Mié 08.06.2005

EL MUNDO

Juntos y no tanto en la preocupación por la crisis

La OEA, el Grupo de Río, el Mercosur y la Comunidad Andina instaron a las partes en conflicto en Bolivia a buscar una salida institucional a la crisis. EE.UU. y Venezuela se trenzaron en acusaciones mutuas de interferencia.

Por José Manuel Calvo *
Desde Fort Lauderdale

La crisis de Bolivia no sorprendió a la Asamblea de la Organización de Estados Americanos (OEA) reunida en Fort Lauderdale, porque nadie era ajeno a la situación en el país andino. Juan Ignacio Siles, ministro boliviano de Exteriores, informó de la renuncia de Carlos Mesa y pidió apoyo “para quien constitucionalmente asuma la presidencia del país”, pero subrayó que las soluciones corresponden sólo a los bolivianos. El secretario general, José Miguel Insulza, expresó la disposición de la OEA a colaborar en la solución de la crisis. Además, el Grupo de Río, el Mercosur y la Comunidad Andina expresaron ayer su preocupación por la situación boliviana.
Siles pidió a los reunidos “seguir con atención el estricto cumplimiento del orden democrático por parte de todos los actores políticos y sociales, para que las resoluciones se enmarquen en el buen entendimiento entre los bolivianos”. La semana pasada, Siles anticipó ya que “las dificultades del país serán resueltas por los bolivianos”. Más duro fue Evo Morales, líder del Movimiento al Socialismo (MAS) y protagonista de las protestas que desembocaron en la salida forzosa del ex presidente Sánchez de Lozada, hace 20 meses: “Ni EE.UU. ni la OEA tiene autoridad moral para interferir en la situación de mi país”. La presencia de Insulza en La Paz “sería un insulto para Bolivia”, añadió Morales, que ha propuesto que Bolivia se retire de la OEA.
Insulza pidió tranquilidad para abordar la crisis, aunque añadió: “No es posible pensar que la OEA no haga nada”. A los periodistas les reiteró que “nadie desde fuera debe intervenir”, pero que cualquier misión de la OEA “nunca tiene por objeto intervenir, sino mediar, ver cómo podemos ayudar”. En el borrador previsto para su aprobación, se lamenta la agudización de la crisis y se pide a los actores políticos bolivianos que resuelvan la situación “pacíficamente y con respeto a los derechos humanos y la Constitución”. La OEA se pone a disposición de lo que necesiten “las autoridades legítimas de Bolivia para facilitar el diálogo y superar las crisis al tiempo que se garantizan las instituciones democráticas”.
El responsable de América latina en el Departamento de Estado, Roger Noriega, dijo a la agencia France Press que “el perfil del presidente Chávez en los acontecimientos de Bolivia es obvio”. Alí Rodríguez, ministro venezolano de Exteriores, respondió: “Si tiene pruebas, que las presente”, y lo acusó de “echar leña al fuego”. ¿Financia el régimen de Chávez al MAS? “No, categóricamente; no, indignadamente”, dijo Rodríguez a los periodistas.
Al mismo tiempo, el gobierno norteamericano autorizó la salida de Bolivia de las familias de diplomáticos y del personal no imprescindible de su embajada y advirtió a sus ciudadanos que no viajen a ese país. La crisis coincidió con el frustrante debate de encontrar opciones viables para reforzar la democracia en el hemisferio (ver página 10). La propuesta de EE.UU. –presentada tarde y mal, y sucesivamente matizada– de poner en pie un mecanismo de seguimiento de la aplicación de la Carta Democrática y de abrir la OEA a los organismos de la sociedad civil sonó a un buen número de países como un caballo de Troya para la “injerencia en asuntos internos”. En palabras de Alí Rodríguez, “de mecanismos, nada; de cooperación, lo que haga falta”.

* De El País de Madrid. Especial para Página/12.

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