Un lapidario informe encargado por el Consejo de Europa dice que algunos países, como Polonia y Rumania, allanaron el camino para que los espías norteamericanos realizaran detenciones ilegales, vuelos clandestinos y torturas. Pero la CIA lo sigue negando.
Desde Madrid *
Los servicios secretos estadounidenses desplegaron en Europa una red de cárceles secretas para interrogar a sospechosos de terrorismo con la complicidad de la OTAN entre 2002 y 2005. Esta es una de las conclusiones del informe elaborado por el senador suizo Dick Marty, a quien el Consejo de Europa ha encargado que investigue las actividades de la CIA. Según Marty, un acuerdo alcanzado entre Estados Unidos y los países de la Alianza Atlántica en octubre de 2001 allanó el camino a los servicios secretos estadounidenses para llevar a cabo vuelos clandestinos, detenciones ilegales y torturas. La investigación confirma que Polonia y Rumania albergaron cárceles con el consentimiento y ayuda de sus dirigentes. Varsovia, Bucarest y la OTAN lo niegan todo.
Encapuchados, mal alimentados, torturados por una música estruendosa, con un calor sofocante y sin asistencia legal de ningún tipo, un número indeterminado de sospechosos de terrorismo estuvieron detenidos en cárceles secretas dirigidas por la CIA en Europa, según el informe de Marty, basado en testimonios cruzados de una treintena de actuales y antiguos miembros de los servicios secretos de Estados Unidos y Europa y el análisis informático de cientos de vuelos. La actitud de Washington en este caso es “insultante”, pero es aún peor la implicación de gobernantes europeos, afirmó ayer Marty, abogado especializado en derecho internacional, en una conferencia de prensa en París, señala Efe.
En un duro informe de 72 páginas, en el que se muestra claramente escandalizado y decepcionado por lo que ha encontrado tras meses de investigación, el senador asegura que existen evidencias claras de que las operaciones de la CIA tuvieron lugar en línea con las autorizaciones acordadas por la OTAN –algunas “públicas” y otras “secretas”, dice– el 4 de octubre de 2001, pocos días después de los atentados contra las Torres Gemelas de Nueva York y el edificio del Pentágono en Washington, el 11 de septiembre de ese año, en los que murieron 3000 personas.
Se refiere al acuerdo anunciado ese 4 de octubre por los aliados que, en respuesta al ataque de Al Qaida, accedieron de forma unánime a poner a disposición de su principal socio, Estados Unidos, todos sus puertos y aeropuertos –militares y civiles– del territorio de la OTAN. El Consejo de Europa, organismo encargado de velar por los derechos humanos en territorio europeo, intentó obtener una copia del acuerdo original sin éxito. Marty explica que un funcionario de la Alianza le dijo en una ocasión que no había un documento oficial, porque había sido simplemente “una decisión interna”. Esta negativa, junto a múltiples entrevistas con fuentes de inteligencia estadounidenses y de otros países europeos, ha llevado a afirmar a Marty que “existen componentes adicionales a la autorización de la OTAN del 4 de octubre de 2001 que han permanecido secretos”. Se acordara lo que se acordase en aquella reunión, el investigador afirma que esas autorizaciones “fueron vitales para allanar el camino a Estados Unidos para desarrollar sus más importantes asociaciones en el contexto de la guerra del terror” desatada tras el 11–S. En particular, según el informe, este acuerdo ponía al alcance de la CIA permisos para llevar a cabo vuelos secretos –sin justificar– y le daba acceso a aeropuertos para operaciones clandestinas.
La OTAN niega la existencia de ese supuesto acuerdo secreto. “Los vuelos han sido pactados entre los aliados, a título individual, y Estados Unidos”, afirmó ayer la portavoz adjunta de la Alianza, Carmen Romero, que recordó que el acuerdo de octubre de 2001 fue ampliamente difundido por la prensa en su día.
Pero Marty reconoce que los acuerdos clave para la CIA se produjeron a nivel bilateral. Y, aunque no ha tenido acceso a los documentos porque están clasificados, el senador no tiene dudas de que Polonia y Rumania albergaron prisiones fantasma entre 2003 y 2005.
* De El País de Madrid. Especial para Página/12.
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