Por lo menos 300 personas murieron ayer cuando estalló un oleoducto en un suburbio de Lagos, la capital de Nigeria. La explosión fue causada por ladrones de petróleo, que desenterraron y perforaron el gran caño para robar crudo y causaron un formidable estallido y un incendio que tomó varias horas extinguir. Según la policía, muchos de los muertos son vecinos que estaban en sus casas, pero la mayoría de los encontrados hasta ahora participaban en el robo y quedaron cubiertos de petróleo ardiente. Nigeria es el mayor productor de petróleo de Africa, uno de los países más corruptos del planeta y tiene un sistemático problema de ladrones de crudo, por lo que este tipo de explosiones ya no asombra.
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