EL MUNDO › LA GUERRILLA LIBANESA MATO A SIETE SOLDADOS ISRAELIES Y CAPTURO A DOS
Mientras el ejército israelí presionaba a Hamas en Gaza para recuperar al soldado secuestrado, en la frontera norte milicianos chiítas mataron a siete soldados y obtuvieron dos rehenes. El ejército invadió Líbano para recuperarlos, pero no los encontró.
› Por Juan Miguel Muñoz *
Desde Jerusalén
La capacidad de contagio del conflicto israelo-palestino irrumpió ayer, una vez más, con toda su fuerza. La milicia libanesa Hezbolá salió en defensa de la asediada Hamas atacando un puesto militar en la frontera israelí. Mató a siete soldados, capturó a dos y reclamó la liberación de los prisioneros árabes en Israel. Un desastre para el gobierno hebreo, cuyo primer ministro, Ehud Olmert, consideró el ataque un “acto de guerra” del que responsabilizó al Ejecutivo de Beirut, al que pretende forzar para que desarme a la guerrilla chiíta. Siria e Irán manifestaron su comprensión con la operación. Todos los ingredientes se combinan para otra escalada violenta, como siempre imprevisible, en Medio Oriente.
Poco después de las nueve de la mañana (hora local), milicianos chiítas atacaron con armas ligeras, explosivos y cohetes dos patrullas israelíes. Mataron a tres soldados y capturaron a dos. Minutos después, el ejército israelí invadió seis kilómetros del territorio libanés, por primera vez desde su retirada en mayo de 2000, y uno de sus tanques fue destrozado por una mina: otros cuatro uniformados perecieron en el acto. La respuesta israelí se amplió a varios puentes, una central eléctrica y a puestos de Hezbolá en el sur del país árabe. Al menos un par de milicianos murieron. Los cazabombarderos F-16 sobrevolaron Beirut mientras la población del norte de Israel se resguardaba en los refugios y los combates se extendían a varios puntos de la frontera.
Los movimientos militares israelíes no hicieron retroceder a Hezbolá. Hassan Nasrala, líder del movimiento fundamentalista, integrante del gobierno libanés, exigió una negociación sobre los miles de prisioneros palestinos y algunos libaneses encarcelados en prisiones de Israel, como el único camino para resolver el embrollo. Y declaró desafiante: “Los soldados capturados están lejos, lejos. Si creen que los van a rescatar, sueñan. Esta operación constituye una muestra de respaldo a nuestros hermanos palestinos, que a diario son asesinados en medio del silencio del mundo”.
Varios gobiernos occidentales –que apenas protestaron por el destrozo de las centrales eléctricas, los puentes y las conducciones de agua en la Franja de Gaza, ni por la detención en masa de casi todos los parlamentarios y ministros de Hamas en Cisjordania hace dos semanas– exigieron que se pusiera en libertad a los militares cautivos inmediatamente. En Gaza, por el contrario, grupos de personas no ocultaban su júbilo y repartían caramelos a los transeúntes en varios cruces de calles. Lo mismo sucedía en algunos barrios de Beirut, donde grupos de simpatizantes de Hezbolá expresaron con tiros al aire su alegría por la captura de los uniformados. Aunque también muchas personas pudientes, han comenzado a pedir visados para abandonar el país.
Sólo tres meses y medio después de las elecciones legislativas, al gabinete de Olmert, que ha rechazado negociar para cualquier canje de prisioneros por soldados, se le complican sus planes. Poco a poco va relegando su idea de evacuar a los colonos de buena parte de Cisjordania. La realidad en ámbitos muy diferentes se impone abruptamente. El primer ministro reaccionó con una amenaza contra el gobierno libanés, no contra Hezbolá. “El gobierno libanés”, reza un comunicado del Ministerio de Asuntos Exteriores, “es responsable de esta agresión sin provocación previa”. Y lanzó un llamamiento en Naciones Unidas para que haga responsable al Ejecutivo de Beirut por el ataque de la guerrilla chiíta. Pretende así forzar al Líbano a cumplir la resolución 1559 de la ONU, que estableció en otoño de 2004 la retirada de las tropas sirias de Líbano –ya ejecutada– y el desarme de todas las milicias, en referencia a Hezbolá. Por la tarde, el jefe del Comando Norte del Ejército, Udi Adam, añadió: “Nos preparamos para una operación masiva en las profundidades del territorio libanés”. Seis mil reservistas fueron movilizados.
Un abismo separa el poder militar israelí del de la guerrilla libanesa. No obstante, el sur de Líbano dista un mundo de la situación que se vive en la Franja de Gaza. Los milicianos de Hezbolá están curtidos en mil batallas y sus estrechos vínculos con Siria e Irán son de larga data.
* De El País de Madrid. Especial para Página/12.
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