Previendo la inminente reunión del G-8, el presidente ruso volvió a oponerse a la presencia defensiva de EE.UU. en países de Europa del Este. Se reviven los tiempos de la Guerra Fría.
De cara a la reunión del G-8 de esta semana el presidente ruso, Vladimir Putin, amenazó con apuntar misiles hacia Europa como contrapeso a la inminente presencia defensiva de Washington en el Este europeo. Putin reiteró ayer su oposición al escudo antimisiles que Estados Unidos desea instalar en varios países como Polonia y República Checa al advertir de un posible redespliegue de misiles rusos contra blancos en el Viejo Continente.
“Si el potencial nuclear estadounidense se extiende en el territorio europeo, tendremos que tener nuevos blancos en Europa”, dijo Putin en una entrevista con informadores de algunos periódicos de los países que componen el G-8, las siete naciones más industrializadas del mundo más Rusia. Días pasados, el mandatario ruso había justificado el test de un misil estratégico –el RS-24– como medida para vencer al escudo nuclear norteamericano. En esa oportunidad su par estadounidense, George Bush, dijo que no quería reavivar la Guerra Fría.
Putin se reunirá con sus homólogos del G-8 el miércoles, en la localidad alemana de Heiligendamm, para mantener una cumbre de tres días. Ante la inminencia del encuentro, el presidente ruso ha reiterado su denuncia del proyecto estadounidense, que Moscú considera sólo como una prueba del “imperialismo” de Washington, con el peligro añadido de transformar a Europa en un “polvorín”. “Será responsabilidad de nuestros expertos militares identificar posibles blancos para misiles balísticos y otros para misiles de crucero”, añadió. El presidente ruso aseguró que la medida tendría como objetivo “equilibrar los instrumentos de defensa con instalaciones de ofensiva más eficientes”. “Pero sabemos que ello podría conducir a una nueva carrera armamentística de la que, sin embargo, no somos responsables”, agregó Putin.
La idea de instalar radares e interceptores antimisiles en Polonia y la República Checa que tienen los estadounidenses es considerada por Rusia como una amenaza. Estados Unidos la justifica diciendo que esas instalaciones servirían como escudo a posibles ataques con misiles procedentes de Medio Oriente, especialmente de Irán.
El mandatario ruso se mostró reticente ante la explicación de que “ese sistema de defensa servirá contra misiles iraníes”. “Sin embargo, ningún misil iraní tiene esa capacidad (para alcanzar Europa). Por tanto, es evidente que eso nos concierne a nosotros, los rusos”, denunció.
Por su parte, el ministro ruso de Relaciones Exteriores, Serguei Lavrov, apoyó la postura ofensiva de Putin respecto del proyecto estadounidense al declarar ayer a la televisión Vesti-24 que “si componentes estratégicos del arsenal norteamericano hacen su aparición en Europa, cerca de nuestras fronteras, nos veremos obligados a (...) suprimir las amenazas potenciales resultantes de ese despliegue”.
Moscú desea que Washington abandone un proyecto que amenaza con revivir los tiempos de la Guerra Fría en favor de una política común de defensa que incluya también a los rusos. En este sentido, Lavrov, citado por la agencia Interfax, también pidió nuevas consultas sobre un escudo antimisiles común entre la OTAN y Rusia. Sería mucho mejor retomar el trabajo en el marco del Consejo OTAN-Rusia sobre la creación de un gran escenario de defensa antimisiles común, concluyó el jefe de la diplomacia de Moscú.
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