Cabe preguntarse cómo se van a poner de acuerdo los democristianos y los socialdemócratas para formar gobierno si el electorado alemán está dividido en tres sectores igualitarios: los que quieren a Merkel, los que quieren a Schroeder y los que no quieren a ninguno de ellos. Estas cifras son partes de un sondeo, realizado por el Instituto Forsa y difundido ayer por la televisión alemana, en el que también se afirma que un 77 por ciento de los ciudadanos rechaza la idea de una “gran coalición” en la que el actual canciller Gerhard Schroeder y la candidata conservadora Angela Merkel roten en el gobierno cada dos años.
En esta situación de empate político, la elección del Distrito 1 de Dresde del próximo domingo, que se pospuso por la muerte de una candidata, adquiere una valor extra. Aunque sólo simbólico, ya que matemáticamente no hay posibilidad de que altere el resultado. Pero este resultado es visto por todos los partidos políticos como una especie de pseudo plebiscito sobre la disputa por el liderazgo del próximo gobierno. Por esta razón, tanto Schroeder como Merkel llegarán hoy a Dresde para recorrer el último tramo de la campaña electoral. Lo mismo harán los líderes del Partido Liberal (FDP), los Verdes y las figuras más importantes del Partido de Izquierdas.
Algunos conservadores ya comenzaron a proyectar los posibles efectos que tendrán los resultados de la elección del domingo y aseguraron que Schroeder dará el brazo a torcer el lunes, después del escrutinio, y anunciará su retirada. Sin embargo, Franz Müntefering, jefe del Partido Socialdemócrata (SPD) y lugarteniente de Schroeder, desmintió instantáneamente esta versión.
Mientras tanto, y simultáneamente a las negociaciones con la socialdemocracia, los democristianos se reunieron ayer con el presidente del FDP, Guido Westerwelle, que destacó que seguían siendo los “socios referidos de coalición”. “Queremos un cambio de gobierno y con seguridad realizaremos una contribución constructiva al respecto”, aseguró Westerwelle.