EL MUNDO › MAÑANA ES LA PRIMERA VUELTA ELECTORAL PARA ELEGIR PRESIDENTE
El factor Sarkozy, el voto útil, las sorpresas que da Le Pen, los que se inclinan por Bayrou, los que dudan y los nuevos votantes.
› Por Eduardo Febbro
Un día como ayer, pero sin sol, cinco años atrás, 48 horas antes de la primera vuelta de las elecciones presidenciales, nadie, ni franceses ni turistas, hubiese podido decir que el país iba a elegir un nuevo presidente dos días más tarde. La sociedad no se interesaba en la consulta. Opaca, la elección presidencial conoció uno de los niveles más elevados de abstención y desembocó en una hecatombe: el ascenso a la segunda vuelta del candidato de extrema derecha. 2007 no se parece en nada a 2002. “Sego”, “Sarko”, Bayrou, Le Pen, cada bar, cada familia, transportes públicos en la calle, todo es un eco ininterrumpido de discusiones sobre la elección del próximo domingo. ¿Quién? La última fase de la primera vuelta de las elecciones presidenciales se desarrolla bajo el signo de la “i”: indecisión y, por consiguiente, incertidumbre. El nombre de los dos candidatos que pasarán a la segunda vuelta depende de una serie de factores que, combinados, respetarán las previsiones de los sondeos o las modificarán. Del porcentaje que obtenga el candidato de la derecha, Nicolas Sarkozy, o del que sume el de la ultraderecha, o de lo que hagan los electores socialistas, tentados por una opción centrista, y hasta del perfil que adopte el casi 40 por ciento de indecisos, la elección está sujeta a un conjunto de variables que rodean el resultado de un gran misterio.
Seis son las piezas de que consta este esquema electoral abierto. 1: Que Nicolas Sarkozy confirme en las urnas la tendencia mayoritaria de los sondeos. A partir del pasado 15 de enero, los porcentajes anunciados son los más elevados obtenidos hasta hoy por un candidato de la derecha desde 1981 (27%-30%). 2: Que el voto útil juegue a favor de la socialista Ségolène Royal y se evite así la eliminación de la candidata de la izquierda en la primera vuelta, tal como ocurrió en 2002 con el ex primer ministro Lionel Jospin. Ségolène Royal ha logrado movilizar a su campo aún más que François Mitterrand en 1981. Los sondeos la ubican entre 23 y 26 por ciento. Mitterrand había llevado a los socialistas al poder con el 25,85 por ciento en la primera vuelta, pero contó con un aporte considerable de votos de izquierda, cerca del 40 por ciento, cifra superior al 37 por ciento que suman hoy todas las izquierdas. 3: La incógnita del Frente Nacional determinará si su candidato, Jean-Marie Le Pen, reitera su hazaña de 2002, cuando pasó a la segunda vuelta. Le Pen, entre 12 y 15 por ciento de intenciones de voto, promete un “tsunami electoral”. 4: El candidato centrista François Bayrou ha sido el invitado sorpresa de la campaña. Sus 17 a 19 por ciento de proyecciones de voto acentúan tanto más la incertidumbre cuanto que su discurso “ni izquierda ni derecha” sedujo principalmente a la gente que votaba con el corazón a la izquierda. No obstante, el electorado de Bayrou es el más indeciso. 5: La quinta variable es la de la indecisión, evaluada según las encuestadoras entre 27 y 40 por ciento del electorado. Este porcentaje de indecisión es muy superior al de la consulta de 2002. Hace cinco años y en la misma época, los indecisos totalizaban 15 a 20 por ciento del cuerpo electoral. 6: La última variable concierne a los casi dos millones de nuevos electores que votan por primera vez. Del total de 44,5 millones de votantes la incorporación de nuevos electores a los padrones es sensible en las grandes y pequeñas ciudades del país. En este contexto, el voto nuevo en los suburbios desempeñará un papel central, porque fue allí donde estalló la larga serie de incidentes que incendiaron las periferias de Francia en 2005. Para muchos jóvenes de esas zonas que nunca antes habían votado, la elección de este domingo es como un voto venganza contra Nicolas Sarkozy, el entonces ministro de Interior cuyas controvertidas intervenciones agregaron más pólvora a la explosión.
Indecisión, cambio generacional de poder, ausencia de tema dominante, inmersión en campos tan metafóricos como la identidad nacional, la elección francesa marca un giro importante en la historia de la Quinta República hecha a la medida de quien refundó Francia después de las horas sombrías de la Segunda Guerra Mundial, el general De Gaulle. Ni un matemático podría ver en los sondeos la silueta de los posibles ganadores de la primera vuelta. Los sondeos son contradictorios. Algunos vaticinan diferencias importantes entre las dos corrientes centrales, la izquierda y la derecha, otros reducen esas distancias a meros puntos. Ni siquiera los grandes expertos en consultas de opinión están de acuerdo. En las páginas del vespertino Le Monde, dos eminentes encuestadores, Stéphan Rozés (CSA) y Jéróme Sainte-Marie (BVA), pronostican una “rebipolarización izquierda-derecha” del electorado. Ello equivale a decir que la representante socialista, Ségolène Royal, y el conservador Nicolas Sarkozy son los candidatos declarados de la segunda vuelta. Sin embargo, Brice Teinturier (Sofres) habla de un “cruce” entre los electorados de Royal y del centrista Bayrou. En suma, el resultado es incierto: puede que sea Bayrou o puede que sea Royal. Ayer, en las últimas horas de campaña, Ségolène Royal volvió a insistir en su llamado al voto útil. A su vez, Sarkozy siguió delineando su silueta de interlocutor de esas dos Francias, que él llama la “feliz” y la “infeliz”. Los indecisos y la ambivalencia entre las dos fronteras izquierda/derecha decidirán el futuro político de la nación.
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