EL MUNDO › EL NUEVO ESTATUTO DE LA REGION SE CONVIERTE EN LEY
En el referéndum de ayer triunfó el autogobierno de Cataluña. Con esta victoria, Zapatero podrá relanzar –ante el menoscabado peso de los populares– el proceso de negociación con la ETA.
Un día histórico para Cataluña. Ayer, cerca de 2 millones de catalanes aprobaron el nuevo estatuto autonómico de la región, dándole finalmente status legal. Aunque la participación fue baja –se estima que votó alrededor del 48 por ciento–, el sí fue masivo. Los resultados finales dieron un 73,9 por ciento a favor del nuevo estatuto, y un 20,7 por ciento en contra. Para el gobierno socialista de José Luis Rodríguez Zapatero, la ratificación fue una doble victoria. Por un lado, permite dar por concluido un controvertido tema que le traía dolores de cabeza. Por el otro, le permitirá relanzar con más fuerza el proceso de negociación con la organización terrorista vasca ETA, que semanas atrás quedó en suspenso después de que el Partido Popular (PP) retirara su apoyo.
Era de esperar que la ampliación del estatuto de autonomía fuera una cuestión controvertida. Sin embargo, los diputados catalanes no creyeron, cuando aprobaron el proyecto de reforma por amplia mayoría en septiembre pasado, que trascendiera el ámbito local y se instalara en el centro del debate de todo el país. A tal punto creció la cuestión catalana que ayer muchos analistas veían en esta consulta popular un enfrentamiento entre los socialistas en el poder y el opositor PP, que condicionaría el mapa político de cara al proceso de paz con ETA. La derrota del PP en Cataluña seguramente restará fuerza a su oposición a las negociaciones con Batasuna, el brazo político de ETA. Esto podría permitir a Zapatero relanzar el proceso de paz sin la presión de un acuerdo previo con los líderes populares. Asimismo, el jefe de gobierno español ya había destacado que iba a esperar los resultados en Cataluña para iniciar formalmente las negociaciones en el tema vasco.
Desde un comienzo, el PP adoptó una postura muy dura con respecto a la ampliación del estatuto catalán. La calificaba de inconstitucional por considerar que era un paso en dirección a la independencia. Ayer, el líder de este partido, Mariano Rajoy, mantuvo esta línea al pedirle a Zapatero –con un dramatismo exagerado– que “paralice esta operación de liquidación de la España constitucional”. Llamativamente, el compañero político del PP en esta cruzada contra la autonomía catalana fue el Esquerra Republicana de Cataluña (ERC). Este partido independentista argumenta todo lo contrario. Considera que las revisiones de las Cortes Generales de Madrid –instancias bicamerales del Congreso español– limitaron demasiado las aspiraciones de autonomía consignadas en un principio por el Congreso catalán (ver recuadro).
La baja participación no pasó inadvertida ni para los que propugnaban el sí ni para los que apoyaban el no. El PP y el ERC no cuestionaron el resultado, pero sí pusieron en duda su fuerza política. Los independentistas del ERC lo denominaron como un sí raquítico, mientras que los populares destacaron el escaso apoyo que tendrá el autogobierno catalán. Desde la alianza que apoyó el sí, el partido Convergencia i Unió (CiU) también reconoció el magro resultado. “No es la victoria que hubiésemos deseado”, afirmaron los nacionalistas moderados. El primer secretario del Partido Socialista Catalán (PSC), José Montilla, optó por bajarle el tono al bajo nivel de participación. “No deslegitima ni política ni legalmente esta gran victoria de Cataluña”, aseguró.
El debate y las negociaciones que finalizaron en la consulta popular de ayer no trastrocaron solamente la arena política nacional. El proyecto de reforma del estatuto reconfiguró las alianzas políticas en la región. A partir de la importancia que el tema adquirió para Zapatero, el PSC tuvo que dar un giro. En un principio apoyó el proyecto que habían presentado en el Congreso junto con ERC, CiU y por Iniciativa per Cataluña-Les Verdes. Sin embargo, y dado las controvertidas demandas del documento, viró hacía una alianza más moderada con el CiU, que pudiera acompañar las limitaciones impuestas más tarde por el Congreso español y las Cortes de Madrid.
Después de conocer los resultados finales, el gran ganador de la jornada salió a dar su discurso. “La España autonómica avanza, la España que ha cosechado éxitos para nuestro progreso y para nuestro bienestar”, se congratuló Zapatero. El logro del jefe de gobierno español fue conseguir imponer una solución moderada a una cuestión que se venía planteando en términos cada vez más extremos, que alternaban entre el separatismo y el no reconocimiento de Cataluña. Con la ratificación del nuevo estatuto autonómico, Zapatero puede anotarse una nueva victoria política, junto con el cese de fuego y el inicio de las negociaciones con ETA.
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