El candidato a la presidencia de Perú, coronel y golpista frustrado de discurso populista, lideró los sondeos de cara a los comicios de abril. Su caída por debajo de la presidenciable de derecha tiene múltiples lecturas.
› Por Carlos Noriega
Desde Lima
Si algo ha caracterizado a las elecciones peruanas en los últimos años es la volatilidad del apoyo popular a los candidatos, con electores que hasta el último momento mudan sus simpatías de un lado a otro, pasándose de la izquierda a la derecha, y viceversa, con desconcertante facilidad. En ese escenario impredecible, el militar nacionalista Ollanta Humala, el gran favorito hasta hace dos semanas, ha bajado al segundo lugar en las encuestas, superado por la derechista Lourdes Flores. Tres sondeos realizados a nivel nacional hechos públicos el último domingo confirman que la tendencia que hace dos semanas favorecía a Humala y que parecía sólida se ha revertido.
La Universidad de Lima coloca en primer lugar a la conservadora Flores, con 28,1 por ciento, superando al candidato antisistema Humala, que tiene 16,8 por ciento. La encuestadora Apoyo pone a Flores en primer lugar con 30 por ciento, seguida de Humala con 22 por ciento. Analistas y Consultores amplían aún más la diferencia favorable a la candidata de la derecha, dándole 30,9 por ciento, contra un 19,8 por ciento del militar que ha dicho que quiere ser como Hugo Chávez y Evo Morales. Hace dos semanas Apoyo había colocado a Humala en primer lugar con 28 por ciento (en octubre tenía apenas 5 por ciento), y a Flores en el segundo puesto, estancada con el mismo 25 por ciento que había tenido un mes antes. Pero en dos semanas el escenario cambió radicalmente.
Su avasalladora irrupción en las encuestas puso sobre Humala todos los reflectores de la prensa, que lo ha investigado y cuestionado como no lo ha hecho con ningún otro candidato. Sobre él han caído numerosas denuncias, que van desde la supuesta vinculación con actos de corrupción de miembros de su entorno, hasta acusaciones de haber sido un represor que torturó y asesinó campesinos cuando era capitán del ejército y comandó una base antisubversiva en 1992. Humala respondió que “los ataques de la prensa son parte de una campaña para tumbarse mi candidatura”. Hay mucho de verdad en esa afirmación, pero también es cierto que entre denuncias magnificadas y algunas inventadas, hay otras que parecen tener sustento y que Humala no logró responder satisfactoriamente. Pero esta “prensa negativa” no es el único problema que tuvo que enfrentar Humala, que en las últimas semanas se ha visto acosado por una rebelión de los militantes de su partido, con tomas de locales y protestas callejeras motivadas por una lucha interna por los cupos en las listas de congresales.
Consultado por Página/12, Luis Benavente, director del Grupo de Opinión Pública de la Universidad de Lima, considera que “esa combinación de la campaña mediática contra Humala y el evidente desorden en su partido, cuyos miembros han dado la negativa imagen de ser personas con mucho apetito por llegar al Congreso, ha golpeado duramente a Humala. También lo ha perjudicado el apoyo de Hugo Chávez, que ha sido percibido como una intromisión extranjera, y eso es algo que a la gente le molesta”.
Por su parte, Alfredo Torres, director de Apoyo, le señaló a este diario que “lo que más ha afectado a Humala han sido las peleas entre sus propios partidarios, que todos los medios han difundido. Flores se ha favorecido con la polarización de la elección entre ella y Humala, porque eso le ha permitido capturar a los votantes de los candidatos chicos”. Para Torres ahora la gran incógnita es si Humala sigue cayendo o si logra recuperarse, y en caso de que se desinfle “lo que todos nos preguntamos es a qué candidato irían sus votos; aunque parezca extraño cuando hemos hecho esa pregunta a los votantes de Humala muchos dicen que podrían votar por Flores”.
Benavente asegura que “Perú es un país con muy poca cultura política y por eso todo es muy cambiante. Nuestros sondeos indican que el 52 por ciento todavía no sabe por quién votar, y que el 30 por ciento del electorado define su voto una semana antes de los comicios, de ese porcentaje el 18 por ciento lo hace el mismo día de las elecciones. Por eso, el escenario que tenemos hoy todavía puede cambiar mucho”.
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