EL MUNDO › JUDIOS POR NEGOCIAR
El distrito comercial de Ben Yehuda, el núcleo de la Jerusalén Oriental judía, estaba atestado cerca de la medianoche del sábado 1º de diciembre de 2001. Dos atacantes suicidas palestinos se hicieron estallar a la entrada de Cofé Rimon, en un ataque reivindicado por Hamas, matando a 11 israelíes e hiriendo a 180. A la vuelta de la esquina, en la calle Jaffa, un coche bomba voló en llamas 20 minutos después.
Regina Rimon, la propietaria del café, tiembla al recordarlo. Unos minutos antes del ataque, había salido para dispersar a un grupo de adolescentes que estaban bailando y cantando bajo la lluvia, molestando a sus clientes. “Si yo no hubiera salido y les hubiera pedido que pararan la música –dice la señora Rimon, actualmente de 50 años– habría más docenas de bajas.” En su comercio de la vereda de enfrente, Yosef Yakahim, de 67 años, un anticuario judío de origen iraní, muestra un pedazo de vidrio. “Un tercio del negocio quedó destruido –dice–. Yo sobreviví porque estaba en el cuarto de atrás. Nunca olvidaré lo que vi. En todas partes había sangre, brazos, piernas y caras.” Pero cuatro años después, mientras se preparaban a concluir su Sabbath luego de la arrasadora victoria de Hamas en las elecciones parlamentarias palestinas, se muestran sorprendentemente abiertos en torno de las perspectivas para Israel.
“Podría ser muy serio –dice la señora Rimon–. Me temo que los votantes palestinos han mostrado que no quieren a los judíos aquí. Hay una nueva generación educada para odiarnos. Si vos le contás a un chico que va a ir al paraíso si se suicida, es muy peligroso.” Por otra parte, concede, podría ser posible hacer la paz con un gobierno de Hamas. “Los extremistas son a veces los que pueden hacer concesiones. Si están dispuestos a hablar, está en nuestro interés hablar con ellos. Si no, tendremos que decidir por nosotros mismos cuáles son nuestras fronteras y asegurarnos de que podemos defenderlas.”
Zakayim dice que está contento de que Hamas haya ganado, aunque sea una organización terrorista. “Sus líderes serán ministros, funcionarios de primera línea, con buen dinero y buenos trabajos. Si un líder de Hamas será primer ministro, ¿mandará gente a matar a los judíos? Aprenderán que no pueden tener un arma en una mano y una política en la otra. Si están listos a usar su nuevo poder para hacer la paz, Israel debe darles la bienvenida. No quiero que mis dos hijos estén en la reserva militar para siempre”.
Un poco más arriba en la calles, Zion Mutada, un vendedor de flores de 52 años que admite haber sido siempre halcón contra los palestinos, asiente. “Todos dijeron que nunca hablarían con Yasser Arafat, pero al final, lo hicieron. Así que, ¿por qué no hacerlo ahora con Hamas? Si dejan sus armas y dejan de enviar atacantes, podría ser una nueva era.”
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