país que hace del libre mercado su panacea más allá de los escándalos financieros, el ex presidente de WorldCom, Bernard Ebbers, no pudo evitar ser declarado culpable ayer de los nueve cargos de los que se lo acusaba, en relación con el fraude contable de 11.000 millones de dólares en el gigante de la telefonía, que sufrió en consecuencia la mayor quiebra de la historia de EE.UU.
A pesar de que Ebbers alegó en su propia defensa que no estaba al tanto de la manipulación de los libros de cuentas y culpó del fraude a sus subordinados, el jurado de un tribunal federal de Nueva York lo halló culpable de fraude, conspiración y siete cargos de falso testimonio a las autoridades del mercado de valores. Ebbers, de 63 años, podría ser condenado a una pena de hasta 85 años de cárcel, aunque generalmente los jueces imponen penas inferiores al máximo posible por delitos de este tipo. El próximo 13 de junio se hará pública la condena.
Ebbers fue quien convirtió a la pequeña compañía telefónica de Mississippi en el segundo mayor proveedor de servicios telefónicos de larga distancia en EE.UU. Sin embargo, la empresa se declaró en quiebra en 2002 y dejó de ser insolvente el año pasado, con el nombre de MCI.
El juicio, que comenzó el 19 de enero pasado, enfrentó a Ebbers con quien fuera su mano derecha y director financiero de WorldCom, Scott Sullivan, que afirmó que el presidente de la compañía dirigió el fraude contable para que las ganancias de WorldCom cumplieran las expectativas de Wall Street. La acusación consideró que Ebbers tenía un móvil para el fraude, ya que tenía préstamos de cientos de miles de dólares avalados por sus títulos de WorldCom. Sin embargo, el ex presidente de la empresa subrayó sus oficios anteriores como entrenador de baloncesto y lechero y alegó que no sabía nada de contabilidad o de finanzas. El jurado, que deliberó durante ocho días, no le creyó. Por su parte, Sullivan se declaró culpable del caso en marzo de 2004 y ha cooperado con la acusación de Ebbers. A cambio obtendrá una condena más leve, aunque por el momento no se ha emitido.
El fraude de WorldCom salió a la luz en 2002. Quedaron sin empleo 20.000 trabajadores de la compañía y muchos de ellos también perdieron sus contribuciones de cara al cobro de futuras jubilaciones, por haberlas invertido en acciones de WorldCom que carecían de valor tras el escándalo. En total, los inversores perdieron 180.000 millones de dólares.
Ebbers lideró a WorldCom, que él mismo fundó en 1983, en más de 60 adquisiciones de otras compañías en un plazo de 19 años. En 2001 la empresa tuvo una facturación de 35.200 millones de dólares. Sin embargo, las tasas de crecimiento que demandaban los analistas no se podían cumplir, y para evitar una pérdida de valor de sus acciones WorldCom maquilló sus cifras contables.
Ebbers, hijo de un canadiense empleado de una estación de servicio, creció en la pobreza e hizo de la nada su carrera como ejecutivo. En el mundo empresarial cuidó su imagen de “outsider”, mostrándose a menudo en jeans y botas de cowboy. A diferencia de los responsables de otras empresas implicadas en fraudes de balances, Ebbers nunca vendió su propio paquete de acciones de WorldCom, y con la quiebra de la compañía perdió su propio patrimonio. Además, MCI exige la devolución de préstamos por 400 millones de dólares, que WorldCom concedió a Ebbers.
Este veredicto es la mayor victoria de los fiscales tras la ola de escándalos contables que sacudieron el mundo corporativo estadounidense a partir de 2001, cuando se produjo la quiebra del gigante de la energía Enron. La debacle financiera deprimió los mercados de valores, y según algunos expertos contribuyó a la recesión que sufrió entonces EE.UU. También las autoridades de Washington fueron acusadas de mantenerse al margen mientras las grandes corporaciones eran libres de hacer lo que les placía. Incluso cambió la legislación en relación a las auditorías y fortaleció el rol controlador de la SEC, organismo gubernamental encargadode supervisar el mundo financiero. Mientras que la sentencia a Ebbers sienta precedente en el intrincado mundo de los crímenes de “guantes blancos” como se le llama a este tipo de fraudes, los ex máximos responsables de Enron, Kenneth Lay y Jeffrey Skilling esperan su turno para ser juzgados en enero del año próximo.