EL MUNDO
• SUBNOTA › UNA REFORMA PARA MAQUILLAR LOS ERRORES DEL 11
Salvándole el pellejo al jefe del FBI
Puede ser su último intento de evitar el despido, pero parece seguro que no funcionará para los objetivos con que fue anunciado. Robert Mueller, máximo responsable del Buró Federal de Investigaciones (FBI) estadounidense, admitió ayer errores en la lucha antiterrorista y anunció una amplia reorganización del organismo. Sus anuncios vinieron después de que cobrara estado público una carta que le fue enviada por Coleen Rowley, una agente de campo en Minneapolis, detallándole el constante sabotaje de los burócratas de la central del FBI en Washington contra sus recomendaciones de investigar a las escuelas de aviación en EE.UU. y su negativa a darle permiso para analizar la laptop de Zacarias Moussaoaoui -ahora detenido–, de quien ahora se cree que era el “secuestrador número 20” del 11 de septiembre.
Mueller dio a conocer que la máxima prioridad del FBI será impedir ataques terroristas y ya no, como hasta ahora, la lucha contra el narcotráfico y el crimen organizado. Entre los puntos centrales del programa de Mueller se encuentra un importante incremento de personal, una mejora de las capacidades tecnológicas y de la cooperación en el interior del FBI, así como también con la Agencia Central de Inteligencia (CIA) estadounidense. Poco creíblemente, Mueller agradeció en una conferencia de prensa en Washington las críticas de la agente Rowley, que, sostuvo, dejaron aún más en claro la necesidad de una drástica reforma en el FBI, pero lo que se anunció ayer tiene menos que ver con remediar lo que llevó a los errores del 11 que con una serie de medidas destinadas a evitar el daño político para sus jerarcas. En otras palabras, los burócratas siguen en su lugar y hasta tendrán un aumento de presupuesto.
Según las declaraciones de Mueller, la cifra de empleados en el ámbito de la lucha antiterrorista pasará de los 1000 antes del 11 de septiembre a 2600. Con esto, casi un cuarto de todos los empleados del FBI se dedicará a la lucha antiterrorista. Este objetivo será alcanzado mediante el traslado de cerca de 500 miembros que dejarán departamentos “tradicionales” como la lucha contra el narcotráfico y la investigación criminal para pasar a reforzar la unidad antiterrorista. En los próximos meses Mueller prevé asimismo emplear a unos 900 expertos en idiomas y en computación, así como técnicos y científicos, para mejorar el análisis de informaciones de servicios secretos. El jefe del FBI planea también crear las denominadas “flying squads” (o escuadras voladoras), unidades antiterroristas que, del cuartel general del FBI en Washington, “vuelen” a las regiones en las que puedan desempeñar un papel importante. Además, crearán una oficina con 40 expertos de la CIA para seguir las pistas de terroristas. La falta de coordinación y las guerras por protagonismo entre ambas agencias también presentaron obstrucciones importantes para que alguien pudiera anticipar la trama que se estaba gestando antes del 11.
El secretario de Justicia John Ashcroft estudia actualmente la normativa acerca de las atribuciones de las filiales externas del FBI. Informaciones locales señalan que estos puestos tendrán derecho a iniciar investigaciones sobre asuntos relacionados con el terrorismo sin consultar previamente con el cuartel general. Esta, curiosamente, sería la más directa de las medidas de reforma, pero fue completamente ignorada en los anuncios de ayer.
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