EL MUNDO › ESTADOS UNIDOS MOVILIZO A CUATRO MIL HOMBRES PARA ENCONTRARLOS
› Por Rupert Cornwell *
Desde Washington
La búsqueda de los tres soldados estadounidenses desaparecidos en Irak pone de manifiesto el fanatismo de Al Qaida enfrentado a la firme determinación del ejército de Estados Unidos de recuperar y regresar a los suyos, vivos o muertos. Aunque no hay pruebas disponibles, los comandantes estadounidenses creen que los hombres fueron capturados y secuestrados por Al Qaida o un grupo afiliado insurgente cuando su patrulla fue emboscada el sábado en Mahmudiya, al sur de Bagdad. Cuatro soldados y un intérprete iraquí murieron en el ataque.
Pero el destino de los capturados es incierto. Aunque el grupo insurgente del Estado Islámico de Irak sostuvo que tenía a los hombres, al publicarlo en Internet no mostraba fotos de los cautivos. Tampoco emitió exigencias para su liberación o fechas límite para cumplir con ellas, por lo que algunos observadores sugieren que ya pueden estar muertos. Con los precedentes existentes, las posibilidades de recuperar a los hombres desaparecidos son mínimas. Una emboscada similar cerca de Yusufiya, al norte de Bagdad, el año pasado, llevó a la captura de dos soldados estadounidenses. Su búsqueda por 8000 hombres durante cuatro días tuvo un desenlace truculento cuando sus cuerpos, con señales de tortura, fueron hallados a cinco kilómetros de distancia. La ruta estaba llena de trampas con explosivos. Esta vez, nuevamente, no se ahorrará ningún esfuerzo y 4000 soldados buscarán a los tres desaparecidos. El mayor general William Caldwell, el jefe los voceros del ejército estadounidense en Bagdad, habló ayer con emoción sobre el “Credo del Soldado”, por el que los soldados harán todo lo humanamente posible para recuperar a un camarada, ya sea que esté desaparecido, capturado o muerto.
La tradición está arraigada en la psiquis colectiva militar. Unos 88.000 soldados estadounidenses siguen sin aparecer de la Segunda Guerra Mundial, la Guerra de Corea y la de Vietnam y el Pentágono gasta 100 millones de dólares por año para encontrar y recuperar sus restos. El último caso fue en abril, cuando una delegación de Estados Unidos trajo los restos de seis soldados de Corea del Norte, más de medio siglo después de su muerte. Normalmente, Estados Unidos se opone categóricamente a que sus tropas sean usadas como prendas de cambio y la opinión pública apoya esta posición. Muchos estadounidenses estaban horrorizados por el espectáculo de los marinos británicos capturados por una unidad naval iraní en marzo y quienes luego desfilaron en la televisión iraní. Ahí parecía que admitían que habían violado las aguas iraníes y se los veía instando a las fuerzas británicas y estadounidenses a que se retiraran de Irak.
Pero la impopularidad de la guerra –que ya se cobró 3400 vidas estadounidenses– inyecta incertidumbre a la ecuación. La presencia de las tropas estadounidenses en el medio de lo que, para todo propósito práctico, es una guerra civil está cada vez más cuestionada en Estados Unidos. El episodio de los tres soldados podría añadir presión a la administración Bush para que acepte alguna forma de fecha límite para la retirada.
A principios de este mes, el mayor general Rick Lynch, a cargo de las operaciones en la región de Mahmudiya, describió la guerra como “un ajedrez tridimensional en la oscuridad”. No hay una “solución simple” a una tarea que “va a tomar un largo tiempo”. La paciencia de los votantes comunes estadounidenses –y los políticos que deben enfrentarlos en 2008– seguramente será puesta a prueba con este último secuestro, cualquiera sea el resultado.
* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12
Traducción: Celita Doyhambéhère.
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