Sáb 01.06.2002

EL MUNDO

La israelí que ayudó a terroristas palestinos

Es una judía proveniente de Rusia pero vivía como la segunda esposa de un palestino en un campo de refugiados y ahora está acusada de llevar a su meta, junto con su marido, a terroristas palestinos. Este es su extraño caso.

Por Suzanne Goldenberg*
Desde el campo de refugiados
Deheishe, cerca de Bethlehem

La rareza de Marina Pinsky como única residente judía del escuálido campo de refugiados Deheishe pasó a la notoriedad ayer por ser acusada de transportar a terroristas suicidas palestinos. La policía israelí dijo que Pinsky, de 26 años y su marido, Ibrahim Sarahna, de 33, permanecían en custodia, acusados de llevar a hombres bomba desde Deheishe, a las afueras de Bethlehem, hasta la ciudad israelí de Rishon Le Zion. Pinsky aseguró a la policía que no sabía que los hombres planeaban un ataque.
La mujer no es la primera judía implicada en encubrir a un palestino.
En abril del año pasado otra mujer –como Pinsky, una inmigrante de la ex Unión Soviética– fue acusada de brindar santuario a su compañero, el encargado de llevar tres bombas. Pero casos así son inusuales –tanto como los matrimonios entre árabes y judíos– y el arresto de la pareja ha provocado un gran interés en Israel, así como intriga sobre el modo en que una joven vendedora judía conoció y se casó con un palestino ladrón de autos, dejando atrás el confort de Tel Aviv por un campo de refugiados en Cisjordania.
Los Sarahna condujeron a los dos suicidas a Rishon Le Zion, el 22 de mayo. Uno de ellos, la mujer, se echó atrás, pero su secuaz adolescente se hizo estallar en una zona pública donde los inmigrantes rusos como Marina Pinsky se encuentran para jugar ajedrez, matando a dos personas e hiriendo a 51. Al día siguiente arrestaron a Pinsky en una tienda cercana a Bat Yam, mientras que a su marido lo detuvieron en una playa de estacionamiento. Marido y esposa admitieron haber llevado a la pareja palestina en su auto, pero Pinsky dijo que no se dio cuenta de que eran suicidas hasta que regresó a su casa. La policía informó que Sarahna les dijo que fue idea suya dirigir el ataque a Rishon Le Zion, una ciudad contigua a Tel Aviv, y les entregó un mapa a los suicidas, que pertenecían a las Brigadas Mártires de Al Aqsa, brazo armado del movimiento Fatah de Yasser Arafat.
En Deheishe, donde varios parientes de los Sarahna viven en un amplio y bello complejo con geranios rosas volcándose desde las macetas ventanales, la familia insistió con la inocencia de la señora Pinsky. “Si tu pregunta es si creo que Ibrahim pudo hacer algo así, digo que sí –dijo su hermano Musa Sarahna–, pero no Marina, que no puede ver matar a un pollo... no puede parar de llorar si matamos una oveja.”
Por improbable que parezca, la señora Pinsky se hizo de una especie de vida en el campo de refugiados. Su foto de bodas muestra la imagen de una rubia corpulenta sosteniendo un ramo de rosas contra su vestido carmesí, superando en altura a su compañero entrado en calvicie. Pinsky ha pasado la mayoría de los últimos seis años esperando a que su marido saliera de sus intermitentes períodos de prisión. A principios de este año fue puesto en libertad después de su última sentencia por robo de autos. Además, Pinsky se ajustó a una vida como segunda esposa, mirando la televisión satelital rusa en el primer piso del lujoso departamento, mientras que su marido iba y venía desde su casa al departamento de planta baja de su primera esposa, Marvat, y sus cinco hijos.
Los Sarahna creen que Pinsky no tiene familiares en Israel. Su madre está en Ucrania, donde cuida a Jasmin, de tres años, hija de la pareja. Pinsky era una figura familiar en el campo Deheishe, pero los comerciantes locales dijeron ayer que no sabían si era judía o israelí. “¿Marina? Es rusa, no judía”, dijo uno. La pareja se conoció en una zona de Tel Aviv donde Pinsky trabajaba en una tienda de ropa en alguno de los raros períodos de Sarahna fuera de prisión. “Todo el mundo la amaba, no solamente en su casa, también en la calle. Era buena y siempre solidaria. Era como una mujer palestina, siempre nos ayudaba con las tareas domésticas”, dijo Fayez, la mujer de Musa. Detrás de ella, Marvat ardía de rabia.

* De The Guardian de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
Traducción: Mercedes López San Miguel.

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