EL MUNDO • SUBNOTA › TRAS LOS ULTIMOS ATENTADOS EN IRAK Y PAKISTAN
› Por Raymond Whitaker *
Desde Londres
Los atentados en Irak y en Pakistán, que mataron ayer a más de cien personas e hirieron al ministro del Interior paquistaní, parecen ser parte de un esfuerzo para demostrar que la red de Al Qaida sigue siendo fuerte, a pesar de la captura de uno de sus principales líderes.
Estados Unidos reveló el viernes pasado que habían detenido a Abdul Hadi al Iraqui, el hombre sospechado de planear los atentados de 7-J y otros ataques en Gran Bretaña. Según explicaron las autoridades de Washington, el hombre de 46 años fue arrestado hace varios meses cuando intentaba volver a su país natal, Irak. Actualmente, ocupa una celda en la prisión estadounidense de Guantánamo en Cuba. Algunos de sus ahora compañeros lo habrían nombrado como el tercero en la jerarquía de Al Qaida, después de Osama Bin Laden y su segundo, Ayman al Zawahiri.
Se cree que Hadi intentó llegar a Irak a través de la frontera de Afganistán y Pakistán, después que Abu Musab al Zarqawi, el fundador y el líder de Al Qaida en Irak, fue asesinado en junio pasado en un ataque aéreo de las fuerzas norteamericanas. Hadi fue un oficial del ejército durante el gobierno de Saddam Hussein y había sido uno de los miles de soldados que fueron a Afganistán en los ochenta para combatir la ocupación soviética. Según cree el Pentágono, Hadi hacía de enlace entre Zarqawi y Bin Laden cuando este último debía autorizar los ataques y las estrategias de las células en Irak.
Gran Bretaña acusa a Hadi de ser el cerebro detrás de los ataques del 7 de julio de 2005 en Londres. Según un informe del Centro de Análisis Conjunto de Terrorismo, el terrorista iraquí estaba planeando otro atentado antes de que el premier británico Tony Blair deje su cargo, posiblemente este año. También se dice que preparó un intento de asesinato contra el presidente paquistaní Pervez Musharraf, desde su base en las zonas de Pakistán todavía manejadas por tribus. Musharraf enfrenta una fuerte oposición interna, no sólo de Al Qaida, por su alianza abierta con el gobierno de George Bush y su estrategia militar en la región.
A pesar de que se cree que Hadi enfrentó largos interrogatorios en una cárcel clandestina de la CIA antes de ser transferido a Guantánamo, la violencia en Irak y en Pakistán no ha disminuido. Ayer un atacante suicida mató a al menos 24 personas en un mitin político en el noroeste paquistaní e hirió a varias decenas, inclusive al ministro del Interior, Aftab Ahmed Khan Sherpao. El presidente Musharraf se encontraba fuera del país para negociar con el otro aliado de Washington en la región, el presidente afgano, Hamid Karzai.
En Irak, un auto explotó cerca de uno de los santuarios chiítas más importantes, en Kerbala. Cerca de 60 peregrinos murieron y alrededor de 160 resultaron heridos. En esta misma zona, hace exactamente dos semanas, un coche bomba explotó y mató a 47 personas e hirió a otras 224. En el resto del país, incluyendo a la golpeada capital, decenas de atentados dejaron al menos otras 25 víctimas fatales. Además, 40 cadáveres con señales de tortura y las manos atadas fueron encontrados en Bagdad y en la ciudad norteña de Mossul. Según un reciente informe de Naciones Unidas, el año pasado 16 mil iraquíes murieron por la violencia en las calles.
* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
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