Vie 10.05.2002

EL MUNDO

¿Quién dijo que Pakistán era un aliado confiable contra Al Qaida?

El atentado suicida en que murieron 14 personas se suma a una seguidilla de ataques del fundamentalismo islámico.

Por Rory McCarthy*
Desde Karachi

La policía comenzó a detener docenas de militantes islámicos en Pakistán anoche mientras funcionarios franceses aseguraban que el ataque suicida en el Hotel Sheraton de Karachi que mató a 14 personas fue una clara represalia por la guerra internacional contra el terrorismo. La policía paquistaní cree que los grupos activistas de Karachi están trabajando juntos y definiendo blancos de occidentales para atacar como represalia por la campaña en Afganistán, liderada por Estados Unidos.
A pesar de que suele haber atentados con bomba en Pakistán, los ataques suicidas contra occidentales son infrecuentes. En Francia, el vocero gubernamental, Jean-François Cope, dijo que el ataque del miércoles estaba apuntando claramente contra “el poder occidental” y “un miembro de la coalición contra el terrorismo”. También aseguró que en Francia la seguridad será reforzada. Anoche, una docena de los ingenieros submarinistas franceses que resultaron heridos en el ataque que mató a 11 colegas franceses, fueron llevados a París. Al menos 50 activistas en Pakistán fueron arrestados ayer en una serie de allanamientos.
Nisar Memon, el ministro de Información, dijo que los documentos encontrados dentro del Toyota rojo que llevaba la bomba estaban ayudando a los oficiales a identificar al propietario del vehículo. “Esto sucedió por el hecho de que Pakistán ha participado de la guerra contra el terrorismo –dijo Memon–. Este es el precio que Pakistán está pagando.”
El estallido se produjo luego de una seguidilla de ataques bien planeados contra blancos occidentales en Pakistán. Daniel Pearl, el periodista norteamericano que fue secuestrado y asesinado, y otras cinco personas, incluidos un diplomático norteamericano y su hija, fueron asesinados en un ataque suicida en una iglesia en Islamabad. Es sabido que muchos de los grupos activistas más peligrosos de Pakistán tienen su base en Karachi, una ciudad de 13 millones de personas.
Un alto detective en el caso Pearl dijo que muchos grupos activistas estaban trabajando actualmente para desestabilizar al gobierno militar. El detective dijo que activistas de Harkat-ul Jihad-al-Islami y Jaish-eMohammad, que luchan en Kashmir y tienen conexiones con el anterior régimen talibán, estaban ahora trabajando con dos grupos sectarios prohibidos, Sipah-e-Sahaba y Lashkar-e-Jhangvi. “Ellos han estado trabajando juntos desde su prohibición y están apuntando a blancos occidentales en Karachi –dijo–. Están trabajando contra el gobierno. Creemos que esto representa un riesgo para todos los extranjeros”.
El ataque no va a ayudar a mejorar la imagen de Pakistán en el exterior y puede alentar a trabajadores asistenciales y diplomáticos a huir del país. En especial, los occidentales en Karachi estaban tras el atentado “extremademente nerviosos –dijo el vocero del Consulado norteamericano, Lonnie Kelley–. Hasta ahora no hemos estado diciendo que volvieran a casa. Pero les hemos pedido que tomaran precauciones extremas”. A los familiares de diplomáticos norteamericanos y canadienses en Islamabad se les ordenó volver a sus casas dos meses atrás.
El nuevo ministro de Defensa francés, Michele Alliot-Marie, viajó a la ciudad ayer y visitó a los heridos, donde dijo: “Es muy pronto para saber si Francia ha sido seleccionada para el ataque. Pero si resulta que ése es el caso, esto se debe a que Francia ha actuado contra el terrorismo y para erradicarlo”.

* De The Guardian de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
Traducción: Giselle Cohen.

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