EL MUNDO › A PESAR DE LOS REFUERZOS NORTEAMERICANOS CADA VEZ HAY MAS VIOLENCIA
El anuncio del presidente Bush de que iba a enviar más tropas para dar vuelta la guerra de Irak fue recibido con escepticismo por una población cansada de engaños y fracasos. Hoy, a tres meses del discurso de Bush, la espiral de violencia sigue creciendo y la presencia de tropas en las calles parece azuzar el fuego de la insurgencia.
› Por Mercedes López San Miguel
El plan de seguridad en Bagdad podría ser el último fracaso de la administración Bush en Irak. La estrategia de Estados Unidos, en principio respaldada por el gobierno iraquí, se puso en práctica el pasado 14 de febrero y consiste en incrementar gradualmente el número de soldados en la capital. No tiene límite de tiempo, aunque los analistas afirman que un balance más o menos definitivo se podrá hacer entre hoy y los próximos tres meses. En junio terminarán de desplegarse 80 mil efectivos estadounidenses e iraquíes. Pero hasta ahora, no ha mejorado la situación en Bagdad: hay muchos más atentados con coches-bomba, más bajas norteamericanas y no cede la muerte diaria de decenas de civiles iraquíes. Los 80 mil soldados estadounidenses e iraquíes están siendo desplegados en Bagdad hasta junio como parte de la nueva táctica para frenar la violencia sectaria que en 2006 provocó 16 mil muertos, según Naciones Unidas. Se pretende lograr el control de la capital y resolver la espiral de violencia entre los milicianos chiítas y los sunnitas, como también de los grupos vinculados a la red terrorista de Bin Laden. Bush lanzó el plan el 10 de enero en un mensaje televisado en el que anunció el despliegue de cinco brigadas del ejército adicionales para apoyar las operaciones del ejército iraquí en Bagdad y sus alrededores. También anunció el despliegue de dos brigadas de la Infantería de Marina destinadas a la provincia de Anbar para ayudar en las operaciones contra Al Qaida. En esa alocución dijo que el envío de 21 mil soldados adicionales a Irak como parte de la estrategia de seguridad “cambiará el curso de Estados Unidos en Irak y ayudará a tener éxito en la lucha contra el terrorismo”. De esos 21 mil efectivos adicionales, nueve mil están pensados para que estacionen en la capital.
Pero en las últimas semanas se evidenció que Bagdad permanece ultraviolenta. Ha habido espectaculares atentados con coches bomba, que causaron la muerte diaria de decenas de iraquíes y un incremento en las bajas de soldados norteamericanos. Hasta hubo un megaatentado contra el Congreso iraquí en la fuertemente custodiada Zona Verde. Esta zona es donde están las sedes de gobierno, tiene 6,43 kilómetros cuadrados en el centro de Bagdad y en ella residen unos cinco mil iraquíes. Tras el ataque al Parlamento, la secretaria de Estado norteamericano, Condoleezza Rice, atinó a decir: “Habrá buenos y malos días en el plan de seguridad”. Parece que prevalecen los días malos para EE.UU.: el Pentágono informó esta semana que hubo al menos 77 soldados norteamericanos muertos en el mes de abril.
Para el analista militar Edward Luttwak, el plan es un fracaso. Luttwak, que trabaja para los Estudios Estratégicos de Seguridad Nacional del Departamento de Defensa de EE.UU., habló telefónicamente con Página/12 sobre las razones por las que la estrategia falla. La primera que menciona es que se necesitaría una cantidad enorme e inverosímil de soldados en la capital. “Hay unos 80 mil soldados apostados en todas las esquinas actuando como policía metropolitana, pero se necesitarían unos 300 mil por lo menos. Muy lindo, pero ¡no hay suficientes”. Agrega un dato: “No se pueden utilizar soldados que no hablan el idioma local, no sirve”. Se le pregunta qué pasa con la policía iraquí, si no es que recibe entrenamiento de las fuerzas ocupantes y cómo funciona. El experto responde que la policía iraquí mata a las comunidades rivales. “Se entrenan, son más fuertes, pero para matarse entre ellos”. Luttwak no tiene dudas de que en Irak hay una guerra civil entre chiítas y sunnitas; es en este contexto donde señala el error del plan de seguridad. “La técnica de la ocupación no sirve, porque además, no hay dinero para llevarla a cabo”.
Desde que se implementó el plan para Bagdad hay más atentados con coche bomba que antes, debido a la presencia americana en las calles, explica Luttwak. “Antes había más ataques personales, de atacantes con armas. ¿Cómo se controlan los atentados con coches si hay unos 100 mil vehículos? Imposible saber”.
El experto en Defensa, Anthony Cordesman, dijo a este diario que si bien hay problemas con la estrategia de seguridad, es prematuro hablar de fracaso. Cordesman, especialista en Medio Oriente en la Universidad de Georgetown, advierte que al mandar a los soldados a vigilar la ciudad, los insurgentes se ven incentivados a atacarlos más, porque están más visibles. “El plan de seguridad saca a los soldados de EE.UU. de posiciones más seguras y los expone; al mismo tiempo los hace más dependientes de la policía y del ejército iraquí para evitar que los espíen”.
Cordesman coincide con Luttwak en que es insuficiente la cantidad de soldados que se despliegan en la capital. “La fuerza de combate estadounidense seguirá siendo pequeña en junio, en relación al tamaño del área que cubre y a su población”, dijo. Se estima que entre 5 y 7, 8 millones de personas viven en Bagdad. “Controlar la seguridad de toda la ciudad es imposible”, advierte. Recuerda que los norteamericanos anunciaron que buscarán controlar tres áreas sunnitas: Ameriyia, Khadra y Adhamiyah. “Es más productivo focalizarse en las áreas problemáticas que en tratar de controlar el perímetro entero y toda la estructura interna de la ciudad”, señala Cordesman.
Otro elemento fallido del plan fue la polémica construcción de un muro en el mencionado barrio de Adhamiyah, pensado para proteger a la población contra posibles ataques sectarios. Según el ejército de Estados Unidos, el muro está destinado a impedir que eventuales escuadrones de la muerte chiítas cometan atentados para obligar a huir a los sunnitas del barrio, pero también a evitar que los insurgentes sunnitas utilicen esa zona como base para cometer ataques en los barrios chiítas. El domingo pasado, el primer ministro iraquí, Nuri Al Maliki, se opuso tajantemente a la construcción de la valla. Dijo que traía malos recuerdos de otros muros.
Para Cordesman, el éxito del plan requiere de tres aspectos. “Primero: el accionar eficiente del ejército; segundo: que la policía iraquí colabore y sea confiable, y tercero: el apoyo del gobierno iraquí para la reconstrucción”. El analista señala que los dos últimos son “más problemáticos”. Por el contrario, Luttwak aconseja la retirada de tropas a sus bases, porque “el involucramiento en la guerra sectaria no puede ser más que un fracaso”. Según el analista, no hay salida: si hay menos violencia en Bagdad, habrá más afuera, en provincias insurgentes como Faluja, Diyala y Ramadi. “La solución es ir bajando la cantidad de soldados: de 160 mil a 10 mil y dejar tropas en las bases donde puedan proteger el estado de Irak.” Luttwak arroja una frase intrigante: “Bush dirá en un mes o dos: “Hicimos lo suficiente, ahora nos retiramos”. Se le recuerda que el mandatario está pidiendo más presupuesto para salir del pantano de Irak. “Es cuestión de tiempo”, concluye.
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