Dom 13.08.2006

EL MUNDO  › AMOS OZ, YITZHAK LAOR Y RONIT MATALON HABLAN DE LA GUERRA

El dilema de los intelectuales israelíes

› Por Sergio Rotbart
Desde Tel-Aviv

En un poema incluido en una compilación de poesía política (publicado en 1983) sobre la anterior guerra del Líbano (1982-2000), el escritor Amos Oz escribió: “...Y el país callará. Y ante el ojo asombrado / se revelaron los hechos impresos, en el diario: / Israel muere, mata, combate, / para darle / a los Estados Unidos / el Líbano. (...) Dado que matamos también morimos en el juego global / en la cuenta diferencial, en el cerco colosal / bajo el imperativo / del estratega / universal”. En un artículo publicado días atrás, el mismo escritor estimó que la actual guerra que Israel libra en el Líbano provocará no menos que una “victoria recíproca” para ambos países, y la “ampliación de las posibilidades de paz en la región”. La reacción militar israelí, argumentó Oz, es un paso inevitable y justo pues “los cohetes golpean a la paz”. A diferencia de 1983, en 2006 no hay una sola mención al “estratega universal”.

En rigor de verdad, la posición de Amos Oz ha cambiado en la última semana. El pasado 6 de agosto dio a conocer una solicitada, firmada en forma conjunta con sus pares AB Yehoshua y David Grosman, que llamó al gobierno de Israel a aceptar un cese del fuego y una salida diplomática como la propuesta por el premier libanés, Fouad Siniora. Tras la última decisión del gabinete de Seguridad, que aprobó la ampliación de la ofensiva militar terrestre en el sur del Líbano, los tres escritores celebraron una conferencia de prensa en la que expresaron su oposición a la medida del gobierno israelí. “El primer día del operativo militar se dijo que su meta era emplazar el ejército del Líbano a lo largo de la frontera. Con el tiempo surgieron objetivos alucinados y descabellados, como aplastar totalmente al Hezbolá o borrar el eje del mal, que no están en los límites de nuestra capacidad”.

Contrastando con la evolución de Amos Oz, el poeta y escritor Yitzhak Laor constituye tal vez el ejemplo más consecuente de la crítica al militarismo en la sociedad israelí. Forjado también en la primera guerra del Líbano, y consolidado a la sombra de las dos Intifadas, sostuvo sus críticas desde el inicio del actual conflicto. Laor sostiene que “el ejército no es solamente el jugador local más grande en la economía y en la economía de las imágenes, sino que con los años supo convertirse en el ‘yo ideal’ de los israelíes”. El es “realmente como nosotros, como el vecino de enfrente, pero también es lo mejor de nosotros, como habríamos querido ser, si hubiésemos sido verdaderamente buenos”. Y, además, “si no fuera por el ejército, no seríamos lo que somos”. De acuerdo a Laor se puede deducir: “No es posible que el ejército haga la guerra sin una causa y bombardee poblados en los que se esconden seres humanos y sus bebés en los sótanos, y destruya la economía del norte de nuestro país sólo porque su honor ha sido herido. Pues se trata de nosotros mismos y de nuestra propia carne. Nosotros, ciertamente, no habríamos puesto en peligro nuestras propias vidas por intereses extraños”.

La escritora Ronit Matalon es una de las escasísimas representantes del ambiente cultural con una posición contraria a la guerra que fue entrevistada en un programa televisivo central. Ella cuenta que al día siguiente, al encontrarse en la calle con A., el hombre del negocio barrial de materiales de construcción, A. dejó de saludarla y de dirigirle la palabra. Y supone que A. no le habla más dado que “piensa, desde el fondo de su corazón, que lo que está ocurriendo es una guerra en defensa de nuestra casa”. Matalon intenta entender: “También en la prensa escriben que ésta es una guerra en defensa de nuestra casa y que la casa, es decir la población civil que soporta el fuego del enemigo, debe ser fuerte”. Pero a la escritora esto no la convence del todo. “Salvo que –aclara–, en el concepto de casa se haya producido una distorsión básica que de hecho lo está manipulando al servicio de las necesidades de la patria, y lo ha vaciado de su contenido. Esta no es una defensa de la casa, no porque no existan el peligro o la amenaza reales, sino simplemente porque el propio cuidado de la casa se convirtió, así parece, en el peligro real y en la amenaza real, en una espada de Damocles”, aseguró la escritora.

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