EL MUNDO
Canciller por unas 48 horas
Por Carlos Noriega
Desde Lima
Finalmente, las presiones y el peso de la crisis le torcieron el brazo al presidente Alejandro Toledo, que menos de 48 horas después de haberle tomado juramento como nuevo canciller al controvertido Fernando Olivera, líder del Frente Independiente Moralizador (FIM), partido aliado del gobierno, le pidió a su socio político que dejara el cargo. Toledo le comunicó esta decisión a Olivera cerca de la medianoche del viernes, pero recién fue hecha pública por el propio Olivera en la tarde de ayer, cuando dio su versión de lo ocurrido. Con esta decisión, el presidente busca poner fin a la grave crisis política originada por el nombramiento de Olivera como canciller, lo que desató las críticas de todos los sectores políticos y de la opinión pública y produjo una rebelión en el oficialista partido Perú Posible (PP), que se negó a aceptar la designación de Olivera.
Como respuesta al desembarco de su jefe del gabinete antes de que siquiera pueda acomodarse en la silla de canciller, el FIM rompió su alianza de gobierno con PP. De esta forma, el gobierno pierde el apoyo de los nueve votos del FIM en el Congreso unicameral de 120 bancas. Toledo empezó su gobierno hace cuatro años con una mayoría de 47 congresistas de PP y 13 del FIM, pero luego de sucesivas deserciones, tanto en PP como en el FIM, y ahora con la ruptura de la alianza de gobierno, se queda con el apoyo de solamente 34 parlamentarios. Una segunda consecuencia de esta crisis ha sido el duro golpe que ha sufrido la ya deteriorada imagen de Toledo, debido a las marchas y contramarchas para formar gabinete y su manifiesta incapacidad de controlar a su propio partido. Luego de agitadas reuniones con los líderes de su partido y sus asesores, que se prolongaron por cerca de 12 horas durante toda la tarde y noche del viernes, Toledo fue convencido de que insistir en mantener a Olivera en el gabinete habría traído problemas mucho más graves para la estabilidad del gobierno que enfrentar las consecuencias de pedirle su retiro.
En la tarde de ayer, luego de reunirse por dos horas con la dirigencia de su partido, Olivera apareció ante los periodistas para confirmar su salida del gabinete. Dio un discurso de cerca de una hora, pero no aceptó preguntas de la prensa. Por momentos dramático, y por otros arrogante, el efímero canciller asumió el rol de víctima de un complot y se presentó como el hombre clave que resolvía todos los problemas del gobierno. En su versión de la realidad, aseguró que él nunca pidió el cargo de canciller “ni ningún otro puesto” y que fue el presidente Toledo quien prácticamente le rogó para que asumiera esa posición. Dejando en claro que la alianza de gobierno PP-FIM no va más, dijo que “por nuestro honor y dignidad nunca más integraré un gabinete del presidente Toledo, nunca más un integrante del FIM participará en cargo alguno de este gobierno”. Y en tono de advertencia señaló que los votos del FIM en el Congreso impidieron que prosperara una posible vacancia presidencial, de la que mucho se habló en los últimos dos años. Olivera aseguró que Toledo le dijo: “Fernando, hay una grave crisis, hay que dar un paso al costado” y le ofreció otros ministerios para dirigentes del FIM a cambio de su salida y que él le respondió: “Yo no soy moneda de cambio”. Olivera dedicó buena parte de su monólogo a autoelogiarse: “Cuando estaba como embajador en España tenía que venir al Perú casi una vez al mes llamado por el presidente Toledo que me pedía que resuelva los problemas del gobierno”, señaló, al tiempo que se adjudicaba como propios una serie de supuestos éxitos gubernamentales.
Olivera, a quien se lo veía notoriamente afectado por lo ocurrido, dirigió sus mayores ataques contra Carlos Ferrero, quien con su renuncia al cargo de premier por el nombramiento de Olivera desató la crisis que le impidióal nombrado convertirse en canciller. Exhibiendo el original de la resolución suprema que lo nombró en el puesto, Olivera señaló que esa medida tenía la firma de Ferrero y que era “la prueba” de que el ex premier apoyó su designación como canciller en la noche del miércoles, para luego renunciar al día siguiente “en una acción fríamente calculada para provocar esta crisis”, con el supuesto objetivo de frustrar su nombramiento como canciller. Poniendo un tono dramático a sus palabras, se esforzó por pasar de causante de una de las más graves crisis del actual gobierno a ser una víctima de “un linchamiento” y culpó a Ferrero de todos sus males, acusándolo de “haber actuado con premeditación y alevosía para asesinarme política y moralmente”. Tampoco perdió la ocasión de recordarle a Ferrero su pasado como congresista fujimorista durante el gobierno del hoy prófugo ex presidente Alberto Fujimori (1990-2000), algo que, sin duda, ensombrece la trayectoria política del ex premier, pero que es un pasado que Olivera no cuestionó cuando ambos todavía eran socios en el gobierno de Toledo.
Anoche todavía no se conocía el nombre del nuevo premier, ni el del nuevo canciller, ni tampoco qué otros cambios realizará Toledo en su gabinete. Seguía sonando fuerte el nombre del ministro de Economía, el neoliberal Pedro Pablo Kuzcynski, como próximo primer ministro. Tal vez por eso, Olivera se dirigió a Kuzcynski diciéndole: “Ten cuidado, Pedro, tú puedes ser la próxima víctima”.