EL MUNDO
› UNA SORPRESA QUE PODRIA EMULAR LA ELECCION DE JUAN PABLO II
Quiénes y cómo son los papables tapados
Por O. G.
Desde Ciudad del Vaticano
A lo largo de la historia de los cónclaves muchas veces triunfaron los favoritos y en pocas ocasiones resultaron electos los “tapados”. Los memoriosos recuerdan que Karol Wojtyla, en 1978, recibió sólo cinco votos en la primera ronda, mientras arreciaba la interna entre dos cardenales italianos, Siri y Benelli. En la segunda votación obtuvo siete, luego superó la decena, para terminar siendo elegido por la mayoría casi absoluta de 99 electores, uniendo las voluntades de los “progresistas”, que pretendían asegurarse una continuidad con los principios del Concilio Vaticano II, y los “conservadores”, que vieron con buenos ojos la elección de un papa proveniente de un país comunista. En el cónclave que comienza mañana, hay un puñado de personalidades capaces de generar este tipo de consenso.
El cardenal austríaco Christoph Schoenborn es uno de ellos, junto al francés Jean Marie Lustiger, ex arzobispo de París, que se define a sí mismo como “el cardenal hebreo” por sus orígenes. Suena también el cardenal de Génova Tarcisio Bertone, al lado del indio Ivan Dias, del que se difundió un rumor sobre una posible diabetes. Purpurados vinculados a la Curia, como el colombiano Darío Castrillón Hoyos o el portugués José Saraiva Martins, no estarían mal vistos, mientras que en este grupo destaca el italiano Angelo Sodano, actual secretario de Estado del Vaticano, al que muchos reprochan su amistad con Augusto Pinochet durante su larga permanencia en Chile. Gusta a los progresistas el cardenal de San Pablo, Claudio Hummes, al que Lula le hizo un flaco favor al nombrarlo como “su candidato”, espantando el voto de los sectores políticamente más conservadores. Mientras que el italiano Angelo Scola es bien visto por los ortodoxos, aunque sus contendientes creen que “transformará el Vaticano en una capilla de la Casa Blanca”.
También es candidato el italiano Camilo Ruini, aunque su rol de “armador” de la candidatura de Ratzinger le ha ganado no pocas enemistades. Mientras tanto, ayer por la noche surgió con fuerza el nombre del arzobispo de Santiago de Chile, Francisco Errazuriz, elegido recientemente por unanimidad como presidente del Celam, con gran experiencia en el Vaticano donde trabajó a mediados de los años 90.
De Praga llega el nombre impronunciable del cardenal Miloslav Vlk, mientras que desde Bélgica aparece en la lista el progresista arzobispo de Bruselas, Godfried Danneels. Los africanos han perdido todas sus chances después de que se desechara el nombre del nigeriano Francis Arinze, por considerar que no está “a la altura de las exigencias”, mientras que del corazón de la Curia aparecen los nombres de Giovanni Battista Re, actual prefecto de la congregación de los obispos, y del alemán Walter Kasper, un pragmático que gusta a todos los sectores y que ha sido uno de los más firmes opositores a la candidatura “extrema” de Ratzinger. Muchos de estos candidatos agradecen en silencio que sus nombres no hayan sido puestos en el centro de la atención durante estos días, porque de esa forma evitaron que circularan los anónimos dossiers envenenados, como los que salieron a embarrarles la cancha a los cinco o seis “papables” que partieron como claros “favoritos”.
Es claro que el juego permanece todavía abierto. El misterio ayuda a encubrir la enorme trama de intereses contrapuestos que rodea cada elección de un papa. Sólo cuando la “fumata blanca” surja del techo de la Capilla Sixtina y el sucesor de Pedro se asome al balcón de la Basílica de San Pedro para saludar por primera vez a sus fieles, el mundo podrá saber cuál de los sectores ha prevalecido, qué agenda afrontará la Iglesia en los próximos años y qué intereses se verán más favorecidos.