Jue 06.06.2002

EL MUNDO  › EL FUNDAMENTALISMO ISLAMICO CONTRAATACO EN ISRAEL, QUE PREPARA UNA RESPUESTA MILITAR

Ultima parada, el infierno en Armagedón

Meggido, que en hebreo significa armagedón, fue el escenario ayer del atentado más grave desde el fin de la intervención israelí en Cisjordania: 18 personas murieron y 40 fueron heridas en el 35 aniversario de la Guerra de los Seis Días.

Por Suzanne Goldenberg*
Desde la intersección de Meggido, Israel

El ómnibus 830 se volvió un infierno de muerte a las 7.15 de la mañana en este tramo de ruta en el sur de Galilea, convirtiéndose en una bola de humo y llamas, matando a 18 israelíes e hiriendo a otros 40. La mayoría de los pasajeros eran soldados israelíes de alrededor de 20 años, pero también había una pareja mayor a bordo y algunos veraneantes rusos, algunos de los cuales habían aterrizado en el aeropuerto de Tel Aviv unas pocas horas antes. Los sobrevivientes escaparon por las ventanillas de este infierno en combustión. Las víctimas fatales, muertas instantáneamente o quemadas vivas dentro de la cabina, estaban tan mutiladas y carbonizadas que el investigador israelí dijo que probablemente no podrían ser identificadas hasta esta mañana.
Casi nada quedó del terrorista palestino o su camioneta robada –que estaba atestada con unos 100 kilogramos de explosivos, de acuerdo con la televisión israelí– después que la chocó contra el flanco de un ómnibus, prendiendo fuego al tanque de nafta y desatando el incendio que envolvió a los pasajeros en el interior. Cuando estalló, el ómnibus estaba sólo a unos pocos cientos de metros de la salida de la ciudad de Jenin de Cisjordania, hogar de la Jihad Islámica, el grupo islamista radical que se adjudicó el ataque. La ciudad, que los funcionarios de seguridad israelí describen como “el avispero” de los terroristas suicidas, estaba repleta de tanques israelíes y carros blindados de transporte de personal. El cruce se llama Meggido, la palabra hebrea para armagedón. “De pronto hubo una enorme explosión. Supe que era un ataque –dijo el conductor del ómnibus, Michael Harel, con las manos y el rostro lacerados por fragmentos de vidrio roto–. Traté de frenar, pero el ómnibus no respondía. Perdí el control del ómnibus, y fue lanzado por el aire.”
Las agencias de inteligencia de Israel han estado advirtiendo durante días de un “mega” ataque como el de ayer, destinado a matar y herir a mucha más gente que lo que lograron los 55 ataques suicidas previos en los últimos 20 meses. Funcionarios de seguridad creen que los grupos militantes palestinos están refinando sus tácticas para burlar a la policía israelí: usando coches bomba para aumentar la cantidad de explosivos o expandiendo su zona de operaciones.
El último viaje de Harel en el 830 terminó con el ómnibus destrozado y quemándose en su ruta, dejando un rastro de vidrios aplastados, residuos en llamas y pertenencias personales antes de detenerse en una pila de malezas al pie de la cárcel de Meggido, una prisión de alta seguridad con muchos prisioneros palestinos. El impacto de la explosión excavó un gran cráter en el pavimento y lanzó a una altura de tres metros un panel verde del ómnibus. Cayó en el alambrado de púas del vallado de la prisión de seguridad.
El viaje del ómnibus comenzó a las 5.50 de la mañana cuando partió de Tel Aviv y se dirigió hacia Tiberias, en la costa del lago Galilea, deteniéndose a tomar pasajeros en Netanya, Ra’anana y Hadera. Un grupo numeroso de soldados se subió en Netanya. Tres mujeres soldados lo abordaron en una base del ejército a pocos kilómetros del lugar del ataque. Harel es un conductor regular de la línea 830, y la ruta ha sido blanco de terroristas suicidas en forma regular. Tuvo tres encuentros cercanos con terroristas en el pasado, dice, y no tiene reparos en pedirles a viajeros de aspecto sospechoso que le muestren los contenidos de sus bolsos. Ayer, no había ninguno.
Daraba Andasho y su mujer, Bateyesh, se subieron en Hadera. La pareja -él tiene 74 años y su mujer 63–, estaban en un viaje por el día a la costa del lago de Galilea. “Mi mujer pensó que sería bueno para nuestra salud”, dijo el hombre desde su cama de hospital. Andasho escapó con una herida en la espalda y cortes y quemaduras en su mano derecha. Su mujer está más seriamente herida. Para cuando la pareja Andasho lo abordó, el ómnibus se estaba llenando de soldados dormitando en sus asientos oescuchando sus estéreos personales. La pareja, que llegó a Israel desde Etiopía hace 11 años, se sentó en el frente del vehículo y en filas separadas. El ómnibus se acercó a la intersección de Meggido. En el asiento del conductor, Harel disminuyó la marcha y hizo señas con las luces, anticipando el puesto de control que normalmente está cerca de la entrada de la cárcel. Ayer estaba sin guardias.
Precisamente en ese momento, la camioneta salió desde atrás como si estuviera por pasarlo. En cambio golpeó contra la parte trasera del vehículo. “En el primer momento de la explosión, me llovieron encima fragmentos de vidrios e inmediatamente salté por la ventana”, dijo Andasho. El ómnibus estaba en llamas, con el humo saliendo por las ventanas a borbotones. Los cuerpos yacían a lo largo del pavimento. “Se incendió inmediatamente –le dijo a Radio Ejército un guardia que estaba en una cercana torre de vigilancia–. La gente huía como hormiga.” En sus celdas, los prisioneros palestinos gritaban de alegría, informó la televisión israelí. Andasho regresó al vehículo para tratar de salvar a su mujer, tirando de ella por una ventanilla con la ayuda de un soldado.
Para entonces, Harel se había arrastrado por su ventanilla. Una mujer soldado estaba sentada, helada, en el medio del camino, la sangre corriendo por su rostro. “Comencé a arrastrar soldados al centro del camino. Estaban seriamente heridos y quemados –dijo Harel–. Era muy penoso de ver.” El fuego siguió ardiendo durante una hora, reduciendo el ómnibus a un esqueleto.
Para Israel, el método del ataque de ayer fue perturbadoramente similar al que usaban los combatientes de Hezbollah en su guerra de guerrillas contra la ocupación israelí en el sur del Líbano. El creciente número de muertos entre los soldados de Israel llevó a su retirada hace dos años. El mes pasado, un guardia de seguridad en un club nocturno de Tel Aviv evitó un intento similar de convertir a un auto en un motor de muerte disparando al militante palestino justo cuando estaba acelerando su motor para dirigir su autobomba a una multitud. Funcionarios israelíes dijeron que también frustraron planes para estacionar un camión cargado de explosivos bajo las torres gemelas en Tel Aviv, y descubrieron un intento de hacer explotar el mayor depósito de petróleo de Israel ajustando una bomba a un tanque de combustible.
Horas después del ataque, el olor a goma quemada flotaba en el aire. En el hospital de Hadera, las hijas de Andasho se movían entre la cama de su padre y la de su madre. ¿Qué piensa él del palestino que voló su ómnibus? Se volvió hacia sus hijas para traducir del amhárico: “Dios debe destruirlos”.

* De The Guardian de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
Traducción: Celita Doyhambéhère.

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