EL MUNDO › LOS PINOCHETITOS EN EL CONGRESO CHILENO QUIEREN MAS HOMENAJES
Un grupo de legisladores de los principales partidos de oposición quiere instalar monumentos de Pinochet en Valparaíso, Iquique y en la plaza adyacente al Palacio de la Moneda. No tienen los votos necesarios para hacerlo, pero dicen que insistirán.
› Por María Laura Carpineta
Augusto Pinochet está muerto, pero parte de la derecha chilena parece estar empeñada en demostrar que el pinochetismo sigue vivo. Un grupo de diez diputados de los dos principales partidos de la oposición, la Unión Democrática Independiente (UDI) y Renovación Nacional (RN), presentaron ayer un proyecto de ley para construir tres monumentos con la figura del ex dictador. El argumento es el mismo de siempre: un reconocimiento a la “gran obra” del gobierno militar. Seguramente la propuesta no prosperará, ya que la Concertación tiene mayoría en ambas cámaras. Sin embargo, esto no preocupó de sobremanera a sus propios auspiciantes, porque su objetivo es otro. “Vamos a presentar el proyecto todas las veces que sea necesario. No podemos dejar que la izquierda reescriba la historia”, explicó el diputado de la UDI Iván Moreira, en diálogo telefónico con Página/12.
El domingo 10, horas después de que se conociera la muerte de Pinochet, Página/12 habló con el abogado de derechos humanos chileno Roberto Garretón. “Estamos combatiendo la impunidad judicial, pero todavía queda la impunidad histórica. Mañana o dentro de varios años algún alcalde puede ponerle a una calle Augusto Pinochet o Manuel Contreras. Nosotros tenemos que luchar para que esto nunca ocurra. Hay que levantar monumentos, nombrar calles y hacer campañas de concientización”, aseguraba entonces Garretón. Muy a su pesar, los que siguieron su consejo no fueron los hombres de la Concertación, sino los representantes de la derecha más dura. Como el alcalde de Las Condes, Francisco de la Maza, que quiere rebautizar una calle o una plaza con el nombre del ex dictador. La razón es tan simple como absurda. Durante sus diecisiete años de mano dura, Pinochet vivió en este barrio paquete y pintoresco del este de Santiago, en donde muchos de sus distinguidos vecinos siguen recordándolo con cariño.
Según se conoció ayer, De la Maza quiere elegir nada menos que la avenida Kennedy, una de las calles más importantes y más utilizadas por los chilenos, que cruza toda la ciudad. Lo alarmante para muchos santiaguinos es que este alcalde de la UDI, leal hasta la médula a la figura y el gobierno de Pinochet, no está solo. Ayer el Concejo Municipal le dio vía libre para que ignore la verdad jurídica y escriba su propia verdad histórica. No le será fácil. En este barrio también vive un hombre que se hizo mundialmente conocido por escupir su odio a Pinochet, el nieto del general Carlos Prats, Francisco Cuadrado Prats.
Mientras los quistes pinochetistas intentan renombrar calles y erigir monumentos, el gobierno y la oposición más moderada, liderada por el ex candidato presidencial Sebastián Piñera y el senador Pablo Longueira, intentan desesperadamente dejar atrás el fantasma Pinochet para volver a sumergirse en la agenda política. Pero el espacio que ellos dejan es el que otros ocupan. “Si Allende tiene un monumento, con mayor razón se lo merece Pinochet, que fue el fundador del Chile moderno”, aseguró el diputado Moreira, principal promotor del proyecto de ley y uno de los pocos políticos de la derecha que no se alejó del ex dictador cuando se supo que escondía una fortuna en el exterior. “Los errores cometidos durante el gobierno militar no manchan su gran obra”, explicó. Por eso, dice, la sociedad debe homenajearlo en los lugares que marcaron la vida del general devenido en dictador.
Primero, en su Valparaíso natal. Esta pintoresca ciudad portuaria pegada a Santiago es uno de los centros económicos del país, además de ser sede del Congreso nacional, y un imán turístico por la belleza de sus colinas y sus callecitas de piedra. Su atractivo fue reconocido por la Unesco, que lo declaró patrimonio de la humanidad. Desde la vuelta de la democracia, Valparaíso se ha desmarcado de la figura de Pinochet y ha repudiado con grandes manifestaciones los crímenes cometidos durante su gobierno de facto. Como en Santiago, cuando murió el dictador la mayoría festejó en las callecitas aledañas al puerto.
El otro monumento fue propuesto para Iquique, una pequeña ciudad cerca de la frontera con Bolivia. Allí las historias de la guerra con el país vecino siguen vivas y alimentan el nacionalismo como en ningún otro punto del país. En ese ambiente, Pinochet se formó y avanzó en su carrera militar y allí mantiene cierta popularidad.
El tercer lugar elegido por los diputados de la derecha suena a afrenta: es la plaza que hace de veces de patio trasero del Palacio La Moneda. Punto neurálgico del microcentro de Santiago, la Plaza de la Ciudadanía está rodeada por algunos de los edificios históricos más importantes de la capital, que recuerdan glorias y bonanzas pasadas. Además, los gobiernos de la Concertación, y especialmente el de Ricardo Lagos, se esforzaron en convertir esta zona en un lugar de memoria y justicia. Allí se levantó una estatua de Salvador Allende y allí se festejó la muerte del tirano.
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