Mié 31.08.2005

EL MUNDO

Ahora, a aprovechar lo que queda de la desengañada derecha israelí

Ariel Sharon enfrentó ayer lo que nunca había debido confrontar antes un primer ministro israelí en funciones: un desafío directo a su liderazgo del partido Likud por un rival de ultraderecha.

› Por Donald Macintyre *
Desde Jerusalén

Benjamin Netanyahu lanzó su candidatura para reemplazar a Ariel Sharon como líder del Likud y primer ministro, al acusar audazmente a Sharon de elegir el “sendero de la izquierda” al evacuar a 8500 colonos de Gaza. Netanyahu, que renunció como ministro de Finanzas hace tres semanas, en protesta contra la desconexión, puso en movimiento la primera competencia en la historia por el liderazgo partidario con un primer ministro israelí en funciones. Como comienzo de lo que podría resultar una de las competencias más amargas y personalizadas dentro del partido israelí, Netanyahu se comprometió a “rehabilitar las ruinas” después de lo que declaró había sido el abandono de los “principios del Likud” por parte de Sharon.
Netanyahu, primer ministro durante un turbulento período desde 1996 a 1999, estuvo flanqueado por un grupo de partidarios parlamentarios, incluyendo al ex disidente soviético y ministro del gabinete israelí Nathan Sharansky, cuando lanzó un llamado sin miramientos a los críticos de extrema derecha del Likud de Sharon. Declaró: “Hoy, el Likud y el Estado necesitan un líder que deje de impulsar el terrorismo, que deje de esparcir la corrupción criminal y que cure las fisuras y abismos que abrió entre la gente”. La campaña del ex ministro fue impulsada por una serie de encuestas de opinión que mostraron que aventaja a Sharon entre los miembros registrados del partido que eligen a su líder en preelecciones primarias. Con las encuestas diciendo al mismo tiempo que Sharon –como la desconexión misma– es significativamente más popular que su rival o sus políticas, algunos de los asesores del primer ministro lo han estado instando a que se retire del Likud y forme un nuevo grupo para reunir partidarios en su cargo de premier.
Uno de los más antiguos asesores de Sharon dijo ayer que el primer ministro estaba “estudiando la situación” y que “no se había tomado ninguna decisión” sobre su última estrategia. El asesor añadió: “Obviamente, preferiría quedarse en el Likud, que es su hogar”, pero añadió que consideraría sus planes en los próximos días. La crisis se ha vuelto más urgente para Sharon por la decisión de un tribunal interno del partido de no bloquear un intento de mantener una reunión especial en septiembre del comité central de 3000 miembros, dominados por la derecha, con la perspectiva de apurar las elecciones primarias a noviembre. Netanyahu pidió a Sharon que se quedara en el Likud si perdía el voto de liderazgo. Si la amenaza de un premier Netanyahu insta al laborismo a dejar la coalición de gobierno de Sharon, eso podría a su vez adelantar el momento de una elección general que actualmente está agendada para noviembre 2006. Netanyahu reconoció implícitamente ayer las muchas críticas a su propia función como premier, cuando presidió sobre los colapsados acuerdos de Oslo –a los que se opuso–, declarando: “Ofrezco mi candidatura no sólo por la experiencia en el pasado. La prueba de cada persona y de cada líder es la habilidad para desarrollar, de madurar y de aprender de los errores del pasado”. Pero añadió: “Debemos restaurar el Likud y el estado de los principios que Sharon ha pisoteado”. Netanyahu no dijo implícitamente lo que quería decir, pero la constitución del Likud todavía lo compromete a un Gran Israel, que cubra toda la histórica Palestina. En una apelación a la derecha, sus oponentes probablemente recuerden que él mismo fue acusado de comprometer esos principios cuando cedió gran parte de Hebron a los palestinos en 1997 y cuando fue el único primer ministro del Likud que se dio la mano con Yasser Arafat.
Mientras, la mayoría de las 85 familias en los asentamientos de Teneh Omarin, al sur de Cisjordania, sobre el lado palestino de la barrera de seguridad construida por el ejército israelí, están presionando para que sean evacuadas en los mismos términos compensatorios que se les dieron a los colonos que fueron evacuados de Gaza este mes. La movida plantea la cuestión de si otros asentamientos en el lado palestino de la barrera –que ha provocado amargas controversias por su construcción en muchos lugares muy al este de la frontera pre 1967– podrían ser evacuados gradualmente, apuntalando la barrera como una nueva frontera de facto. Pero un asistente de Sharon negó enfáticamente que existiera un plan estratégico para que esto sucediera.
Eliezer Weider, un colono de Teneh Omarim, dijo a Radio Israel que el 80 por ciento de los residentes ahí creen que no tienen futuro en el aislado asentamiento, ya que queda del otro lado de la barrera. Añadió que por lo menos 25 casas en el asentamiento están vacías y aquellos que las quieren vender no pueden encontrar compradores.

* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
Traducción: Celita Doyhambéhère.

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