Vie 02.12.2005

EL MUNDO

La niñera de Goebbels habla después de 60 años

Por José Comas *
Desde Berlín


El Führer Adolf Hitler desconfiaba de todo el mundo. Temía tanto Hitler un envenenamiento que incluso en sus visitas a la casa de su fiel ministro de Propaganda Joseph Goebbels llevaba un termo con el té que bebía. Esta es una de las anécdotas de un libro publicado en Alemania con el título Los hijos del ministro del Reich que recoge el testimonio de Käthe Hübner. Esta berlinesa estuvo entre 1943 y 1945 al cuidado de los seis hijos de Goebbels y su mujer Magda. Los seis niños murieron el 1º de mayo de 1945, envenenados en el bunker al día siguiente del suicidio de Hitler. La niñera, que debe andar por los 85 años, ha roto ahora un silencio de 60 para relatar sus recuerdos a la autora del libro, Petra Fohrmann.
El diario Bild Zeitung publicó ayer extractos del libro bajo el título “Yo fui la niñera de Goebbels”. La niñera se hizo pasar por sordomuda cuando las tropas soviéticas entraron en Berlín. De esta forma consiguió librarse de interrogatorios y de una posible cárcel. Hübner entró al servicio de los Goebbels en 1943, a la edad de 23 años con un sueldo de 350 marcos de entonces que hoy día serían unos 3500 euros. Relata la niñera su impresión de Magda, la esposa de Goebbels: “La atmósfera y el olor del perfume que exhalaba estaban presentes mucho después de haber salido de la habitación. Magda Goebbels me caía bien”.
Se trata de la misma mujer que envenenó, o mandó envenenar, a sus seis hijos, los niños que Hübner cuidó. En una carta de despedida a Harald Quandt, su hijo de un anterior matrimonio, escrita el 28 de abril de 1945, Magda explica: “No merece la pena vivir el mundo que viene detrás del Führer del nacionalsocialismo. Por eso también he tomado a los niños porque son una lástima para la vida que viene tras nosotros”. En la misma carta relata Magda que la presencia de los seis niños en el bunker era “una bendición” y “consiguen de vez en cuando arrancar una sonrisa al Führer”. Esta furibunda nazi, que en su adolescencia había tenido un novio judío, se casó a los 19 años con Gün-ther Quandt, miembro de una familia multimillonaria. Tras afiliarse al partido nazi, se casó en 1931 con Goebbels, a pesar de constatar que “amo a mi marido, pero mi amor por Hitler es más fuerte. Por él estaría dispuesta a dar mi vida. Cuando tuve claro que Hitler no podía amar a ninguna mujer, sino, como él mismo dice, sólo a Alemania, acepté el matrimonio con el doctor Goebbels. Así podía estar más cerca del Führer”.
Goebbels y Magda tuvieron cinco niñas, Helga, Hildegard, Hedwig, Holding y Heidrum, y un niño, Helmut. Todos sus nombres empezaban con h en homenaje a Hitler. Cuando murieron envenenados la mayor tenía 12 años y cuatro la más pequeña. La escena del envenenamiento es una de las más dramáticas en la película El hundimiento, que relata los últimos días en el bunker, basada en la obra del escritor Joachim Fest y el testimonio de la secretaria de Hitler, Taudl Junge.
La niñera cuenta que en la casa de Goebbels se rezaba antes de las comidas, aunque los niños no recibían una educación religiosa. Goebbels procedía de una familia católica de la región de Renania. La iglesia lo excomulgó al casarse con la divorciada Magda que era protestante y después tenía devaneos con el budismo. Según la niñera, “creía en la reencarnación y que los niños tendrían después una vida más hermosa”. El día en que Goebbels cumplió 45 años los niños le cantaron una canción. Los hijos de la familia Goebbels y Magda salieron más de 40 veces en el noticiero como modelo ideal de la familia aria. La última foto de todos ellos la hicieron las tropas soviéticas: seis cadáveres de niños con sus camisones al lado de las ruinas del bunker de Hitler.

* De El País de Madrid. Especial para Página/12.

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