EL MUNDO
› MESA DEFENDIDO POR LA DEBILIDAD DE SUS ENEMIGOS
Empate a varias bandas en Bolivia
Por Pablo Stefanoni
Desde La Paz
Pese a su extrema debilidad y al desgobierno en el que se encuentra sumergido el país, el presidente Carlos Mesa cuenta con algunos factores que le están dando algo de “sobrevida”. Ni Evo Morales ni su partido están interesados en encarar un riesgoso proceso electoral anticipado –que, paradójicamente, podría favorecer a la derecha– y menos aún una sucesión constitucional que le daría el poder al presidente del Senado, Hormando Vaca Díez, un representante de la política filomafiosa, que rápidamente reconstituiría la megacoalición que sostuvo en el poder a Gonzalo Sánchez de Lozada e impuso un “cerco parlamentario” sobre el MAS. La apuesta de este partido es que Mesa vaya sobreviviendo hasta la convocatoria a una Asamblea Constituyente que cambie las reglas del juego político en el país (un dato no menor es que con el actual sistema, con segunda vuelta en el Congreso, resulta casi imposible un triunfo de Morales sin un acuerdo con los partidos tradicionales).
Por otro lado, los parlamentarios saben que atar su destino a cualquier conspiración de Vaca Díez puede concluir en un desastre (“no duraría ni un minuto en el palacio”, ha dicho Evo Morales). Y tampoco parecen dispuestos a arriesgarse a un adelantamiento de elecciones, en el cual la mayoría de ellos perdería su banca, dado el radical desfase entre la actual composición congresal (pre “guerra del gas”) y la relación de fuerzas políticas. En el caso de las FF.AA., carentes de liderazgos “fuertes”, han tardado mucho en limpiar su imagen como para aventurarse en algún fortuito putsch que, con seguridad, sería fuertemente resistido por la población. Ayer, los tenientes coroneles Julio Herrera y Julio César Galindo, quienes anteayer habían reclamado la dimisión de Mesa, fueron pasados a retiro obligatorio por el alto mando. Quienes sí quieren deshacerse del actual mandatario, tanto por animosidades políticas como “personales”, son las elites cruceñas. Sin embargo, estos sectores carecen de suficiente fuerza de movilización para forzar la salida de Mesa, a lo que se suma el problema antes mencionado: su “carta” sería también Vaca Díez.
Tampoco los sectores “radicales”, con influencia en la ciudad de El Alto y en parte del sector campesino, parecen en condiciones de voltear al gobierno, salvo que se produzcan algunos hechos inesperados, como muertos derivados de la represión estatal. En este ámbito es frecuente escuchar acusaciones de “traidor” contra el líder del MAS, quien ha rechazado algunas de sus consignas, como el “cierre del Parlamento”. Pese a su radicalidad, esta consigna –junto con otras como la “toma de la Plaza Murillo”– carece, al parecer, de una proyección más allá del “acto” (o, en general, de la retórica).
En síntesis: Mesa no cae no por su fortaleza sino por la debilidad de sus adversarios.
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