EL MUNDO › DESPUES DE 20 AÑOS, EL EJERCITO DE BEIRUT PISA LA FRANJA AL SUR DEL RIO LITANI
Quince mil militares libaneses empezarán a llegar al sur del país a partir de hoy, condición esencial para que Naciones Unidas pueda emplazar en la frontera su fuerza militar internacional. La tregua entre Israel y Hezbolá pende de un hilo: el primero amenaza con frenar su retirada y el segundo con no desarmarse.
› Por Guillermo Altares *
Desde Beirut
El gobierno de Líbano autorizó el despliegue inmediato del ejército al sur del río Litani y aseguró que los soldados comenzarán a llegar hoy mismo a la zona arrasada durante los 33 días de conflicto. La presencia de unos quince mil militares libaneses en esa zona es una condición esencial para que Naciones Unidas pueda poner en marcha cuanto antes un contingente internacional de otros quince mil militares, cuyos tres mil primeros miembros pueden comenzar a desplegarse en un plazo de dos semanas. La rapidez es fundamental: la tregua entre Israel, que amenaza con no retirarse de la zona sur de Líbano, y la milicia chiíta de Hezbolá, que se niega a desarmarse, puede romperse en cualquier momento. El jefe del Alto Estado Mayor de la Defensa israelí, general Dan Halutz, ya advirtió que frenará la retirada de sus tropas de Líbano si el ejército libanés no se despliega “en unos días”. Halutz incluso adelantó que se podrían quedar por “varios meses”.
Desde hace dos décadas, el ejército libanés no ha pisado la franja al sur del río Litani, que ha estado bajo el control de Israel hasta el año 2000 y, desde entonces, del movimiento chiíta. La resolución 1701 de Naciones Unidas, que logró arrancar la tregua en la mañana del lunes, prevé tanto el despliegue de las tropas libanesas como, con un mandato reforzado, de las tropas de la Finul –Fuerza Interina de Naciones Unidas para Líbano–, que llegaron a la zona en 1978 y que pasarán de dos mil a 15 mil cascos azules.
En un país donde las tropas internacionales ya tuvieron que salir una vez, en 1983, tras una serie de atentados suicidas, la situación no es precisamente sencilla. Los países dispuestos a contribuir con tropas a la Finul quieren todas las garantías posibles antes de que los soldados pisen Líbano. “Este despliegue no podrá hacerse sin el acuerdo de Hezbolá”, explica Judith Harik, profesora de la American University de Beirut. “El ejército libanés fue creado para no ser fuerte. Refleja las divisiones sectarias del país”, agrega. Esta investigadora cree que la situación es muy diferente a la de los años ochenta, cuando los soldados franceses, estadounidenses e italianos acabaron sumergidos en la violencia de la guerra civil. Sin embargo, aunque la guerrilla islamista chiíta haya dado su visto bueno al despliegue internacional, la situación seguirá siendo muy complicada. Hezbolá no tiene, por ahora, la más mínima intención de desarmarse, tal y como exige la resolución 1701 y, lo que es más importante, Israel conserva el derecho a volver a atacar Líbano si considera que su seguridad está en peligro.
Las declaraciones del portavoz del gobierno, Ghazi Aridi, tras anunciar el despliegue en las próximas horas, no pueden ser más significativas de la fragilidad de la situación ante la fuerza que ha demostrado la guerrilla. “El papel del ejército será defender el territorio nacional, mantener el orden e impedir cualquier presencia armada. Si encontramos armamento, nuestros hermanos de Hezbolá han dicho que nos dejarán incautarlas. No habrá enfrentamiento con Hezbolá. El despliegue del ejército es a favor de la población, no contra nadie”, aseguró.
Ante este panorama, el ministro francés de Exteriores, Philippe Douste-Blazy, dejó ayer claras, en una visita a Beirut, las condiciones para que Francia encabece el despliegue. “La Finul no es una fuerza de imposición de la paz, sino que tiene como objetivo ayudar al ejército libanés a desplegarse, contribuir al retorno de los refugiados y a la llegada de la ayuda humanitaria”, manifestó.
La situación que los soldados, libaneses e internacionales, van a encontrar sobre el terreno es terrorífica: pueblos enteros convertidos en cráteres lunares a los que están regresando en tromba cientos de miles de personas –500 mil desde el lunes, según la ONU, y quedan otro medio millón por llegar–, llenos de todo tipo de munición sin explotar y con cadáveres entre los escombros –cien han sido recuperados en los últimos días, entre ellos los de siete niños en las ruinas del último edificio bombardeado en Beirut–. Aun, así lo peor es que Hezbolá, que no ha liberado a los soldados capturados, e Israel son dos enemigos que no han terminado las hostilidades, simplemente las han aplazado.
* De El País de Madrid. Especial para Página/12.
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