Sáb 07.04.2007

EL MUNDO

El Congreso confirma las mentiras de Cheney sobre Saddam y Bin Laden

Un minucioso informe preparado por una comisión bipartidaria del Congreso de EE.UU. confirma que la supuesta relación entre Hussein y Bin Laden fue un invento de un funcionario del vicepresidente. Pero, contra la opinión de la CIA y el Pentágono, Cheney insiste.

› Por Rupert Cornwell *
Desde Washington

El vicepresidente Dick Cheney sigue insistiendo en que Al Qaida tenía fuertes vínculos con Irak antes de la invasión de Estados Unidos en 2003, a pesar de la evidencia publicada ayer, que incluye un interrogatorio a Saddam Hussein, confirmando un consenso de larga data de la inteligencia de Estados Unidos que ratifica lo contrario. Las extraordinarias aseveraciones de Cheney llegaron ayer cuando el Congreso dio a conocer la versión completa desclasificado de un informe del Pentágono que critica fuertemente a una oficina especial de su propio edificio por escribir informes de inteligencia que afirmaban tales contactos. Esas declaraciones contradecían rotundamente la opinión de otras agencias de Estados Unidos, incluyendo la CIA y la Agencia de Inteligencia de Defensa, la unidad oficial interna del Pentágono, de que tales vínculos no existían.

El nuevo informe, cuyas amplias conclusiones fueron divulgadas anteriormente este año, da una imagen más clara aún de cómo los halcones de la administración Bush manipularon la inteligencia de preguerra para imponer la idea de que Saddam estaba trabajando con Al Qaida. Antes de la invasión, el presidente Bush y el vicepresidente Cheney alimentaron tanto esta impresión en todos sus discursos –con tanto éxito en un momento, según las encuestas–, que dos tercios de los estadounidenses creyeron que el dictador iraquí tuvo una mano en los ataques del 11 de septiembre sobre Nueva York y Washington.

Pero el detallado informe dado a conocer ayer dice que Saddam mismo, así como el ex canciller iraquí, Tariq Aziz, y el ex jefe de inteligencia Mani al Rashid al Tikriti, todos confirmaron al ser interrogados que no tenían tratos significativos anteriores a la guerra con la organización encabezada por Bin Laden. La oficina del Pentágono que está en la mira estaba dirigida por Douglas Feith, neoconservador y un importante defensor de la invasión, que era entonces subsecretario de Defensa y el tercer funcionario del Pentágono de rango civil. Sus informes era enviados directamente a Cheney y su entonces jefe de gabinete, Lewis Libby –que fue convicto el mes pasado por perjurio y obstrucción de la justicia en un caso conectado a la inteligencia de preguerra–. Feith también ha sido desacreditado, y renunció a su puesto en el Pentágono a mediados de 2005.

Ninguno de estos hechos, sin embargo, ha tenido el menor impacto en Cheney. Entrevistado por el animador de radio conservador Rush Limbaugh, el vicepresidente aseguró que Abu Musab al Zarqawi, el comandante de Al Qaida muerto en junio de 2006, estaba activo en Irak mucho antes de 2003.

“Fijó su residencia en Bagdad aun antes de que nos lanzáramos a Irak, organizó las operaciones de Al Qaida dentro de Irak antes que llegáramos a la escena”, declaró Cheney. “Esto es Al Qaida operando en Irak y, como digo, estaban ahí antes que invadiéramos Irak.”

Otro elemento clave en el caso de la vinculación Irak/Al Qaida fue una supuesta reunión en Praga a mediados de 2001 entre un funcionario iraquí de inteligencia y Muhammed Atta, el jefe de los secuestradores del 9 de septiembre. La CIA y otras agencias de Estados Unidos descartaron la idea y produjeron evidencia de que Atta no pudo haber estado en la capital checa en ese momento. En julio de 2002, sin embargo, la oficina de Feith escribió que las conclusiones de la CIA “debían ser ignoradas”. En 2004, el informe de la Comisión bipartidaria del 9 de septiembre –el estudio más autorizado sobre los antecedentes y la ejecución de los ataques terroristas– también fue profundamente escéptica de los vínculos entre el régimen de Saddam y Al Qaida. Cheney, sin embargo, permanece como uno de los pocos verdaderos creyentes.

* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.

Traducción: Celita Doyhambéhère.

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