EL MUNDO › LULA DA SILVA Y GERALDO ALCKMIN SE ENFRENTARON DE CARA AL BALLOTTAGE
La corrupción fue el eje del duelo entre el presidente brasileño y su rival socialdemócrata. Este último sorprendió en el arranque.
Geraldo Alckmin salió con los tapones de punta. Casi sin entrar en calor, el candidato opositor abrió el debate preguntándole al presidente Luiz Inácio Lula da Silva por los 800 mil dólares con los que sus asesores de campaña pensaban pagar el dossier que incriminaría a sus correligionarios. La ofensiva sorprendió a todos, incluso a Lula, que logró recuperarse en el segundo bloque, atacando al gobierno de Fernando Henrique Cardoso por su falta de políticas sociales y su corrupción. Titubeos, un pequeño derrame en un ojo y respuestas vagas caracterizaron la primera impresión que dio el mandatario. A pesar de las promesas sobre un intercambio de ideas y de propuestas, el debate emitido por Bandeirantes giró sobre las denuncias de corrupción que golpean hace un tiempo al oficialismo y que le habrían costado la victoria en primera vuelta.
A: ¿De dónde vino el dinero sucio, los 1,7 millones de reales que fueron decomisados a dos personas vinculadas al oficialista PT?
L: Hace 30 días que quiero saber de dónde vino el dinero. Yo quiero saber quién diseñó ese plan maquiavélico, cuál era el contenido del dossier.
A: Vea, telespectador (Lula), no sabe. No tuvo la curiosidad de preguntárselo al director del (estatal) Banco do Brasil, al coordinador de su programa.
L: No soy policía, soy presidente. Tal vez (Alckmin) tenga nostalgia del tiempo en que en la tortura se podía obtener información en media hora.
Así comenzó el primer debate de cara al ballottage del próximo 29 de octubre. La discusión de anoche fue un espejo de la tensión y la agresividad que se ha instaurado en la dirigencia brasileña, y que promete dominar el resto de la campaña. La lógica del programa, además, parecía estar diseñada para que sea un ring de lucha libre. Sin temas prefijados, la primera mitad del debate se basó en un ida y vuelta de acusaciones.
Ya en el segundo bloque, Lula recuperó el control de la situación. Recordó que los casos de corrupción que actualmente se investigan tuvieron su inicio durante el gobierno del correligionario de Alckmin, Fernando Henrique Cardoso. El gran golpe de Lula fue destacar la ausencia del ex presidente socialdemócrata entre los dirigentes y allegados de los dos candidatos que observaban el debate desde una platea detrás de las cámaras. “Veo que están intentando ocultar a Cardoso”, retrucó con éxito Lula. Alckmin no bajó su nivel de agresividad, llegando incluso a llamarlo “delincuente”. Pero ya no era lo mismo; ahora el presidente contraatacaba.
Lo único que saben hacer ustedes es “privatizar, privatizar y privatizar”; nosotros, en cambio, nos focalizamos en “lo social, lo social y lo social”, afirmó Lula, intentando cambiar el rumbo de la discusión y preparando el terreno para exponer los logros de su administración. Habló de las políticas sociales, el fomento de la agricultura familiar y del saneamiento básico. Es en este campo, en la comparación con el gobierno anterior, donde el presidente se mostró más cómodo y confiado, permitiéndose incluso algunos chistes.
El último gran tema fue Bolivia. Alckmin acusó al gobierno de ser sumiso y débil al negociar con La Paz. Lula supo responder y comparó a su rival con el presidente George Bush. Aseguró que el mismo argumento que lleva a Alckmin a criticar la política de diálogo con un país más débil como Bolivia fue el que llevó a Bush a atacar a Irak.
Lula llegó al debate con una intención de voto del 50 por ciento, contra un 43 por ciento de Alckmin, según Datafolha. Un empate sería un éxito para el petista. Pero, este resultado se volvió incierto después del embate inicial del opositor.
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