EL MUNDO
› RIAD AUMENTARIA LA PRODUCCION
PARA BAJAR EL PRECIO DEL PETROLEO
El príncipe saudita con el amigo americano
Por Javier del Pino*
Desde Washington
El presidente de EE.UU., George W. Bush, recibió ayer en su rancho de Crawford (Texas) al príncipe Abdulá de Arabia Saudita. El principal productor mundial de petróleo y el principal consumidor trataron de buscar una solución que alivie la escalada del precio del barril, sin enfadar a quien lo vende. Las encuestas de opinión son cada vez más desfavorables para Bush, debido fundamentalmente, al encarecimiento de la gasolina.
Es muy conocida, y está suficientemente documentada, la amistad que une a la familia Bush con la monarquía saudita. El tratamiento que reciben los líderes de ese país por parte del presidente Bush sobrepasa los límites de la cordialidad. Ayer, hubo una serie de gestos que se movían entre lo simbólico y lo reverencial. El presidente permitió que las cámaras de televisión grabasen la llegada del príncipe saudí a la puerta de su residencia en el interior del rancho. Junto a él estaban el vicepresidente, Dick Cheney, la secretaria de Estado, Condoleezza Rice, y el jefe de Gabinete, Andrew Card, todos extremadamente sonrientes ante el desembarco del séquito saudita.
El presidente de EE.UU. quería trasladar a su invitado una idea: que la persistencia de precios elevados para el petróleo jugaría en su contra a medio plazo. Según Bush, Arabia Saudita debe aumentar la producción en aras de su propio interés, ante el crecimiento de la demanda desde nuevas potencias como China o India. “Un precio alto del petróleo dañará a los mercados, y él lo sabe. El ministro saudita del petróleo prometió la semana pasada un incremento en los niveles de producción a 12,5 millones de barriles al día para el año 2009 hasta llegar a los 15 millones diarios, por encima de los 11 que marcan los límites vigentes y los 9,5 que se producen actualmente. El consejero presidencial de Seguridad Nacional, Stephen Hadley, anunció a la prensa que “la delegación visitante expuso planes desarrollados para aumentar la inversión para incrementar la capacidad de producción de petróleo”. De esta forma, estaría en condiciones de producir lo prometido, “responde al asunto subyacente cuando se habla de precios, que es la oferta de petróleo y la capacidad de oferta, dijo Hadley.
En un segundo plano quedaron las otras cuestiones que unen y dividen a ambos países. Bush nunca habla en público de la situación política en Arabia Saudita, una monarquía absolutista sin libertad de expresión y derechos mínimos para las mujeres. Tampoco parece ocupar un primer plano la lucha contra el terrorismo, a pesar de que en ese país nacen muchos de los miembros de Al Qaida. EE.UU. y Arabia Saudita también comparten puntos de fricción sobre el futuro de Medio Oriente. El príncipe saudita, que ha mediado en la retirada siria de Líbano, ofreció relaciones estables con Israel si se retira a las fronteras anteriores a la guerra de 1967, lo que choca frontalmente con la posición del gobierno de Estados Unidos.
* De El País de Madrid. Especial para Página/12.