Jue 30.05.2002

EL MUNDO  › TERMINO LA LIMPIEZA DE LA ZONA CERO, Y LA BUSQUEDA DE RESTOS HUMANOS

Último duelo por las Torres Gemelas

Un inmenso vacío quedó ayer en el lugar donde se levantaba el World Trade Center después que la última columna, que había sobrevivido a los ataques del 11, fuera removida. Aquí, cómo lo vivió Nueva York.

Tan sólo una mañana fue necesaria para convertir a las Torres Gemelas de Nueva York en una montaña de escombros y cenizas. La noche del martes finalizó la limpieza de ocho meses y medio de Zona Cero con el retiro de la última viga de acero que aún permanecía en el lugar. Con este acto se dio comienzo a una serie de emotivas ceremonias con las que ayer Nueva York cerró oficialmente la búsqueda de restos de las víctimas de los atentados. Desde mañana regirán en la zona las normas para lugares en construcción y ya no más las de situaciones de catástrofe.
La columna sobrevivió cuando las Torres Gemelas colapsaron, transformándose en 1,8 millón de toneladas de escombros, y durante meses estuvo oculta por el material, pero la recolección permitió ver que aún estaba en pie, en el mismo lugar donde había sido construida con la torre sur, tres décadas atrás. Con su descubrimiento, la viga pasó a ser una especie de altar, donde quienes trabajaban en la zona colocaron una bandera norteamericana, mensajes y fotos de las víctimas. “La viga significa mucho para los trabajadores de la construcción porque ellos pusieron su alma y corazón para limpiar esto”, dijo el bombero John Keenan. También Richard Streeter, que trabajó desde el día siguiente al atentado, sostuvo: “Esto significa mucho para la gente, es como una bandera, que es un pedazo de tela pero representa nuestro país y una idea”.
Quienes trabajaron día a día en la zona no podían disimilar su incredulidad: todo había terminado. “Era tan grande que uno pensaba que nunca acabaríamos”, dijo el obrero Pearl River, de Nueva York. Lee Ielpi, bombero jubilado y veterano de Vietnam, ayudó en la recolección de escombros en Zona Cero. A mediados de diciembre, encontró el cadáver de su hijo Jonathan, que había ayudado como bombero en el rescate de miles de personas. Tras el entierro, Ielpi regresó a Zona Cero. “No podía estar tranquilo pensando que tantas familias no podían enterrar a sus muertos”, confiesa. “Todos los hombres y mujeres de los equipos de rescate han trabajado muy duro”, afirma Ielpi. “Y sin embargo, no hemos podido recuperar más que 289 cadáveres completos.” La mayor parte del resto desapareció para siempre del lugar, donde en un momento se especuló que podría erigirse un memorial.
Con el atentado a las torres murieron más de 2800 personas. La mayoría quedaron reducidas a cenizas tras las explosiones de los dos aviones secuestrados, o fueron trituradas o calcinadas con el derrumbe de masas de acero y hormigón. Del total de víctimas, tan sólo 1000 fueron identificadas a partir de análisis de ADN de restos de cadáveres, piel o pelo. En la ceremonia del martes, “todo el mundo estaba sombrío porque hemos estado haciendo esto por casi nueve meses y no queremos partir”, dijo Mark Winslow, policía de la Autoridad Portuaria. “Pero hicimos lo que pudimos.”
“Donde hace poco todavía se elevaban los restos del World Trade Center, hasta una altura de diez pisos, ahora se ve sólo una zanja que casi asusta por lo limpia que ha quedado. Esto no se puede expresar sólo con palabras –dijo el sacerdote Brian Jordan–. Nos quedamos mudos cuando llegamos aquí el primer día. Y seguimos sin palabras también ahora, cuando nos retiramos.”
La recolección de escombros concluyó tres meses antes de lo previsto, costó menos de lo presupuestado y nadie resultó herido. Cuando la columna fue trasladada, los hombres y las mujeres subieron la rampa a través del guardia de honor naval y a cada trabajador se le entregó una bandera norteamericana. Los trabajadores pasaron bajo un cartel que decía: “Nunca nos olvidaremos”.
La ceremonia realizada ayer fue motivo de discusión tras meses enteros de discursos y palabras. Fueron los obreros, bomberos y los familiares de las víctimas quienes pidieron al alcalde de Nueva York, Michael R. Bloomberg, que los actos conmemorativos se realizaran ayer, sin espectáculos, ni discursos, ni ruido. Sin embargo, no todos estuvieron de acuerdo: muchos pidieron que las conmemoraciones se realizaran durante el fin de semana para que no hubiera limitaciones como el horario escolar o el del trabajo. Pese a los reclamos, Bloomberg dijo que la ciudad noquería que las ceremonias entraran en conflicto con las ceremonias de distintas religiones.
La conmemoración de ayer comenzó con las campanas de toda la ciudad sonando al unísono, recordando la caída de la segunda de las dos torres de 411 metros. Luego miembros de los equipos de rescate sacaron de la zanja de la Zona Cero la última camilla, vacía y cubierta por la bandera norteamericana, en un homenaje silencioso a las víctimas que nunca fueron encontradas. La camilla fue depositada en el último coche fúnebre. Finalmente, los trabajadores cargaron la viga de hormigón en un camión y partieron.
Informe: Giselle Cohen.

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