En respuesta a una investigación periodística que vinculaba la suerte de los marinos británicos que ayer liberó Teherán con la de los iraníes detenidos en Irak, Robert Gates, el secretario de Defensa de Bush, hizo saber que no soltarán a los diplomáticos.
El secretario de Defensa estadounidense, Robert Gates, descartó ayer que los cinco diplomáticos de bajo nivel detenidos en Irak sean liberados. “Creo que no hay intención por ahora de dejarlos ir”, explicó el funcionario. Luego de la liberación de los quince marinos británicos ayer, muchos analistas especulaban que el gobierno de Tony Blair podría haber presionado a su aliado estadounidense para hacer un canje. Esta versión creció cuando, horas después del anuncio del presidente Mahmud Ahmadinejad, el gobierno iraquí informaba que los diplomáticos iraníes podrían reunirse por primera vez con su cónsul en Bagdad.
Gates incluso puso en duda que este encuentro entre el cónsul iraní y los diplomáticos finalmente se realice. “Los funcionarios estadounidenses y los iraquíes están discutiendo sobre algún tipo de acceso iraní a ellos”, señaló el sucesor de Donald Rumsfeld. Además, el gobierno estadounidense ya había descartado que la situación de los diplomáticos tenga alguna vinculación con la detención de los marinos británicos y afirmó que la liberación de estos últimos no influirá en las condenas que podrían recibir los iraníes.
En tanto, el jefe de Estado Mayor estadounidense, el general Peter Pace, aseguró que la Cruz Roja ya tuvo acceso a los cinco detenidos iraníes. Entre la comitiva de la organización humanitaria, sostuvo Pace, había un ciudadano iraní. Por el momento, la ONG no difundió ningún comunicado sobre el estado de los detenidos.
Los iraníes habían sido detenidos el 11 de enero pasado en una redada realizada por las fuerzas estadounidenses en la ciudad de Erbil, en el Kurdistán. Según Irán, el edificio atacado en Erbil era un consulado y los cinco detenidos eran diplomáticos. Los funcionarios estadounidenses en Irak, en cambio, sostienen que los iraníes eran parte de una red que proveía de explosivos a las milicias chiítas y luego eran utilizados contra las fuerzas extranjeras y las iraquíes. La Casa Blanca ya había denunciado antes que Teherán contribuía a la inestabilidad y a la ola de violencia en Irak, no sólo traficando armas a ese país, sino también con ayuda logística a estos grupos de insurgentes.
Según el diario británico The Independent, el objetivo principal de Estados Unidos no eran los cinco diplomáticos, sino dos importantes funcionarios iraníes de seguridad: Mohamed Jafari, adjunto del jefe del Consejo de la Seguridad Nacional iraní, y Minojahar Frouzanda, responsable de Inteligencia de los Guardianes de la Revolución. El primero es el principal asesor Ali Larijani, el hombre que dirigió las negociaciones con Londres por los marinos y el que se encarga de discutir los temas nucleares. El segundo es uno de los jefes del grupo militar de elite que detuvo a los marinos británicos en el golfo Pérsico hace dos semanas y que, según Estados Unidos, dirige las ayudas de Teherán a las milicias chiítas iraquíes.
Mientras se discute la suerte de los cinco diplomáticos iraníes, las fuerzas estadounidenses en Irak tuvieron otro día negro. Cinco soldados murieron y otros cuatro resultaron heridos en varios ataques de la insurgencia en Bagdad.
Además, otro helicóptero norteamericano fue derribado en el interior del país. Según informó el Ejército estadounidense, cuatro de los nueve tripulantes resultaron heridos. El saldo de víctimas del día también incluyó cuatro soldados británicos y decenas de civiles iraquíes.
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