El presidente norteamericano, que tiene el menor índice de aprobación en seis años, sugiere a su hermano Jeb para sucederlo.
› Por Rupert Cornwell *
Desde Washington
Como Tony Blair, y por muchas de las mismas razones, la popularidad de George W. Bush tocó un nuevo fondo y sus republicanos ven peligrar su control sobre el Congreso y en la Casa Blanca en la elección de noviembre. Sin embargo, el presidente estadounidense no sólo no se desanima, sino que incluso propone a su hermano menor como un posible sucesor. Jeb Bush, actualmente gobernador del estado de Florida, no comentó sobre las aspiraciones de su hermano. La última vez que Jeb se refirió a su eventual candidatura presidencial, el año pasado, negó tajantemente esa posibilidad. Su hermano mayor, sin embargo, cree que sería “un gran presidente”.
Según publicó la versión digital del diario de Florida St. Petersburg Times, Bush afirma: “No tengo ni idea de qué es lo que quiere hacer. Yo mismo le he preguntado sobre el tema. Creo que de verdad no sabe”. No obstante, el mandatario no dudó en declarar públicamente lo que sólo puede entenderse como un eventual apoyo de la Casa Blanca a la también eventual candidatura de Jeb Bush. No sorprendería que el gobernador de Florida, que dejará el cargo en enero próximo, tuviera ambiciones presidenciales. Especialmente desde que la familia Bush es una de las dinastías políticas más prominentes de Estados Unidos. El padre de George y Jeb, George Bush, fue presidente entre 1989 y 1993, en tanto que su padre había sido un importante senador.
Excepto el terrorismo y la defensa nacional, los demócratas arrasan en todas las otras áreas. En un sondeo del diario New York Times y de la cadena televisiva CBS de ayer se asegura que tienen las mejores políticas de educación, de salud, impositivas y de inmigración. Por 57 contra 11 por ciento, son considerados como los que tienen más posibilidades de reducir los precios del crudo. Más significativamente quizá, consideran que los demócratas tienen mejores políticas para Irak, por un claro margen de 4830. Una pequeña mayoría cree que alguna forma de gobierno democrático emergerá en Bagdad. Pero en una relación de dos a uno, los estadounidenses no creen que Bush pueda poner fin exitosamente a la guerra. Con un record de 56 por ciento contra 39 por ciento, ahora dicen que fue un error para Estados Unidos haber invadido en primer lugar.
Aún más amenazante para la Casa Blanca es que cuatro de cada cinco de los que fueron entrevistados aseguran que el Congreso controlado por los republicanos no “ha preguntado lo suficiente” sobre Irak. Esto sugiere que los demócratas gozarían de un amplio apoyo público –tanto si ganan el control del Senado como de la Cámara de Representantes– si lanzan una profunda investigación sobre los orígenes de la guerra de Irak, que hasta ahora la administración Bush ha evitado. El único alivio de Bush, en la nueva era estadounidense de desilusión y descontento, es que pocos otros líderes políticos se han desempeñado mucho mejor. De aquellos que podrían reemplazarlo, Hillary Clinton es vista favorablemente por el 34 por ciento.
* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12. Traducción: Laura Carpineta.
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