Mar 08.01.2002

EL MUNDO  › SIGUE LA POLEMICA POR EL CASO DEL BARCO CAPTURADO EN EL MAR ROJO

Confesiones de un viejo lobo de mar

El capitán del barco con armas interceptado por Israel dijo que recibía orden de un funcionario de la Autoridad Palestina.

Por Brian Whitaker *
Desde Londres

El capitán palestino del buque con 50 toneladas de armas ilegales que fue interceptado por Israel la semana pasada señaló ayer a los palestinos como los responsables del contrabando y dijo que las instrucciones de la operación fueron dadas por un funcionario de la Autoridad Palestina. Los comandos israelíes interceptaron el “Karine A” en el Mar Rojo, en el que hallaron cohetes Katiusha, misiles antitanques y morteros, la mayoría hechos en Irán. Entretanto, Estados Unidos se mantenía cauto: “Primero debemos ver los hechos”, declaró el vocero del Departamento de Estado, Richard Boucher.
La Autoridad Palestina dijo que condenaba la operación de contrabando y la acusación que le hizo Israel. En entrevistas televisadas desde la prisión israelí, el capitán Omar Akawi, que fue preso con los 12 tripulantes del “Karine A”, afirmó que trabajaba como consejero de tráfico naval para el ministerio de Transporte palestino. Además, dijo haber sido miembro del movimiento Al Fatah, de Yasser Arafat, desde 1976 y que la operación de contrabando fue dirigida por un funcionario palestino identificado como Adel Awadallah, en Grecia. Interrogado acerca de si Arafat sabía de la operación, Akawi atinó a decir que “yo sé que las armas deben llegar a la Autoridad Palestina” y agregó, “esto es para los palestinos”. “Puede ser un regalo de Hezbolá o Irán, pero no creo que Arafat mismo supiera de ello”.
Un informe del New York Times, publicado el fin de semana, citó una fuente oficial norteamericana sugiriendo que el buque pertenecía a la organización pro iraní Hezbolá en el Líbano. Israel tiene que presentar todavía evidencia que pruebe que el barco pertenecía a las autoridades palestinas. El diario sectorial de la industria naval Lloyd’s List informó ayer que el buque fue previamente conocido como “Rim K” y que pertenecía a la compañía libanesa de embarcaciones “Diana K”. Un iraquí llamado Ali Mohammed Abbas lo compró por 400 mil dólares el 12 de septiembre y lo registró en Tonga como el “Karine A”. Sin embargo, el ministro de Transporte libanés insistió en que el “Karine A” era un barco distinto al “Rim K” y que nunca fue propiedad del Líbano.
La discusión sobre el buque de armas opacó la misión de paz de cuatro días del enviado norteamericano Anthony Zinny, finalizada anteayer. El premier israelí Ariel Sharon calificó a Arafat de mentiroso sobre el asunto y aseguró que su gabinete haría una revisión profunda de la relación de Israel con la Autoridad Palestina. El ministro de Defensa, Benjamin Ben Eliezer, penduló entre esta posición y la del canciller y compañero en el laborismo, Shimon Peres. Dijo que efectivamente el caso del barco obliga a replantear la relación con los palestinos pero que, si la calma en los territorios persiste, hay base para futuras negociaciones.
En este sentido, Zinni dijo a ambas partes que hay “tarea para hacer” antes de su esperada vuelta para el día 18: Israel tiene que disminuir sus restricciones sobre los palestinos y éstos deben arrestar a más militantes y desmantelar a sus grupos terroristas. “Es claro que al igual que persisten desafíos complejos, hay verdaderas oportunidades de progreso”, dijo el embajador norteamericano en Tel Aviv. Según las autoridades palestinas, se prevén más reuniones de seguridad entre palestinos e israelíes en ausencia de Zinni.
El gobierno israelí es criticado por aprovecharse de la propaganda sobre el hallazgo de las armas. A los embajadores y agregados militares que fueron invitados a Eilat para ver el barco, tan sólo se les permitió una rápida ojeada a las armas capturadas, sin poder entender las explicaciones que dieron en hebreo, según se quejó el diario israelí Haaretz. Los corresponsales extranjeros, a quienes se les preguntó sobre la acusación de Israel, reconocieron que fue hecha justo antes del encuentro de Zinnicon Arafat, sugiriendo, efectivamente, que podía ser una manera de sabotearlo.

* De The Guardian de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
Traducción: Mercedes López San Miguel.

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