EL MUNDO
› UN GRUPO DE SAQUEADORES FUE ACRIBILLADO EN LA CIUDAD DE NUEVA ORLEANS
Entre balas, tanques y más muertos
El jefe de la policía de Nueva Orleans reconoció que esa fuerza mató a dos saqueadores e hirió a otros tres. Dijo que la ciudad está “destruida” y rogó que se fueran las 10 mil personas que aún quedan. Bush hizo su segunda visita a la zona, buscando apaciguar la peor crisis política de su mandato. Ayer comenzó el rescate de los cadáveres.
› Por Mercedes López San Miguel
La muerte después de la muerte. A las miles de víctimas –el alcalde de Nueva Orleans, Ray Nagin, estima que son 10 mil– tras el paso de Katrina en esa ciudad se le van sumando otros : “Todo criminal será tratado con la fuerza necesaria”, advirtió el jefe de la policía, Warren Riley. Lo dijo luego de reconocer que la fuerza mató a dos hombres armados e hirió a otros tres. Una tropa de 51.000 hombres –38.000 efectivos de la Guardia Nacional y 13 mil fuerzas en servicio activo– ya fue desplegada en Louisiana, Mississippi y Alabama. Es decir, el área devastada está oficialmente militarizada. George W. Bush realizó ayer su segunda visita –la primera la demoró cinco días después del inicio del huracán, el día 29– a la costa del golfo estadounidense, en un vano intento por capear el temporal político.
“Nos movemos del caos a un caos organizado”, dijo Ridley. Pero elementos de la realidad que él supervisa lo contradicen. Primero: la policía abrió fuego y mató a dos personas el domingo pasado, después de haber sido atacada en el puente Danziger, según dijo a la prensa el jefe de la policía de Nueva Orleans. “Una unidad táctica confrontó con seis hombres armados. Dos hombres murieron, tres resultaron con heridas y uno fue capturado ileso”, detalló. Segundo: miles de personas todavía están “en situación de riesgo”, informó el jefe policial. “Le advertimos a la gente que esta ciudad ha sido totalmente destruida.” Y provocó escalofríos al declarar que “estamos trabajando con ellos (los que aún quedan) para convencerlos de que no hay ningún motivo, ni trabajo, ni alimentos, para que se queden”. La policía cree que los que se resisten a partir son delincuentes que quieren prolongar los saqueos. Los tardíos equipos de rescate buscaban ayer casa por casa los cadáveres del desastre y los helicópteros volaban en círculos en busca de vidas humanas. A lo largo de los 240 kilómetros más afectados de la costa se instalaron los primeros 8500 hombres de las fuerzas regulares del ejército y marines para levantar campamento y ayudar en las operaciones de rescate, uniéndose a los 40 mil hombres de la Guardia Nacional. A su vez, más de 2.800 soldados originarios de Louisiana, actualmente desplegados en Irak, volverán a sus casas esta semana para ocuparse de sus familiares y amigos, según anunció ayer un vocero del Ejército estadounidense. El gobernador de Texas, Rick Perry, dijo que los recursos de emergencia en su estado se estaban acabando e instó a otros estados a tomar algunos evacuados. “Texas provee alimentos, asilo y medicina para más de 230.000 evacuados, estamos preocupados sobre la capacidad para recibir a la gran necesidad humana de miles que llegarán hoy (por ayer)”, dijo Perry.
Bush y su esposa, Laura, visitaron una iglesia en la capital de Louisiana, Baton Rouge, que se convirtió en un refugio improvisado para los evacuados de Nueva Orleans, casi 130 kilómetros al sudeste, antes de dirigirse a la ciudad de Poplarville, en Mississippi. Todo quedó en ruinas cuando el ojo de la tormenta Katrina pasó por allí el lunes de la semana pasada. Pero ninguno de los viajes de Bush, ni las visitas de los altos funcionarios el domingo, pueden calmar las múltiples quejas que aseguran que el gobierno federal fue demasiado lento en su respuesta a la crisis. El presidente insistió ayer en que el gobierno está haciendo “todo lo que está en su poder” para tratar el peor desastre natural en la historia reciente estadounidense, que le costó la vida a miles e infligió un daño de al menos 100 mil millones de dólares. Sólo un cuarto de ello será recuperado con las aseguradoras.
Los ex presidentes George Bush y Bill Clinton inauguraron el Fondo Katrina Bush-Clinton, que tendrá como objetivo aliviar el desastre y los servicios médicos en Alabama, Louisiana y Mississippi, los estados afectados. Las autoridades federales y locales,están envueltas en un juego de culpas para ver quién fue responsable por la inicial tardanza en la operación de ayuda. Extraoficialmente, la Casa Blanca critica a las autoridades locales de haber fallado a la hora de organizar una evacuación apropiada, de proveer comida, agua y refugio a los que eran dejados en el lugar. Y los funcionarios de la ciudad insisten en que el gobierno central los defraudó. ¿Cómo se explica que nadie escuchara las advertencias hechas desde hace años sobre la fragilidad de los diques que protegen a Nueva Orleans de las inundaciones? No hay respuesta oficial. El dinero destinado a reforzar los diques fue desviado para financiar la guerra en la ex tierra de Saddam y además los fondos solicitados por los ingenieros del ejército para preparar a la ciudad fueron reducidos a una mínima porción.
El presidente republicano ya registraba antes del huracán la insatisfacción de la opinión pública respecto a la guerra de Irak y en lo doméstico el aumento de los precios de la gasolina. Ahora, saltan a la vista las consecuencias determinantes de Katrina para su segundo período.
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