Sáb 23.07.2005

EL MUNDO  › LA POLICIA DE GRAN BRETAÑA ASESINO
A QUEMARROPA A UN SOSPECHOSO EN EL SUBTE

Jornada de gatillo fácil en pleno Londres

Dentro de una cacería humana cada vez más frenética, policías británicos de civil arrinconaron y redujeron ayer a un sospechoso en una estación de subte de Londres para descargarle cinco tiros en la cabeza. La policía justificó su acción alegando que podía tratarse de un kamikaze. Y hay indignación en la comunidad musulmana.

› Por Marcelo Justo

Fue un nuevo día de violencia y vértigo, pero con un contenido inédito para Gran Bretaña: policías de civil mataron a quemarropa a la mañana a un presunto atacante suicida en el andén de una estación de subte en el sur de Londres. “Por la información que tengo, este operativo está directamente vinculado a los que se están realizando en el marco de la actual lucha antiterrorista”, indicó sir Ian Blair, jefe de la Policía Metropolitana. El hecho produjo consternación entre la comunidad musulmana, que expresó temor a una política de gatillo fácil en el marco del actual clima de zozobra y paranoia que se vive en el país. La policía británica dio a conocer las imágenes de los cuatro sospechosos del segundo atentado en Londres en 15 días. En la misma conferencia de prensa, el jefe de la Scotland Yard alertó que se trata de personas “extremadamente peligrosas”.
Dentro de una investigación que avanza con la misma vertiginosa celeridad que la de los hechos del 7 de julio, la policía mostró las imágenes recuperadas de los circuitos televisivos de las estaciones de metro y el colectivo en que se produjeron los últimos atentados. En relación con lo ocurrido en la estación de Oval, en el sur de Londres, el comisario a cargo del operativo antiterrorista, Andy Hayman, dio a conocer la imagen de un hombre joven, alto, que escapaba a la carrera y tenía un buzo negro en el que se leía en letras amarillas New York. El sospechoso del atentado en el colectivo, en el este de la capital, es un hombre macizo, con gorra blanca y bigote: la imagen marca con precisión la hora, las 12.53. En el de Shepherd’s Bush, en el oeste, el circuito televisivo muestra a un hombre de barba con una pesada mochila a la espalda y la misma exactitud horaria en la parte superior de la pantalla: 12.21. En el de Warren Street, en el norte de la ciudad, se ve a un tipo de barba y ropa oscura de aspecto norafricano. Al cierre de esta edición, la policía había realizado una serie de arrestos en dos zonas aledañas a los atentados, y en Birmingham, segunda ciudad británica, había detenido a un hombre en la estación de Snow Hill, una de las más importantes del lugar.
El otro hecho que conmovió un país donde la policía no porta armas fue la muerte a quemarropa de un presunto atacante suicida a plena luz del día hacia el final de la hora pico matutina. El hecho ocurrió alrededor de las 10, en Stockwell, cerca de un centro islámico radical, bajo vigilancia policial desde que uno de sus asistentes, Richard Reid, intentó volar un avión con un explosivo oculto en su zapato en diciembre de 2001. Según fuentes policiales, efectivos de civil siguieron a esta persona aún no identificada que, al darse cuenta de la persecución, se metió a la carrera en la estación, desoyendo la orden de alto. La policía lo alcanzó en el andén. Según Mark Whitby, que se encontraba sentado en el tren que esperaba en el andén con las puertas abiertas, se escuchó una conmoción y gritos. “El tipo parecía totalmente horrorizado, como un conejo acorralado. Los policías de civil lo estaban siguiendo armados con pistolas y ametralladoras. En un momento el tipo tropezó y yo vi cómo el policía que estaba más cerca de mi posición sacaba un arma y le disparaba cinco veces”, dijo Whitby.
El hecho produjo pánico y una estampida de gente corriendo en todas direcciones en medio de gritos de la policía para que se despejara el área.“Mucha gente salió corriendo agachada, protegiéndose la cabeza, con temor a un tiroteo”, dijo Whitby. En una población acostumbrada a horrorizarse de los policías armados que ve en sus viajes al extranjero, lo que estaban contemplando tenía el sabor combinado de una película de terror y otra de ciencia ficción. Entre la comunidad musulmana, la reacción fue de espanto. Dos jóvenes entrevistados afuera de la mezquita de Stockwell criticaron con virulencia a la policía. “¿Por qué no lo detuvieron, por qué no le preguntaron qué hacía allí?”, dijeron. El director de la más importante organización islámica, el Consejo Musulmán de Gran Bretaña, Inayaya Banglawala, se quejó de la falta de información policial. “Creo que es perfectamente razonable pedir que la policía informe sobre lo sucedido. Entendemos que en la situación actual, y ante el peligro de un ataque suicida, se deben tomar medidas especiales. Pero también me parece legítimo preguntar si era estrictamente necesario disparar y si no hubiera sido posible efectuar una detención”, indicó Banglawala.
La diputada por la zona de Stockwell, la laborista Kate Hoey, defendió la acción policial. “Claramente estaban siguiendo a alguien implicado en los atentados y actuaron como debían. Necesitamos saber más de los hechos, pero si se trataba de una persona que se estaba dando a la fuga, los felicito”, dijo Hoey. El equipo encargado del operativo pertenece a la división antiterrorista SO13 y tiene un código de conducta especial para casos de atentados suicidas, denominado Operación Kratos. Este código autoriza en casos extremos a tirar a matar. La experiencia israelí, que la policía obtuvo de primera mano en un viaje a Israel hace dos años, aconseja disparar a la cabeza por la posibilidad de que un tiro al pecho pueda actuar como detonante de una bomba escondida. Sir Ian Blair defendió a sus hombres diciendo que actuaron ante la posibilidad de que se tratara de un kamikaze listo a inmolarse y causar un gran daño; el alcalde de Londres, Ken “el Rojo” Livingstone, también salió en defensa de las fuerzas del orden.
Para la comunidad musulmana fue otro día de zozobra. Por la mañana, una mezquita en el este de Londres fue evacuada ante la amenaza de una bomba. Se trata de una mezquita que condenó enérgicamente los atentados y que se caracteriza por su prédica moderada. También hubo operaciones en el oeste de la ciudad, en el barrio de Harrow Road. Las autoridades policiales alertaron ayer contra cualquier tipo de sectarismo, pero lo cierto es que, para la minoría islámica, el Reino Unido se ha convertido en una temible arena movediza.

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